Tener cinco tipos de basura diferentes en casa, aplastar las botellas de plástico antes de tirarlas, acumular pacientemente cualquier trozo de papel que cae en mis manos, son pequeños gestos, pero ¿sirven de algo? ¿podemos realmente influir en el entorno?

Sostenibilidad es adaptarse al entorno, a las culturas y a las personas. Es adaptarse, es habitar un lugar, es respetarloÉ Tener una casa hoy en día es una de las mayores inversiones que generalmente una familia hace a lo largo de su vida, por no decir la única. Y tener una casa unifamiliar, con su trozo de tierra propio es el deseo de casi la mayoría de personas que conozco.

Acabo de llegar de Liverpool. Vuelo directo. He estado cuatro días, un viaje rápido. Me he quedado en casa de una familia, en el barrio de New Brighton, Wallasey. En una casa adosada, a semidetached house. Allí lo consiguieron, casi todo el mundo vive en una vivienda unifamiliar. Pero, ¿a costa de qué? Una casa detrás de otra. Cientos de casitas forman estas ciudades dormitorios, crean este paisaje. Con las calles vacías, sin vida, donde las distancias se multiplican y el coche se convierte en indispensable. El centro de la ciudad se ha convertido en un gran espacio de ocio y de trabajo, con horario comercial. A las seis o'clock, ya se han ido todos a casa y están sentados, preparados y listos para la cena. Y Liverpool se ha quedado desierto. Un modelo no muy sostenible.

A mí me gusta vivir en la ciudad. Me gusta bajar a la calle a comprar el pan, casi a cualquier hora del día, y verla llena de gente, sentada en los bares, paseando, comprando o yendo a trabajar. De todas formas, como casi todo el mundo, todavía sueño con una casa. Una casa en el campo. Una casa cálida en invierno y que me proteja del caluroso verano. Bien aislada, que tenga en cuenta las orientaciones, con ventilación cruzada, con una naya donde poder leer un libro a la sombra en verano y un patio al sol en invierno. Y claro, con energía solar, con un aljibe que me permita aprovechar el agua pluvial y con doble circuito para tener la posibilidad de reutilizar el agua. Y lo de la chimenea aún me lo estoy pensando. Una casa que con el paso del tiempo encuentre su lugar en el entorno. Pero ¿es posible encontrar una forma de unir las ventajas de ambos modelos?

Cada casa que pensamos, diseñamos, construimos o queremos, va a convertirse en un elemento más del paisaje. Las casas son creaciones artísticas, como explica Peter Zumthor (arquitecto suizo Pritzker 2009), lo cierto es que van a ser contempladas por todos nosotros durante mucho tiempo, y van a formar parte del paisaje. Un paisaje que está en nuestras manos, que lo vamos a cambiar, que lo tenemos que cuidar y valorar.

Al proyectar, siempre nos gusta intentar encontrar ese algo más que darle a la ciudad. Cada casa se piensa para un fin, un lugar y una sociedad concreta. El arquitecto tiene que dar respuesta a esto y quizá ese algo más podría estar en encontrar esa capacidad de hablar con el entorno. Y seguiré reciclando, seguiré buscando ese "algo más", porque tiene sentido, porque muchos pequeños gestos unidos pueden cambiar la ciudad, el territorio, el paisaje, el planeta.