La provincia de Alicante ha aportado grandes profesionales al universo del cómic y de la ilustración, dos mundos frecuentemente entrelazados para sus autores, y cuenta con una editorial independiente, Edicions de Ponent, que año tras año acapara galardones nacionales e internacionales en su apuesta por la novela gráfica de calidad. A ello se suman las 13 ediciones de las Jornadas del Cómic de la Universidad de Alicante (Unicómic) y los tres años del Salón del Álbum Infantil Ilustrado en la ciudad de Alicante.

Con estos antecedentes y con la efervescencia que vive el cómic en los últimos años, puede parecer que el camino del dibujante se traza en línea recta y que las instituciones se vuelcan en apoyar iniciativas que impulsen esta actividad en la provincia. Pero lo cierto es que este sector avanza entre curvas sin apenas apoyos públicos, con la ausencia de una escuela o una industria potente y con la marcha de muchos profesionales a otros lugares con mayor mercado o posibilidades de formación, que hacen que vivir en exclusiva del dibujo sea casi un lujo.

No obstante, autores y editores coinciden en que la ilustración y el cómic experimentan un buen momento -para algunos "engañoso"- pese a que la venta de ejemplares sigue siendo raquítica comparada con países como Francia o Bélgica. Al tiempo, las nuevas reglas que marcan las nuevas tecnologías con el libro electrónico o los webcomics constituyen aún una incógnita por despejar.

La provincia está llena de nombres y apellidos como Miguel Calatayud (Premio Nacional de Ilustración 2009 por el conjunto de su obra), Arly Jones (que ha colaborado en la película de animación Chico y Rita), Pablo Auladell (Premio al Autor Revelación en el Saló del Cómic de Barcelona en 2006 por La torre blanca), Miguel Ángel Díez (seleccionado dentro del catalogo The White Ravens 2010, Munich, por El último canto), Javier Sáez Castán (candidato al Premio Astrid Lindgren de Suecia), Juaco Vizuete (nominado al Premio al Mejor Autor Revelación del Saló del Cómic de Barcelona en 1998), Pedro F. Navarro (Accésit Certamen de Cómic e Ilustración INJUVE en 2002), Sergio Córdoba (Premio al Mejor Autor Revelación del Saló del Cómic de Barcelona 1999), Joaquín Ladrón, uno de los mayores valores de Subterfuge, Ángel Svoboda o los Hermanos Gallego.

Gran parte de estos autores han publicado en la alicantina Edicions de Ponent, un oasis en el desierto editorial que apuesta por valores nacionales, recientemente galardonada con el Premio Nacional de Cómic de Cataluña por Mil vidas más y responsable del último Premio Nacional de Cómic con El arte de volar, de Kim y Antonio Altarriba, que lleva 18.000 ejemplares vendidos.

La editorial se crea en 1995 "porque no encontrábamos el producto que nos gustaba y que sí veíamos en otros países. Había un tebeo ramplón y queríamos dignificarlo con calidad, en las formas y en el contenido", explica su propietario, Paco Camarasa. De Ponent cuenta con una lista de 133 autores de cómic e ilustración, de los que una veintena de ellos procede de la provincia de Alicante y de la Comunidad Valenciana. Más de la mitad de autores de su colección El Mercat ha obtenido premios nacionales. Su apuesta son los creadores españoles, emergentes y consolidados, frente a la compra de derechos de producciones extranjeras. Al año edita un millar de títulos y vende unos 60.000 ejemplares.

"Nos ha costado bastante abrirnos paso y no es ningún reproche pero nos llaman mucho más de fuera para hacer actividades que aquí -donde no han participado ni en el Salón del Álbum Infantil Ilustrado-, puede que por una visión pacata de los responsables políticos o de sus presupuestos", apunta Camarasa, quien echa en falta mayor promoción de estas lecturas. "Vas a otras autonomías y ves que se hacen boletines con recomendaciones de cómics en las bibliotecas, con críticas, y aquí la Dirección General del Libro es incapaz de poner los 2 millones de euros anuales que debe para libros en la red de bibliotecas y se les olvida que el tebeo tiene una importancia didáctica y educativa".

Para Camarasa, el consumo de novela gráfica en la actualidad "es la leche" tras dar el salto a las grandes librerías, a pesar de que han desaparecido las tiradas de antaño con grandes series, como El guerrero del antifazJaimito, "que en una semana vendían 250.000 ejemplares y un dibujante hacía 8 páginas al día. Entonces no competían con la televisión ni con Internet, y hoy el mayor bestseller -como Paco Roca, con El invierno del dibujante- puede vender 35.000 ejemplares". Pero el éxito actual se debe a que los autores saben trasladar las historias de su entorno al público y cada vez hay mayor interés por llegar a más gente, pero "tenemos que ser capaces de seleccionar y saber no asesinar al mercado. Ha habido salones donde han salido 600 novedades y eso es una barbaridad imposible de asumir", manifiesta el editor.

Juaco Vizuete (Alicante, 1972) también echa en falta "que no haya más grandes éxitos en el cómic, más cómic grandes como Arrugas en vez de tanta producción de viñetas". Este dibujante, que trabaja de conserje en un centro municipal, no conoce el secreto para vivir del cómic "si no, lo haría, pero hace falta mucho trabajo y mucha suerte y las ventas no son tan grandes". Él, que ha dedicado 5 años a su último libro, siempre ha dibujado en Alicante, "ahora con Internet da igual que estés en Madrid o Barcelona", y ve la situación actual positiva al incorporarse nuevo público al consumo de viñetas.

El ilustrador Miguel Ángel Díez (Aspe, 1973), que dibuja con guiones de otros "por el bien de la humanidad" considera que, si bien la literatura ilustrada mantiene sus ventas, el cómic tiene un público más restringido y vende más el americano o japonés que el español "por una cuestión cultural, que aquí se asocia a lectura de inmadurez y hay poco respeto por este trabajo, como por el cine propio. Tampoco hay industria ni posibilidades económicas para que esté bien pagado". Pablo Auladell (Alicante, 1972), de quien su carnicera cree que hace chistes en un periódico, afirma que su trabajo se conoce más en el extranjero y sus libros llegan a Francia, Portugal, Italia o Suiza. Nunca se fue de Alicante, "pero hace unos años habría tenido que irme a Barcelona o Madrid, con Internet hoy no hace falta". Practica la ilustración porque el cómic "está muy mal remunerado y es muy trabajoso" y cree que el buen momento engaña: "Hoy tiene una presencia impensable hace unos años, está en las grandes superficies y tiene más visibilidad. Hay más editoriales, como Ponent, la primera que se arriesgó, pero no hay una industria que pueda pagar una mensualidad a un dibujante, hay libros ocasionales y ahora se afronta un cambio de formato con el libro electrónico, pero aún no hay un formato universal".

Arly Jones (Callosa del Segura, 1968) es el mejor ejemplo de dibujante polifacético que tan pronto hace cómic como ilustración, diseño de muñecas o exposición de sus dibujos. "¡Qué remedio! Es difícil vivir solo como ilustrador, ahora llamas a cualquier puerta y antes de preguntar te dicen que no hay dinero y todo suena mejor si viene de fuera". Tras trabajar muchos años fuera y recientemente con Mariscal en Chico y Rita, ahora prepara un corto de animación con Sami Natsheh basado en el cómic El pie frito, de Miguel Calatayud, uno de los ilustradores más reconocidos en España que acaba de inaugurar una exposición antológica en el Muvim de Valencia, ciudad donde reside desde hace años.

Calatayud (Aspe, 1942) opina que el momento es "excelente" para el cómic y la ilustración, "hay valores interesantísimos como Sáez, Auladell o Díez. Se vive un momento inimaginable hace años. Es cierto que muchos deben compaginar su actividad con otros trabajos y todos se abren vías fuera porque la industria en España sigue siendo raquítica", pero añade que el cómic ahora "sobrevive en las librerías, no caduca y se toma muy en serio"; del libro ilustrado, "siempre se ha hablado de su defunción, pero vive un periodo en alza". El ilustrador Javier Sáez Castán (Huesca, 1964 -pero toda su carrera en Alicante-) también opina que la crisis no afecta demasiado al álbum ilustrado, al que se dedica desde hace 15 años, aunque admite que "las tiradas son pequeñas aunque seas autor de éxito". Él, que se abrió puertas en Madrid, Barcelona, Italia o México, reconoce que cuando empezó "el mercado español era muy reacio a los libros diferentes, muy pegado a sus colecciones y esos prejuicios no los encontré, por ejemplo, en México. Hoy sí hay editoriales con esas aspiraciones". Nadie cree que las nuevas tecnologías acaben con el libro en papel: "Siempre será un cadáver, pero siempre sobrevivirá", apunta Camarasa, que tiene dudas de cómo se afrontará el reto de Internet con los derechos de autores y editores, aún por clarificar. "Ahora estamos digitalizando títulos y vamos a experimentar con descargas. Es otra vía,un berenjenal. Estamos preocupados pero no somos pesimistas", concluye.