El titular de The Guardian era impactante "Jardinero holandés gana el IMPAC" (premio literario concedido por las librerías de todo el mundo) pero inexacto: es cierto que Bakker se sacó la licencia de jardinero, y que ha declarado sentir un placer casi místico cuando recoge las hojas en otoño, pero se trata de un lingüista con trabajos, por ejemplo en etimología para niños y jóvenes, así que dista mucho del caso que sugería el diario inglés, y que se produce intermitentemente en literatura: una persona sencilla, casi iletrada, que produce una obra asombrosa y deslumbrante.

Todo está tranquilo arriba es asombrosa, es deslumbrante, y precisamente está narrada desde la sencillez. Un granjero de la región holandesa de Waterland cuida, con resentimiento y cierto odio, a su padre moribundo en el piso de "arriba"; la acción no nos va a llevar más allá de la ciudad de Ámsterdam ni muy lejos en el tiempo, y no sobrepasa los siete u ocho personajes, pero es suficiente para hacernos una síntesis del mundo como lo hacen las grandes obras: desde la anécdota hacia lo universal. El narrador, en primera persona, nos va desgranando esa anecdótica vida que lleva, salpicándola de rasgos tiernos, crueles, ridículos y perturbadores, hasta llegar a la revelación de que en el pasado tuvo un gemelo al que ha de sustituir (el libro ha sido traducido en inglés, a nuestro juicio con poco acierto, como The twin), y si bien recurre principalmente al monólogo interno para crearnos esta desazón, lo mejor de la prosa de Bakker es la maestría con que maneja el diálogo, demostrando una precisión casi de cirujano que recuerda a la de uno de sus compatriotas, Willem Frederik Herman, a la hora de economizar palabras: es difícil decir más con tan poco, conseguir encontrar la palabra exacta sin que suene artificial.

Aunque quizá, más que con la tradición holandesa, el texto tiene ecos de algunos personajes alucinados de Kafka y del Existencialismo de segunda mitad del siglo XX. Es difícil trazar referencias precisas cuando una novela está escrita desde un lugar tan profundo y atormentado, máxime cuando el propio autor ha declarado que, bloqueado en su intento de darle forma a la idea, comenzó a escribir "de forma aleatoria", produciendo así una radiografía de su esquema de pensamiento, lo que nos transportará en dos líneas temporales estrechamente unidas.

Además del IMPAC, esta novela ha recibido otros quince galardones y nominaciones, y aparece traducido a un nuevo idioma periódicamente, demostrando que la operación calidad literaria más alto número de lectores es posible más allá de las modas templarias o zombies, por lo que cabría pensar que cualquiera de las editoriales dedicadas a publicar buenos libros se ha encargado de la traducción y publicación. Sin embargo, Todo está tranquilo arriba es el volumen con el que se presenta el sello Rayo Verde editorial, de Barcelona. En un mundo donde las industrias culturales, especialmente literatura y música, están sufriendo una traumática transformación, donde parece que el destino de todas las editoriales es ser absorbidas por Planeta y en la que muchos autores parecen tener más prisa por llegar al éxito que a los lectores, llena de esperanza que nazca una editorial que lleva en su declaración de intenciones "dar más espacio a obras inquisitivas, comprometidas, audaces, inconformistas y exigentes en las librerías y en las bibliotecas". Desde luego, si su catálogo se sigue nutriendo de obras como Todo está tranquilo arriba, lo habrán conseguido.