Música

Hay maneras de entender la música, de escucharla, de vivirla, de entender y moverse en el negocio de la música que se corresponde, generalmente, con la manera de ver y estar en el mundo de las personas que componen el grupo. En el caso de M-Clan cabe hablar de coherencia, de fidelidad a sus orígenes sin renunciar a la evolución natural de las cosas, los gustos y las inquietudes personales.

Estamos, por tanto, ante el ejemplo de un grupo en el que se (con)funden trabajo y vocación, que saben que su tarea es la de hacer buenas canciones, música sin tonterías ni banalidad, conscientes de que hacer una canción no va a cambiar el mundo, pero sí puede (re)mover y (con)mover las energías y las almas de quienes escuchen sus temas. Sin vanas trascendencias, el rock con proyección de clásico contemporáneo de estos murcianos que iniciaron su andadura musical hace ya diecisiete años alcanza con este su último trabajo cotas notables, de producción sólida y sin fisuras, donde se hace patente, una vez, la personalidad vocal y carismática de Carlos Tarque.

Desde sus inicios, en 1993, decantados claramente por un rock de evidente raigambre sureña, con integrantes en su formación que luego abandonaron el grupo como Santiago Campillo, los discos y canciones que M-Clan ha ido punteando la identidad musical de sus seguidores con propuestas que se han convertido en referencia casi mítica, como Usar y tirarSin enchufe. El listado de canciones que muchos tenemos almacenados en nuestra memoria musical no le anda a la zaga, con instantes memorables como Llamando a la tierra, Carolina, Maggie May, unido a otras versiones y colaboraciones también brillantes como Tú me estás atrapando otra vez junto a Ariel Rot.

Los elementos que tal vez expliquen que, después de tantos años y algunos cambios en la formación (el mencionado de Santiago Campillo, pero también de Carlos Raya, que cambió la guitarra por la producción), la permanencia y solidez de M-Clan son diversos: en primer lugar, la atinada elección de los productores que han "cocinado" sus trabajos. No se acostumbra a ponderar la importancia de los productores en el mercado de la música, y en el caso del grupo murciano ha sido trascendental: desde Alejo Stivel, que los puso en órbita en el mejor de los sentidos, pasando por Nigel Walter, y por supuesto, por Carlos Raya, guitarrista y productor (entre otros, también, de Quique González). Otra de las razones de su robustez la hallamos en su directo. Cuando tienes buenas canciones y buenos músicos, la reacción química que se produce sobre un escenario tiene propiedades contagiosas. Y el directo de M-Clan, con Carlos Tarque en primera línea, su voz rasgada y potente, llena de energía matices, y la contundencia y versatilidad brillante de sus músicos, convierten sus conciertos en experiencias en las que vale la pena invertir un poco de dinero y un poco de tiempo.

No cabe duda que su último trabajo Para no ver el final y la gira de conciertos que inician ahora constituyen el resumen de todo lo que han sido, lo que son, y de alguna manera, del futuro de un grupo que nos da lo que le pedimos a un grupo de verdad: música genuina, sin artificios, honesta, llena de energía, necesaria para combatir, de una vez por todas, tanta impostura.