Este año le han dado el Premio Nacional de Artes Plásticas a Santiago Sierra. Una elección que no nos sorprende, ya que fue seleccionado para ser el representante de España en la Bienal de Venecia, por lo que simboliza esta figura dentro de la modernidad, con su gran contribución al concepto, y por el carácter revulsivo de sus planteamientos artísticos, con una crítica directa a los sistemas políticos y sociales, normalizadores de las conductas más agresivas que privan de los derechos más elementales a sectores de la sociedad. El propio artista si bien en un primer momento reaccionó positivamente ante tal oferta, posteriormente ha confirmado su rechazo más absoluto, objetando que no puede aceptar un premio de un Estado que está primando a la banca, uno de los mayores responsables de las condiciones económicas que vivimos, interviniendo en guerras dementes, y lanza una frase: "El estado no somos todos, sólo son los amigos". Con esta respuesta y todo el movimiento que se deriva de ella, Santiago Sierra, acorde con sus planteamientos, crea una performance de alcance, por lo menos, internacional, ya que él reside en México y tiene presencia en diversas capitales europeas y americanas. Una acción que le ha venido a propósito para definirse una vez más como artista.

Santiago Sierra no pinta ni esculpe ni se expresa con los sistemas tradicionales del arte sino que busca, dentro de la concepción global de la sociedad contemporánea, los discursos que de alguna manera conforman el concepto del arte de todos los tiempos. El artista a lo largo de la historia siempre ha tenido la necesidad de explorar todas las manifestaciones con sentido estético del individuo, de la sociedad. Así, Santiago Sierra se decanta por la acción que trasmite en si el concepto en el que se entretejen las diferentes motivaciones, empresas y trabajos, por los que conocemos nuestro entorno vital y social. El artista lo que nos hace ver es un concepto de realidad que no tiene que ver con lo figurativo sino con la presencia. Algunos de sus trabajos intentan reflejar esa realidad, ese drama, ese conjunto de implicaciones sociales que tienen que ver con la migración, el tráfico de personas, con lo intercultural, con el desarraigo, con el fracaso de las políticas intervencionistas y, a fin de cuentas, con la destrucción del ser social de nuestro momento.

El artista en general pose una conciencia social, con una capacidad de análisis y de crítica importante, algo que puede manifestarse o no en su arte, pero por su propia posición, el artista es el más analista de la realidad. Y esto es lo que Santiago Sierra trasmite en sus obras, la capacidad crítica ante todo lo que signifique cambio social, evolución o pérdida de identidad, ahí están sus trabajos con emigrantes. Pero también en algún momento reflexiona sobre la historia, en este sentido nos ofrece su intervención en Colonia en una sinagoga judía.

Los artistas siempre han intentado reaccionar activamente con su arte ante las injusticias. Algunas veces superponiendo al lenguaje abstracto elementos de crítica social y política, dándole así un valor panfletario que evidentemente éste no puede contener. También la crítica ha intentado apropiarse de un lenguaje plástico, que no busca definirse con la figuración, para posicionarse ante las guerras y situaciones límites. Santiago Sierra prescinde de un vocabulario político que exhibe ideas y proclamas sin un análisis, que define cosas cuando no se cuestiona lo que está definiendo. Tampoco se basa en la abstracción, sabe que estamos viviendo un momento convulso y de la manera más clara lo pone de manifiesto. Recurre al documento real, va a lo personal, a la realidad de los protagonistas de los hechos, te pone delante la realidad tangible, sin eufemismos pero sin improvisación. Construye una obra muy pensada pero no busca fórmulas literarias o elucubraciones teóricas, para trasmitir lo que el arte no trasmite.

El arte ha utilizado siempre la metáfora visual. Cada artista tiene sus propios registros para definir fórmulas y maneras de entender el mundo. Las metáforas de Santiago Sierra son la propia realidad, una visión que en otros momentos de la historia no se hubiera podido evidenciar en este sentido. Rembrand, Velázquez, son denunciados por intentar una visión menos jerarquizada. La ronda nocturna de Rembrand, La Venus del espejo, Los Enanos de Velázquez se acercan a esta idea de Santiago, con ese potenciar el protagonismo de los diferentes elementos de una sociedad. Si los artistas del Barroco, como Rubens, tenían que pintar los desnudos y las historias de la mitología para intentar reflejar la visión de su tiempo, Sierra nos sitúa ante personas reales. Hoy la gente circula por la calle casi desnuda o cubierta hasta los ojos, tenemos una sociedad, compleja y multicultural, no existe una imagen, un icono que nos identifique a todos, sino una visión plural, conflictiva, y Sierra la trata de objetivar desde sus trabajos artísticos.

El arte contiene y formula todas las propuestas que el ser humano puede plantear a la sociedad. En todo momento de la historia se cuestiona su existencia, el porqué, el cómo, hasta cuál es el resultado de su acción. Todas estas preguntas se contemplan en la obra de arte aunque no siempre de manera explícita y comprensible a primera vista. La Capilla Sixtina no es sólo la concepción religiosa de Miguel Ángel sino que es un proyecto de llenar un techo con cuerpos y formas para trasmitir al pueblo un mensaje, no solo religioso sino social, político, formal, estético. Una presencia para la posteridad.

En todo esto hay una valoración, el arte se basa siempre en los mismos presupuestos: plantear una mirada individual de una idea, de un sentido de lo colectivo, que se impone por su fuerza a la convención defendida por el poder, que siempre es conservador.