Un concurso es una forma de mecenazgo, y como tal tiene una doble dirección: posibilitar el desarrollo del trabajo artístico y crear un centro cultural de interés por lo que serán conocidos y respetados tanto artistas como mecenas. Esta labor puede tener una mayor o menor trascendencia dependiendo de una pieza clave: el jurado que va a seleccionar la obra y que la va a premiar, que depende a su vez de quien elige ese jurado. En momentos de falta de libertad, estos teóricos, profesionales o artistas estaban condicionados en parte por la ideología política, la falta de información y la censura. En otros momentos, por el gusto personal o las preferencias sobre determinadas tendencias, estilos, autores, etc. Lo lógico es que en una sociedad libre las formas de funcionar en los jurados partan desde ideas y presupuestos diferentes. Pero cuál es el sistema más apropiado para lograr esto. La respuesta a esta pregunta es bastante compleja. Quizá haya que plantearse y hacer evidentes las preguntas de nuestro tiempo, a las que estudiosos y artistas dedican sus esfuerzos. Quizá el formato sea aquel que proponga las condiciones para que estas preguntas se puedan hacer.

La exposición final de estas convocatorias depende del tipo de obra seleccionada, su técnica, estilo, tendencia y dimensiones. La participación dependerá del espacio expositivo, lo suficientemente grande como para ubicar una gran diversidad, ya que estamos hablando de una actividad en la que cada artista va a tener una visión formal del mundo y del arte. La fórmula más común es la de componer un jurado de expertos, críticos e historiadores y en el mejor de los casos algún artista incluido en él, que seleccionará la obra sobre unas bases donde, más o menos, se definen las diferentes características que debe cumplir: medidas, técnica, edad y currículo del artista. En otros casos se estima todo un proyecto, en el que se incluye una memoria, etc. Se especifica si hay varios premios o compra de la obra. Después de una exposición más o menos en condiciones, la obra premiada o adquirida pasa a un fondo museístico, que normalmente consiste en una almacenaje de por vida, es decir, desaparece del circuito aunque queda en los catálogos. Ante esta situación, más o menos asumida, sin resultados relevantes, existen lógicamente planteamientos que buscan nuevas fórmulas de actuación. Pues este sistema tradicional contiene en sí mismo su autodestrucción. La no renovación del jurado crea tendencias de manera artificiosa. Los artistas se especializan en premios, adquieren la destreza para fabricar las obras que se demandan. Lo que destruye la creación artística. En su mayoría, estos concursos se convierten en un acontecimiento provincial sin mayor repercusión.

Hoy en día, una de las premisas imprescindibles de estos certámenes provinciales es la de proponerse con carácter internacional, pero qué significa esto, ¿mostrar la diversidad de las tendencias del arte contemporáneo? Pero cómo. ¿Es posible que un jurado ubicado geográficamente en el ámbito nacional, que abarca sólo determinadas disciplinas, convoque la atención de los artistas más comprometidos de cualquier país del mundo?

La Diputación de Castellón, a través del Espai d´Art Contemporani, nos ofrece una de las soluciones más efectivas que se realizan en este momento en todo el panorama nacional. Castellón lleva ya casi ocho años planteando una experiencia en la que la creación artística se ha convertido en la verdadera protagonista. Un proyecto que se realiza en tres fases consecutivas. Primero se establece contacto con cinco artistas de renombre internacional para que cada uno de ellos, de forma desinteresada y gratuita, proponga otros cinco artistas que según su criterio estén desarrollando un trabajo artístico de evidente calidad y riesgo creativo. Si el año pasado se contó con Marina Abramovic, Eija-Liisa Ahtila, John Baldessari, Esther Ferrer y Antoni Muntadas, este año la nómina no es menos significativa, primando siempre la multidisciplinariedad y la diferencia generacional: Ignasi Aballí, Marlene Dumas, Dora García, Pipilotti Rist y Ai Weiwei. Siempre se cuenta con dos artistas españoles. Con las piezas seleccionadas de estos veinticinco artistas propuestos se realiza la exposición 5x5 Castelló 2011. Premi Internacional d´Art Contemporani Diputació de Castelló, que tendrá lugar en el EACC del 8 de julio al 18 de septiembre de 2011. Paralelamente se ha convocado la creación de un jurado compuesto mayoritariamente por críticos de arte o directores de museos, destacados en el ámbito internacional, que serán los encargados de otorgar el premio, dotado con 60.000 euros. Un jurado que cada año es distinto.

Los criterios de selección y de premio surgen de la propia actividad creativa de los artistas, no a la inversa. La repercusión internacional es contundente, tanto para el certamen como para los artistas seleccionados. El ciudadano de Castellón tiene una ventana privilegiada abierta a la cultura viva. Tiene la posibilidad de observar una exposición en la que no sólo compiten las obras sino la validez de los criterios esgrimidos. La actuación del crítico se acoge a los principios propuestos por los artistas, sin tener en cuenta distinciones de edad, nacionalidad o tendencias en boga.