"La tarde se había ahondado en ayeres,/ los hombres compartieron un pasado ilusorio. / Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente"

Jorge Luis Borges

Toda genealogía de una nación necesita de un punto de partida, un momento cero desde el cual empezar a registrar los hechos comunes: los países descolonizados, como Estados Unidos, Argelia o India fijan este punto en el momento de su independencia; los históricamente "colonizadores" necesitan buscar otras coordenadas, generalmente basadas en la unificación del territorio: Garibaldi en Italia, von Bismarck en Alemania y, como falazmente se nos ha enseñado durante muchos años, los Reyes Católicos en España. Se debe, entonces, trazar una genealogía política que explique en qué momento de nuestra historia nos encontramos, y por qué. Durante el año en curso, estamos asistiendo y asistiremos a numerosos homenajes, conferencias y celebraciones en torno a la Constitución de 1812, y en ese contexto podemos enmarcar Entre el trono y el escaño, producto de la tesis doctoral del alicantino Javier López, magníficamente prologada por José Luis Villacañas.

La publicación de la obra ha corrido a cargo del Congreso de los Diputados, que financió también parte de la investigación de este doctor en filosofía, miembro de la primera promoción en Humanidades de la Universidad de Alicante, dentro de la colección Bicentenario de las Cortes de Cádiz, pero su ámbito de estudio abarca el pensamiento "contrarrevolucionario" desde 1808 hasta 1823.

El ambiente general dentro de las celebraciones por las Cortes de Cádiz es de celebración, de búsqueda de las permanencias de aquella constitución en nuestros días. López, sin embargo, ha dirigido su estudio hacia una zona oscura dentro de ese proceso histórico: el pensamiento reaccionario en las Cortes de Cádiz, contrario al estado liberal y generalmente adscrito a poderes seculares. Según señala el propio autor, distan casi cuarenta años desde el último estudio relevante sobre esta materia, por lo que parece conveniente una revisión ya que, generalmente, las miradas hacia la contrarrevolución han estado marcadas por el clima político. En este caso, no se trata de una tesis que trate de salvar o condenar, sino de encontrar las justificaciones y orígenes de ese pensamiento, ya que, como señala el propio autor, los debates en torno al mismo han sido de nulo valor filosófico, y sí en torno al debate de su "españolidad". López, reconociendo su nulo aprecio por este tipo de pensamiento, ha conseguido demostrar desapasionadamente la coherencia interna del mismo sin entrar a juzgar el objeto de su estudio.

Para calibrar la verdadera importancia de este pensamiento reaccionario, a menudo esquinado dentro de los análisis sobre esta época histórica, valgan las conclusiones de Entre el trono y el escaño, que ponen de manifiesto que los reaccionarios supusieron un obstáculo difícil de salvar para las Cortes de Cádiz y fijaron en el horizonte de aquel periodo la amenaza de una guerra civil. Por tanto, ¿cuánto debemos a ese pensamiento el insatisfactorio desarrollo del estado liberal en España? ¿Cuál es su peso a la hora de definirnos como somos hoy? Gracias a Entre el trono y el escaño podemos empezar a identificar en nuestros días a los herederos de esa contrarrevolución.