El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas. Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar las barreras sociales». Estas palabras de Nelson Mandela muestran a la perfección la relevancia del deporte, una actividad que trasciende lo estrictamente físico y que, en cierta manera, es un reflejo de la sociedad de un país y también de una ciudad. Abriendo un poco el abanico de la célebre frase de Jorge Valdano sobre el fútbol, se puede decir que el deporte es lo más importante de las cosas menos importantes.

En Alicante, cuando INFORMACIÓN ponía en marcha las rotativas por primera vez hace 75 años, la realidad no distaba demasiado de la del resto del país: el deporte giraba en torno al estadio de fútbol de Bardín, donde jugaba en 1ª división el equipo de la ciudad: el Hércules. El club blanquiazul, al que la Guerra Civil interrumpió en un debut fantástico, gozaba de su cuarto año en la máxima categoría, división que perdería tras dicha campaña. El Hércules fue el mejor embajador de la ciudad y situó deportivamente a Alicante en el mapa español de la posguerra.

Ascensos a Primera

INFORMACIÓN ha cantado hasta hoy siete ascensos a 1ª división del club y cuatro a 2ª, además de varias gestas que decoran las vitrinas de la historia del deporte nacional.

El periódico ha sido fiel compañero en diecisiete de los veinte años del equipo en 1ª y en los ascensos de El Sadar, de El Vivero o de Irún, que son historia del Hércules, pero también lo son de la ciudad de Alicante.

Los Maciá, Pérez, Tatono, Pina, Baena, José Juan, Giuliano, Rodríguez, Tote y un largo etcétera han sido ídolos de una ciudad que vibró con su equipo en estos 75 años. Sus templos fueron el coqueto Bardín, La Viña y el mundialista Rico Pérez, único campo español que ha visto marcar gol a Maradona en un Mundial (concretamente dos a Hungría). Además, la ciudad disfrutó de dos partidos mundialistas más: otro de la albiceleste contra El Salvador de Mágico González y el encuentro por el tercer y cuarto puesto que se adjudicó Polonia ante Francia. Asimismo, el feudo alicantino es uno de los territorios inexpugnables de la Selección, donde ha jugado ocho encuentros sin perder ninguno.

El Hércules copó las portadas nacionales tras convertir el Camp Nou y el Bernabéu en tierra conquistada, volviendo a poner a Alicante en la más candente actualidad. Todavía se recuerdan dichas gestas del Hércules (que sirvieron incluso para lograr permanencias en 1ª) cuando un pequeño se enfunda el disfraz de matagigantes.

Pero no sólo el Hércules ha representado a la provincia futbolísticamente: el Elche tardó en llegar a la máxima categoría hasta 1959, pero lo hizo para permanecer consecutivamente durante doce campañas. Récord absoluto de un club alicantino. Su primera gran gesta fue el ascenso de 1959, un rotundo 0-3 en Tenerife con el mítico César de jugador-entrenador. Una década después escribía la página más dorada de su historia: el subcampeonato de Copa ante el Athletic Club.

Los sesenta fueron los años más exitosos del Elche cuando, además, un jugador fue Pichichi de 1ª división: Vavá en la 65-66. Los Iborra, Pazos, Romero o Cardona forjaron una leyenda en Altabix, que vivió los años más triunfales de otra seña del deporte alicantino. Después llegó el Estadio Martínez Valero, también mundialista, y que contribuyó a que el nombre de Elche y, por tanto, el de la provincia de Alicante figuren en uno de los récords de la historia del fútbol: el de la mayor goleada en un Mundial, un sonrojante 10-1 de Hungría a El Salvador.

Sin embargo, no sólo de los dos grandes de la provincia se informó, también del Alcoyano, el segundo club alicantino en disfrutar de 1ª. A finales de los años cuarenta los de El Collao forjarían una leyenda debido a su coraje, que les hizo formar parte del refranero popular. Se desconoce con exactitud el origen de «tener más moral que el Alcoyano», pero lo que sí se puede afirmar es que, gracias al deporte, Alicante y su provincia volvían a resonar por todos los costados del país. También el veterano Alicante fue digno embajador de la ciudad tras un inicio de milenio pletórico que le llevó a 2ª. Entre medias, una pelea con el Hércules histórica (en el campo y fuera de él) y una edición de Copa mítica, eliminando a dos equipos de 1ª: el Espanyol y el Valencia campeón de Liga.

Precisamente, los caprichosos sorteos de Copa pusieron en el mapa al Novelda en 2002, cuando eliminó al Barcelona en La Magdalena con un Madrigal desatado, cuando todavía existían las rondas a partido único.

A nivel individual, Alicante presume de Juan Manuel Asensi, centrocampista con quince temporadas en la élite (once de ellas en el Barcelona), y cuarenta y una veces internacional. Es el alicantino con más goles (96) y partidos en 1ª (379), cuatro más que el benidormí Amor, que también defendió a los blaugrana y a la Selección. El récord de partidos lo superará esta temporada el crevillentino Juanfran, que además es campeón de Europa con el combinado nacional. La lista de futbolistas que abanderaron la ciudad es extensa, pero es de ley recordar a los hermanos Bañón: José, portero internacional del Real Madrid, único alicantino en ganar el Trofeo Zamora; y Francisco, el primer árbitro de la ciudad que pitó en 1ª división. Mención aparte también merece Paqui Veza, medalla de oro en Barcelona 92.

Pero no sólo de fútbol vive el hombre, nueve años tuvo Alicante baloncesto de primer nivel con el Lucentum, club que nacía en 1994 ocupando un hueco histórico en la ciudad. España tuvo liga de baloncesto desde 1957, pero hasta el año 2000 no disfrutaron los alicantinos de la máxima categoría. Aquel 2 de junio 6.500 personas vibraron en el Centro de Tecnificación con el ascenso a la ACB en el quinto y último partido de play-off ante Lleida. Ese día se erigió como héroe el malagueño David Gil, que encestó triple tras triple sin fallo, y aupó al Lucentum y a la ciudad a la cima del baloncesto nacional. Los nombres de Jorge García, Francis Sánchez, Fox, Casadevall, Rejón o un joven Calderón quedaron grabados a fuego para la posteridad en la cancha alicantina.

El Lucentum vivió durante casi dos décadas en el baloncesto profesional, hasta que las malas gestiones le han obligado a volver a empezar. Para el recuerdo quedan muchos hitos: dos Copas Príncipe, dos presencias en Copa del Rey, tres en play-off, dos años llevando el nombre de la ciudad por Europa en ULEB Cup e incluso un liderato histórico en 2005 tras nueve victorias consecutivas.

A pesar de que la llegada del baloncesto profesional a la ciudad fue tardía, un alicantino fue el principal protagonista de este deporte a nivel nacional desde los años sesenta. Sí, es Pedro Ferrándiz, que dirigió al Real Madrid, y que sigue siendo el entrenador más laureado del país con doce títulos de Liga, once de Copa y cuatro Copas de Europa. Además, con orgullo representa a Alicante en el Basketball Hall of Fame, lugar sagrado en el país donde el básket es un modo de vida. Y no sólo eso, inventó la autocanasta: una genialidad en la Copa de Europa con el Real Madrid que provocó un cambio en el reglamento del baloncesto internacional para siempre.

Hasta la llegada del baloncesto de primer nivel a Alicante y, siempre con el permiso del fútbol, el deporte que maravilló a Alicante y que mejores resultados dio fue el balonmano, donde un equipo alicantino fue el dominador absoluto del país en los años setenta, el añorado Calpisa. El Obras del Puerto fue uno de los equipos fundadores de la Liga Nacional de Balonmano en 1958 (hoy la Asobal) y en 1973, bajo el patrocinio de Calpisa, comenzó un periplo mágico, con Miquel Roca de entrenador, donde no tuvo rival. Un equipo que reclutó a los mejores jugadores del panorama nacional, que conquistó cinco Ligas y cinco Copas (una de ellas en 1986 como Tecnisán) y que fue campeón de la Recopa de Europa en 1980 y semifinalista de la Copa de Europa dos años antes, algo que ningún equipo español nunca antes había conseguido.

Con tanta figura venida de fuera como Perramón, Goyo, Cascallana Uría o Cabanas, emergía un alicantino: Pitiu Rochel, jugador primero y luego entrenador del equipo en aquel lustro mágico. Entre un largo etcétera también sobresalieron el portero De Miguel, el pionero García Vázquez (primer alicantino internacional) y Rafael Pastor, campeón de España con el Barcelona. Elda ha contribuido al crecimiento del balonmano en la provincia con el Pizarro y el Prestigio, así como Altea, Elche, Crevillente o Torrevieja. Asimismo, mención especial merece la labor del Colegio de los Agustinos, poseedor de una de las mejores canteras nacionales. Recientemente el Mar Alicante femenino fue subcampeón de la Recopa; el petrelense Gedeón Guardiola, campeón del mundo y la ilicitana Vanesa Amorós, medalla de bronce en los JJ OO de Londres.

Éxito sin fin

Sin embargo, la disciplina de la que Alicante puede presumir más en dicha competición es la gimnasia rítmica y, buena culpa de ello la tiene el buen hacer del Club Atlético Montemar. Desde que Maisa Lloret trajera un diploma de Seúl 88, el éxito no cesó. Carolina Pascual logró una medalla de plata en Barcelona 92 y Marta Baldó y Estela Giménez (integrantes de Las niñas de oro, la mejor generación española de este deporte) saborearon el oro de Atlanta 96. Pasaron veinte años para que la gimnasia consiguiera otra medalla en unos JJ OO y lo hizo en Río con una plata capitaneada por la paisana Alejandra Quereda, formada en el club CEU Jesús María. También representaron a Alicante la oriolana Isabel Pagán, Jennifer Colino, Verónica Bódalo, Cristina Chápuli, Arancha Villar o las hermanas Salido.

No se quedó atrás el judo desde que la alicantina de adopción Miriam Blasco se convirtiera en Barcelona 92 en la primera mujer española campeona olímpica. El entrenador Sergio Cardell, fallecido días antes de la cita, revolucionó el judo en España. Pero los éxitos no dieron carpetazo en los juegos de Cobi, sino que continuaron ubicando a Alicante en la élite más absoluta. En la siguiente edición la valenciana Yolanda Soler, pupila de Blasco, se adjudicó un bronce. Y llegó Isabel Fernández, una de las pocas deportistas con triple corona: campeona europea, mundial y olímpica. Asistió a cuatro JJ OO, ganó un bronce en Atlanta y un oro en Sidney, y fue la abanderada española en Atenas 2004. Todo un honor para la ciudad.

Sin abandonar el encuentro deportivo por excelencia recordamos a Kiko Sánchez, que volvió de Barcelona con un oro en vela y que fue tres veces campeón del mundo. El regatista salió de la cantera del Real Club de Regatas de Alicante, uno de los más antiguos de España, donde también triunfó el remo, y que atesora títulos nacionales, principalmente de la década de los cincuenta y sesenta. También Iván Pastor, un santapolero, ha acudido a las cuatro últimas ediciones olímpicas en RSX; y Asunción Limiñana fue campeona de España, de Europa y del mundo. Y no hay que olvidar que la prestigiosa Volvo Ocean Race partió de la ciudad en varias ocasiones.

Las alegrías sobre el mar de una provincia tan costera como lo es Alicante no se reducen sólo a la vela, puesto que del Club de Regatas salió José Antonio Chicoy, campeón de 100 metros libres en los Juegos Mediterráneos de Túnez en 1967, olímpico en México 68 y pentacampeón de España. Fue, sin duda alguna, uno de los impulsores de la natación en Alicante tras Luis Asensi, el Tragamillas, pionero en las casi épicas largas travesías. Fue el primero en realizar el trayecto de ida y vuelta entre Alicante y Tabarca y sus gestas casi mitológicas le convirtieron en una leyenda de la natación de fondo de este país. A los cuarenta años ganó la prueba entre Nápoles y Capri, la reina de las competiciones de natación de larga distancia, y tampoco se le resistieron el Canal de la Mancha o el Estrecho de Gibraltar. Y, por si fuera poco, fue el mejor del país en veintiocho ocasiones. En la natación femenina alicantina destacó otra fondista: Ana Tormo, campeona de España en 1980 en la modalidad de 800 metros libres.

El clásico Club Atlético Montemar hizo siempre una labor encomiable por y para el deporte de la ciudad. Fue puntero en el hockey, donde sobresalieron los hermanos Torres, y avivó los deportes de pelota, principalmente el tenis, pero también el frontón. El campeón de España de pala corta y larga (y exfutbolista internacional) Severiano Goiburu dirigió la escuela de pelota desde finales de los cuarenta y aficionó a muchos alicantinos. En esta modalidad brillaron las villenenses Raquel Micó e Izaskun Hernando obteniendo trofeos nacionales e internacionales. Además, Montemar también fue sede de un encuentro de la Copa Federación de Tenis en 2013. El mayor representante del tenis alicantino ha sido el javiense David Ferrer, tercer tenista español con más títulos, sólo por detrás de Nadal y Orantes. Asimismo, el valenciano Juan Carlos Ferrero vivió desde los quince años en Villena, cuando ingresó en el Centro de Alto Rendimiento que hoy dirige. Por no dejar de lado ninguno de los deportes de raqueta, se debe recordar que Alicante tuvo dos campeones de España de bádminton: Dolores Marco y Arturo Ruiz.

Si antes se hablaba del gran aporte de Montemar, hay que ensalzar también el papel del Club Atlético San Vicente, que desde los años setenta impulsó el deporte del stick en la provincia. El nombre del hockey estará eternamente ligado en Alicante a la figura de Juan Escarré, leyenda absoluta a nivel internacional. El vecino de Rabasa defendió a España en 256 ocasiones, acudió a tres JJ OO y levantó la medalla de plata en Atlanta.

Sobre el ring Alicante presumió de punch en la posguerra con Felipe Verdú, campeón de España en 1947, y con el ilicitano José Hernández, en 1952. Incluso el franco-argelino Marcel Cerdán, campeón del mundo de peso medio que tuvo un affaire con Édith Piaf, era oriundo de Aspe. Más adelante surgió Francés, mejor boxeador nacional en 1957 y 1959. Asimismo, la afición al boxeo en la ciudad propició que Pepe Legrá pelease con la licencia de la Federación Alicantina, que defendiera con éxito en 1971 su título europeo en la Plaza de Toros y que, tras su retirada, se le homenajease declarándole huésped de honor de la ciudad. Más recientemente Kiko Martínez ha sido campeón europeo y mundial en la categoría de súper gallo.

El ciclismo, uno de los deportes más bellos del mundo, siempre encandiló a Alicante y a su gente. Hoy sigue despertando la misma afición que hace siete décadas, cuando el oriolano Bernardo Ruiz ganó la Vuelta de 1948, venció etapas en las tres grandes rondas y fue el primer español en subir al podio de la general del Tour. Es preciso recordar que Alicante se aupó tres veces a lo más alto en una etapa de la ronda gala: dos de Ruiz y una del ibense Rubén Plaza en 2015. En los ochenta destacó Vicente Belda, tercero en la Vuelta de 1981, ronda que en 2002 el sanvicentero de adopción Aitor González ganaría.

A todo gas

También acogió la ciudad carreras de motociclismo en el célebre Circuito de Vistahermosa, mayoritariamente durante la década de los sesenta, donde incluso participó Ángel Nieto. El mundo de las motos gestó en Alicante verdaderos campeones, entre los que destacan Pepe Medrano, Ramiro Blanco o Pedro Cegarra, que ganaron campeonatos de España de velocidad en los sesenta y setenta. En la era moderna, el alcoyano Nico Terol besó la gloria ganando el campeonato mundial de 125 centímetros cúbicos.

La estela del motor atrapó a los alicantinos por las montañas de la provincia desde que a finales de los años sesenta el Automóvil Club de Alicante creara el primer rallye bajo el nombre de 500 km nocturnos de Alicante. La prueba fue ganando fieles y durante las dos siguientes décadas desató una verdadera pasión, tanta que llegó a ser puntuable en varias ediciones para el Campeonato de España e incluso para el de Europa en un 1992 fantástico. El rallye, que también se llamó Rallye Cajalicante y Rallye Costablanca, congregó en las carreteras alicantinas a los mejores pilotos de la época: Bragation, Zanini o Carlos Sáinz. En el nuevo siglo el benidormí Miguel Fuster ha sido cuatro veces campeón de España, con tres coches de diferente tracción.

Desde que Chicoy se colara en la final de 4x100 estilos de los JJ OO de México 68 hasta el estallido de Barcelona 92, el olimpismo alicantino vivió un letargo pronunciado hasta que entró en escena Domingo Ramón Menargues. El atleta crevillentino de 3.000 obstáculos despertó con dos finales olímpicas consecutivas al deporte de la provincia. Consiguió dos diplomas (cuarto en Moscú 80 y sexto en Los Ángeles 84) y ostenta el récord español que más ha perdurado en el tiempo en cualquier disciplina: sus 8’15’’76 de la final de Moscú tardaron diecinueve años en ser batidos. En dicha cita quedó segundo en las semifinales y protagonizó una anécdota inefable: se le olvidaron las zapatillas y se las tuvo que dejar Malinowski, a la postre campeón olímpico.

Pero el atletismo alicantino tiene más protagonistas: el plusmarquista onilense de 100 m. lisos Javier Arqués, Albentosa (cuatro veces campeón de España en 5000 y 1000 m.) o los actuales Mar Jover y Eusebio Cáceres. En cuanto a clubes destacó sobremanera el Club Atlético Benacantil, fundado por Joaquín Villar, alma máter del atletismo alicantino.

Alicante puede alardear de un sinfín de campeones que la representaron fuera de sus fronteras, tanto nacionales como internacionales. La lista es interminable: la taekwondista Kim, el Club Voleibol Elche, la pionera Llorca en patinaje, los paralímpicos Matos, Sanz o Montava...

Y un reconocimiento especial merecen los miles de anónimos que trabajan día a día para que la ciudad rezume deporte por los cuatro costados. Porque el éxito no consiste siempre en ganar, sino en no rendirse jamás.