Artes Escénicas

Unas mujeres se rebelan y deciden llevarse los alimentos del supermercado sin abonar. Ocurre en Aquí no paga nadie, de Dario Fo. El desempleo y los precios van a lo suyo en una generalizada situación de injusticia. Este gran hombre de teatro, Nobel de Literatura en 1997, quiso reflejar la crisis social y económica de la sociedad italiana de los años 70 en una de sus sátiras contra el poder político y el capitalismo. La relación entre el arte escénico y los problemas actuales coincide en otras piezas no escritas hoy. Vean.

En Las asambleístas, de Aristófanes, las mujeres proponen que les sea entregado el gobierno, ante las malas circunstancias políticas, para imponer un régimen basado en la comunidad de bienes. O el despotismo y la rebelión popular en Fuenteovejuna, de Lope de Vega. ¿Conocen el monólogo de Hamlet? "¿Qué es más elevado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?" Del mismo autor, Shakespeare, es Macbeth, con la enardecida ambición de poder, la inseguridad y el miedo a perderlo.

La obsesión por la riqueza se encuentra en El avaro, de Molière. La impotencia del ser humano aferrado a la esperanza fluye en Esperando a Godot, de Samuel Beckett, y la competitividad y el consumismo feroz tienen cabida en La muerte de un viajante, de Arthur Miller. La vida es sueño y un gran teatro es el mundo, según Calderón, donde pocos representan adecuadamente su papel y todos sueñan lo que son hasta despertar.

El drama existencial de Albert Camus, Calígula, escrito en 1939 en medio de un clima políticamente convulso con el imparable ascenso del fascismo, nos presenta la crueldad y el temor que ésta provoca. Miedo del que algunos se valen para hacer de las suyas. No lo tiene un grupo de féminas. Están muy hartas de que los hombres estén en guerra y se proponen acabar con esta grave situación en Lisístrata, divertido alegato de Aristófanes, nuevamente, contra las hazañas bélicas. Impiden que los varones cojan el dinero para seguir batallando y se niegan a mantener relaciones sexuales mientras no firmen la paz.

Cervantes escribió El retablo de las maravillas a partir de la literatura tradicional y del cuento. Los privilegios de los poderosos se perpetúan en una sociedad que prefiere el autoengaño y vivir en la alienación, y la mentira de los presuntamente honrados queda al desnudo. O más argumentos en relación con las guerras en Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht. Todos cometen atropellos y todos son utilizados sin saber por qué luchan exactamente. La tropa, la población y los comerciantes, que buscan tajada, están ahí, pero los altos mandos que organizan los enfrentamientos no aparecen nunca.

La taberna fantástica, de Alfonso Sastre, ofrece el reflejo de un sistema que, bajo la falacia de la sociedad del bienestar, se cobra cada vez más víctimas. La crisis actual pone en evidencia este hecho de contundente manera. Y qué me dicen de la hipocresía, del cinismo y del descaro de El Tartufo, de Molière, o de tantos otros personajes que vemos en la realidad. Las analogías siguen funcionando en Ubú rey, de Alfred Jarry. Una especie de parodia de la tragedia Macbeth y una sátira contra la voracidad de los peces gordos. Un precedente del teatro del absurdo que se estrenó en el París de 1896. Duró un día y hubo escándalo. No volvió a representarse hasta 1908. En fin. Variedad de géneros y tendencias, miradas al mundo y la posibilidad de la experimentación.