Relato introspectivo

La bestia del olvido es una novela, en su forma y contenido, acerca de la dualidad que atraviesa la vida: memoria/olvido, realidad/fantasía, vida/muerte, ciudad/campo, deseo/conocimiento, fragmento/totalidadÉ y otras que el lector irá descubriendo en la diáfana y poética escritura de Corella. La novela está construida sobre un sólido y simétrico andamiaje narrativo de estructura circular que alterna dos historias: la primera es la voz principal del relato de aprendizaje; la segunda describe una vida paralela y desconocida, como si fuera el espejo inconsciente de la protagonista: "El pequeño yo que llevo escondido, a veces en un lugar, a veces en otro, recorre la ardua senda del olvido".

En los títulos de los capítulos (Sólo por amor, La caja de los besos, La vida en las palabras, Las orillas de la memoria, Puertas en el muro,É) que componen la novela late un impulso poético, presagiando así el tono introspectivo y digresivo con el que avanza pausadamente la narración, distanciada en los hechos pero envolvente en las sensaciones. Aunque la narración se inscribe en un extenso arco temporal (infancia, adolescencia y primeros atisbos de edad adulta) e histórico (silencio tardofranquista, transición transgresora y estabilidad democrática) en que discurren los acontecimientos, el punto de vista esencial para su autora es el de la "pequeñas cosas" que viven en las palabras. Palabras que disipan la geografía y relativizan el tiempo.

En su desgarradora primera novela, Cerca del corazón salvaje, Clarice Lispector escribió lo siguiente: "Analizar instante por instante, percibir el núcleo de cada cosa hecha de tiempo o espacio. Poseer cada momento, ligar la conciencia a ellos, como pequeños filamentos casi imperceptibles pero fuertes (É) Pero la verdad era que oía más que veía la vida dentro de sí". Ver la vida u oírla, pensarla desde fuera o sentirla desde dentro. Esta parece ser también la disyuntiva existencial a la que nos enfrenta esta hermosa primera novela de Corella: "El silencio crece en la oscuridad. Escucho en la sombra. La vida, a veces, está tan cerca que no la vemos".

Pero esa alternancia vital comporta también una dualidad lingüística: palabras para designar la realidad de los hechos, palabras para mostrar o sentir. Como aquella doctrina de los nombres referida en La bestia del olvido, según la cual los mesopotámicos utilizaban dos nombres, el verdadero (y secreto) y el aparente. Inventar nuevas palabras y usos para escapar de la tiranía de lo cotidiano, para dar cobijo y expresión a la intimidad ("Sólo con pronunciarlas podían hacerse visibles los pensamientos más ocultos"). Para derribar el muro de la identidad uniforme y encontrar, aunque sea fugazmente, la vida multiplicada que ofrece la literatura.

En definitiva, estamos ante una novela con voz propia, que se inspira en el poder catártico de las palabras, no sólo para habitar un mundo interior sino con vistas a regresar a la vida y celebrarla. Vivir en las palabras nos reconcilia con la vida, amando el inexorable destino que el lenguaje ayuda a desvelar: "Una certeza: ni puedo ni querría, si es que se me concediera, variar una sola coma en el discurso de mis días".