¿Estaría dispuesto a hacer un cambio radical en su vida? No nos referimos a despedirse del trabajo para emprender un oficio nuevo, dejar una ciudad por otra en la otra punta del mapa o abandonar a la novia de toda la vida para casarse con una desconocida: algo más profundo todavía, un cambio del paradigma existencial íntimo por otro más básico, más primordial, más animal.

La peripecia de El año de la liebre, del finlandés Arto Paasilinna, es la de un hombre que posee una vida ordenada: estabilidad emocional y económica gracias a un empleo vocacional y a su esposa, un pequeño barco, algunos proyectosÉ que decide cortar de raíz con todo eso sin dar una explicación a nadie, sin ni siquiera dársela a sí mismo, sin un motivo aparente y sin haberlo planeado de antemano. El motivo de este cambio es el atropello fortuito de una liebre, a la que decide cuidar y adoptar como compañera de viaje a pie por las carreteras de Finlandia.

En los últimos ocho años, la editorial Anagrama ha estado editando por primera vez, y en este caso recuperando, las novelas del autor de la celebrada Delicioso suicido en grupo, demostrando que la narrativa de los países del norte es algo más que novela negra. La prosa de Paasilinna, ya bien conocida en castellano, se caracteriza por su claridad y sencillez, y en este caso acompaña perfectamente al tema de la novela: al contrario de lo que estructuralmente parecería lógico y es sin duda más habitual, esto es, que hubiese una progresión que convirtiese un acto sencillo en una trama compleja, el comportamiento de Vatanen, el protagonista, se va simplificando hacia un estado primordial del ser humano. Se trata del único acto de rebeldía que concibe en una vida que, vamos descubriendo, está llena de desilusión y amargura precisamente por haberla adaptado en todo momento a las expectativas de la sociedad que le rodea.

Comienza entonces una suerte de peregrinación laica donde aflorarán las capacidades más básicas de supervivencia que laten en nuestra parte animal: sobrevivirá sin apenas relación con otros seres humanos, trabajará en soledad y cazará para sobrevivir, y logrará un alejamiento del orden social que alcanza su cénit en una disparatada cacería organizada para las mujeres de varios mandatarios internacionales, y se verá rematada cuando en uno de los últimos capítulos Vatanen resuelva salir a la caza de un oso, cruzando la frontera con Rusia. Tras la apariencia de una novela divertida, como todas las del autor, y casi anecdótica, donde al lector le resulta difícil la identificación por similitud con el protagonista, se esconden en El año de la liebre, tratando de ponernos en la piel de Vatanen, tres interesantes lecturas: por un lado, cuestionarnos qué estaríamos dispuestos a sacrificar a cambio de ese anhelo que todos tenemos; por otro, si estamos dispuestos a enfrentarnos a los instintos de nuestra parte más básica, más animal; y finalmente cuánto de lo que somos es una elección consciente, y cuánto de lo que creemos que hemos elegido nos viene impuesto.

Todo el mundo tiene derecho a cambiar su vida en la dirección que le parezca, en el momento que lo desee. Y si no lo hacemos, hemos de creer a Paasilinna, es únicamente por culpa del miedo a salir a la estepa para cazar a nuestro oso particular.