Como ellos mismos se autodefinen, son "tres hermanos dedicados en carne y hueso a las artes plásticas". Desde la más tierna infancia, los tres compartían mesa de juegos (algunas fotos -de la era analógica, aún- congelan en la memoria aquellos momentos). Ésta consistía en un espacio en el que, con plastilina, modelaban todos aquellos referentes que marcaron sus primeros años de vida, creando su propio mundo de fantasía sobre una tabla.

Pasaron los años. Crecieron. Terminaron sus estudios y continúan compartiendo el espacio ¿de juego?, ¿de trabajo? A veces es difícil encontrar la diferencia. La mesa de juegos se convirtió en mesa de soldar o paleta sobre la que mezclar colores. La inocente y reciclable plastilina pasó a ser noble metal, cálida madera, óleo, barro, vidrio y todos los materiales que sugestionan su apetito creativo.

Como grupo se formaron hace dos o tres años, cuando más o menos, cada uno estaba terminando sus estudios. Al compartir taller y llevar caminos parecidos en lo profesional, decidieron realizar algo conjunto. La filosofía de la terna es ser un equipo que colabora en diferentes proyectos conjuntamente, conviviendo en el mismo taller, donde intercambian constantemente ideas y opiniones. Como, de hecho, siempre han venido haciendo, como buenos hermanos y bien avenidos.

Cada uno utiliza una materia diferente en su quehacer artístico. Alex se ha decantado por la pintura figurativa, concretamente el retrato y el desnudo. Noé utiliza el metal, en diferentes procedimientos escultóricos. Carlos cultiva indistintamente la escultura, en diferentes materiales, y la pintura.

Su primer fruto, su primera exposición colectiva, como grupo, como tríada, fue Caprichos de la naturaleza (2011), que tuvo lugar en la tierra que les vio nacer, en la sala de exposiciones Casa Grande del Jardín de la Música, del consistorio municipal. Ofrecían una triple mirada al mundo natural, desde la pintura y la escultura. La libertad, el juego, el colorido y la variedad de forma, son el eje del conjunto de piezas que conforman la muestra.

El trabajo en equipo no es fácil. Sobre todo tiene mucho de generoso. La pérdida de la autoría, el anonimato, el fundirse en uno sólo, es algo ajeno al ego del artista plástico y sobre todo fruto del cariño y respeto que se profesa al otro. También hay que decir que son procedencias diversas que se funden y complementan a la perfección.

Hay un buen puñado de ejemplos, por citar algunos. En Londres, Gilbert & George ; los suizos David Weisss -recientemente fallecido- y Peter Fischli; Libia Castro y Ólafur Ólafsson, entre Roterdam y Berlín; PSJM (Pablo San José y Cynthia Viera), en Berlín; y Walter Martin y Paloma Muñoz, en Nueva York.

En el suelo patrio también: los pintores chicharreros Martín y Sicilia a caballo entre Madrid, Berlín y Tenerife; Cabello/Carceller; los maños Almalé y Bondía; Carrasco y Mateos; Leopoldo Ferrán & Agustina Otero; los barceloneses Aggtelek; Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto y el de los también hermanos gemelos gaditanos MP & MP Rosado. En cine hemos disfrutado de las fructíferas producciones de los binomios Dunia Ayaso y Félix Sabroso y David Menkes y Alfonso Albacete. También fueron grupo los desaparecidos Costus (1975-1989), formado por Enrique Naya Igueravide y Juan Carrero Galofré.

En la Comunidad Valenciana han surgido también importantes equipos: el Equipo Crónica o Crónicas de la realidad (1967-1981), trío también en un principio, fundado por Manolo Valdés, Rafael Solbes y Juan Antonio Toledo, si bien este último se desligó pronto del grupo, que se disolvió por la muerte de Solbes. El Equipo Límite (1988) formado por las valencianas Esperanza Casa Guillén y Carmen Roig Castillo. Azotea (o Juan Canela y Ane Aguirre), el Equipo Comoquiera (formado por el alicantino Francisco Javier Consuegra Panaligan y la valenciana Inmaculada Aledón Cuesta); el Colectivo Hidra (compuesto por los alicantinos Pedro Blázquez Espí y Rosana Antolí); el oscense Javier Codesal y el valenciano Alex Francés; las valencianas Patricia Gómez y María Jesús González; así como Bleda y Rosa (María Bleda y José María Rosa), con base en Londres.

Pero hablamos de parejas artísticas, sentimentales, laborales, una suerte de difícil pas de deux o paso a dos que muestra el buen quehacer y la compenetración de quienes lo ejecutan. Y que debe contrarrestar la soledad y el abismo al que el creador se enfrenta en su estudio, pero que debe ser muy difícil de compaginar en el día a día.

Pero si, como dice el aforismo dos son compañía, tres son multitud, sólo con una estrechísima y cómplice relación puede establecerse el trabajar al unísono. Es complicado hablar "el mismo idioma" ante distintas realidades y circunstancias unipersonales. Lo difícil de esta fusión a tres que realizan cnarte es que, estilísticamente, nos muestran una sola obra, aunque esté realizada individual o en colaboración, la autoría se pierde en pro del grupo. Es un ejemplo de generosidad y armonía. Eso es lo que primeramente y poderosamente llamó mi atención, sobre todo en este momento, en el que se alimentan los egos de los artistas y se les pide ser estrellas de un espectáculo que el complicado sistema del arte ha establecido. Y, pese a que se sirven cada uno de las técnicas que dominan, no por ello dejan de estar haciendo arte actual, su mensaje, su discurso, es uno. Y lo importante es la comunicación, imposible si no es fruto de esa interactuación que hay entre los tres.

El color es otra de las características estilísticas de la tríade. Un color del que debieron empaparse en la época en que jugaban y se forjaban como los artistas que ahora son. Cuando utilizaban los vivos colores de la plastilina, colores que no han dejado de utilizar y que hacen muy mediterráneas sus composiciones, y donde la luz también es propia de ese entorno. Los productos finales, sobre todo los escultóricos, tienen un halo de modernidad, son una suerte de los -tan de moda ahora-toys, una simbiosis entre muñeco y objeto, muy de culto y ansiado por coleccionistas.

Como dijo Oscar Wilde, la cosa más importante en la vida no es la meta a conseguir, sino el viaje para conseguir la meta. Creo que habéis emprendido un hermoso viaje en equipo que os llevará a donde queráis llegar. Y en el caso de terminar, todo final es el comienzo de algo nuevo. Seguid por ahí, yo os instigo a que sigáis siendo ARTISTAS, no mascotas de galerías, como ya denunciara Jean-Michael Basquiat. El dinero no lo es todo.