INFORMACIÓN nació, hijo de la Dictadura, en 1941. Durante los 75 años de su existencia, 36 estuvo bajo el yugo y las flechas, otros siete permaneció en libertad vigilada y hace 32 años que el periódico no depende de gobierno alguno. Poco puede decirse de la noche, salvo que es oscura y alberga horrores como salmodia Melisandre en Juego de Tronos. Pero en honor a la verdad, quede constancia de que a lo largo de aquella ominosa penumbra hubo en INFORMACIÓN unos cuantos periodistas y, sobre todo, unos pocos directores, que aprovecharon la condición de medio local para intentar encender de vez en cuando algún candil en unos tiempos en los que había que amar de verdad este oficio para plantarse ante un gobernador civil.

Ni muchos, ni héroes. Pero los hubo. De otra forma no hubieran podido publicarse en pleno franquismo secciones en valenciano, ni hubieran tenido cabida, como la tuvieron, colaboradores que estaban fichados por su relación con el Partido Comunista. En los estertores del régimen y, luego, en la Transición, a pesar de ser todavía un medio de comunicación perteneciente al Estado, INFORMACIÓN supo ver las ansias de despertar a la libertad que tenían los ciudadanos, y acogió ese anhelo en sus páginas aun a riesgo de perder, como casi llega a ocurrir, la cabeza. Y cuando el periódico fue comprado en pública subasta por la entonces naciente Editorial Prensa Ibérica, la tolerancia y el pluralismo se instalaron en su cabecera para no abandonarla hasta hoy.

INFORMACIÓN era en 1984, cuando Javier Moll lo adquirió, uno de los pocos periódicos de aquella antigua Cadena del Movimiento, luego Medios de Comunicación Social del Estado, con verdadero arraigo en su territorio y económicamente rentable. De hecho, la cadena estaba en quiebra y el periódico en beneficios. Más de tres décadas después, no sólo mantiene ese liderazgo, sino que su cabecera forma parte indisoluble de Alicante. Cómo sería esta provincia de no haber existido INFORMACIÓN es una especulación que corresponde al género de la ucronía, tan en boga últimamente. Pero que la historia de Alicante no puede escribirse sin INFORMACIÓN es algo sobre lo que no caben dudas.

Dijo Arthur Miller que un buen periódico es una nación hablándose a sí misma. Con sus aciertos y sus errores, ese ha sido durante buena parte de su existencia el objetivo de INFORMACIÓN. Que Alicante se encontrara, se reconociera y debatiera consigo misma en sus páginas. Parafraseando a Stendhal, convertirse en un espejo colocado a lo largo del camino en el que la provincia pudiera reflejarse y, a su vez, corregir y proyectar su imagen y expresar y modular sus reivindicaciones. Sostiene José Ramón Giner, que fue director de INFORMACIÓN al final de la Transición, que la provincia fue un invento del periódico. Y en el sentido en que él lo dice, echando mano de una ironía no exenta de reconocimiento, es cierto.

Alicante es una provincia deshilvanada y en la fortaleza de sus municipios y el relativo peso de su capital en comparación con otras demarcaciones radica buena parte de la prosperidad de la que en muchos momentos ha disfrutado. Pero al mismo tiempo, en esa descoordinación reside su mayor debilidad. Por eso mismo, las páginas de INFORMACIÓN han servido a lo largo de décadas de intercomunicador entre las distintas comarcas, levantando acta de lo que tenían en común, de los logros de cada una que beneficiaban al resto y de las necesidades también comunes. Ha ejercido de aglutinador de esa multiplicidad tanto para ponerla en valor como para denunciar sus carencias, propias o inducidas. Y no lo ha hecho a golpe de editoriales, sino de noticias y, sobre todo, permitiendo la convivencia de opiniones de distinto sesgo en sus páginas.

Esa condición de altavoz, ejercida de forma premeditada al menos durante los últimos treinta años, no ha sido fácil. Porque los sucesivos directores de INFORMACIÓN, con el respaldo de su editor, han tratado de que el altavoz fuera de toda la sociedad, y nunca de una parte exclusiva de ella. Así que, todo y al mismo tiempo, el periódico ha sido tachado de «prosocialista» por los simpatizantes del PP y tildado de instrumento de la derecha por los socialistas. Ha sido considerado cantonalista en Valencia y autonomista en Alicante.

Condescendiente con el nacionalismo valenciano, para algunos, y enemigo de la lengua y la cultura propias para otros. Habrá quien pudiera pensar que tanta disparidad se debiera a la falta de criterio, a que el periódico fuera plano, gris, sin garra. Sin personalidad. Pero la hemeroteca demuestra que ha sido lo contrario: comprometido en la defensa de lo que creía que era el interés de la sociedad alicantina (no es necesario repetir que unas veces acertadamente y otras de forma errada), e intentando siempre mantener la independencia frente a cualquier grupo de presión.

Asuntos para ejemplificar lo que se acaba de afirmar habría para llenar varios suplementos, porque tanto tiempo compareciendo día tras día ante el lector dan para mucho. Pero valga como muestra un tema recurrente: el del agua. INFORMACIÓN defendió el trasvase del Ebro cuando lo propuso el ministro socialista Josep Borrell en el último gobierno de Felipe González, ganándose las iras de un PP cuyo líder, José María Aznar, consciente de que para llegar a la Moncloa necesitaría el apoyo de los nacionalistas catalanes, proclamó en un mitin en Aragón que si Dios (sic) había repartido el agua de una manera, el hombre no era quien para cambiarlo.

El PP ganó y derogó el plan de Borrell, pero cuando en la segunda legislatura popular Aznar varió de rumbo y presentó un nuevo plan que incluía el mismo trasvase, también INFORMACIÓN lo apoyó, esta vez en contra de la posición del PSOE. Los socialistas volvieron al Ejecutivo de la mano de Zapatero y se repitió la misma historia: se derogó el Plan Hidrológico de Aznar, como Aznar había liquidado el de Borrell. Y el periódico siguió reivindicándolo, como solución a la escasez de recursos que padecía la provincia. La ministra Narbona llegó a preguntar en una reunión de su partido en Alicante por qué INFORMACIÓN hacía de vocero del PP con el trasvase. Y un veterano socialista le contestó: «Ministra, INFORMACIÓN siempre ha defendido el trasvase, los que hemos ido cambiando hemos sido nosotros y los del PP».

Presiones no han faltado, desde luego. Y desde el alborear mismo de la democracia. Decía antes que, por recoger en sus páginas la pluralidad que los ciudadanos ansiaban, INFORMACIÓN ya estuvo a punto de perder la cabeza. Literalmente. Siendo Jesús Prado director, tuvo que sufrir la denuncia de un cargo del periódico que le acusó de haber convertido INFORMACIÓN en «un nido de rojos». Estábamos en 1980 e INFORMACIÓN era todavía un medio dependiente del Estado, por lo que la denuncia se cursó.

El entonces gobernador civil de Alicante pidió la destitución de Prado como director tanto al ministro del Interior, a la sazón Juan José Rosón, como al de Cultura, Íñigo Cavero. Hubo unas semanas de enorme tensión, en las que en defensa de la profesionalidad de Jesús Prado salieron partidos de izquierda, pero también dirigentes de la propia UCD -como el igualmente entonces ministro Luis Gámir-, de la derecha y del mundo social, económico y cultural. Finalmente, después de revelarse unas grabaciones en las que el autor de la denuncia trataba de chantajear a determinadas personalidades para conseguir sus fines, Prado fue confirmado en su puesto y el acusador despedido, despido que años después confirmó el Tribunal Supremo.

Fue un momento duro. Pero vendrían más. Con la llegada del Estado de las Autonomías, INFORMACIÓN se convirtió en un periódico incómodo para quienes han ido ocupando el Palau de la Generalitat. En un momento en que había que construir de cero toda una Administración autonómica cuyo poder se centralizaba en Valencia, los gobiernos del socialista Joan Lerma siempre vieron con recelo, y con una gran incomprensión, la existencia de un periódico tan potente en las «comarcas del sur» y la acusación de torpedear con sus informaciones y opiniones iniciativas supuestamente beneficiosas para el conjunto de la Comunidad se convirtió en recurrente.

Lerma no asistió nunca a ninguna de las galas anuales que INFORMACIÓN celebra, pese a gobernar durante tres legislaturas. Y las noticias relativas, en su último mandato, a casos de corrupción protagonizados por cargos socialistas -casos que, es de justicia reconocerlo, cortó de raíz en cuanto los conoció, pero cuya difusión lógicamente tensionó mucho al PSOE-, sumado al hecho de que su oponente en las últimas elecciones a las que se presentó como candidato a presidir la Generalitat procediera de Alicante, también hicieron que desde la cúpula del PSPV INFORMACIÓN fuera contemplado, más que como un simple periódico, como un problema político.

Sin embargo, el episodio más grave se produjo con la llegada del PP al gobierno en 1995 de la mano de Eduardo Zaplana. La guerra declarada contra los periódicos ya entonces propiedad de Prensa Ibérica (INFORMACIÓN y Levante) por resistirse a ser controlados fue de una intensidad difícil de calibrar aún hoy. No sólo se eliminaron las inserciones de publicidad institucional de la Generalitat y de las diputaciones y los ayuntamientos gobernados por el PP, que eran la inmensa mayoría, sino que se ordenó a todos los políticos del PP y a los funcionarios de las instituciones que regían no hablar jamás con ningún redactor de INFORMACIÓN o de Levante y se presionó a los agentes sociales para que se sumaran a ese boicot.

Fueron siete años de una tensión formidable, en los que la sociedad alicantina siguió respaldando al periódico, que alcanzó entonces cifras récord de lectores y facturación, haciendo buena la vieja sentencia del periodismo inglés que dice que, si el Gobierno arremete contra ti, reza para que no rectifique. En marzo de 2012, Zaplana explicó su versión de los hechos y el porqué de su proceder en la primera entrevista que concedió a un medio escrito para hablar de la Comunidad Valenciana, diez años después de haber dejado la presidencia y haber sido nombrado ministro. El periódico que escogió para hacer esa entrevista fue INFORMACIÓN.

Aquel episodio puso a prueba la consistencia del periódico, pero sobre todo de su editor, y reveló también una confusión que ha devenido en una constante. La de otorgar al periódico la categoría de oposición política frente a cualquier gobierno, ante la debilidad de los partidos legitimados para ejercer ese papel. Lerma gobernó casi todo el tiempo con una AP que ya era vieja antes de fundarse. Zaplana -y quienes luego le siguieron al frente del PP-, con un PSPV deshecho tras la pérdida del poder. Y a día de hoy, el marasmo aún es mayor. En ese contexto, considerar INFORMACIÓN por parte de las fuerzas políticas como algo más que lo que es, un medio de comunicación, ha sido un error imposible de corregir.

Lo que sí es cierto es que INFORMACIÓN -en la etapa en la que objetivamente se le puede juzgar, que es la etapa en la que su rumbo ha sido libremente decidido por su empresa editora, sin ser portavoz de ningún régimen- se ha constituido siempre en un testigo crítico de lo que acontecía. Con una terquedad a veces excesiva, y que algunos han tachado de prepotente, pero con el máximo rigor del que ha sido capaz. Y si en algún momento eso se puso a prueba más que en otros, fue en la España de la burbuja, precedente de la que ahora muchos nombran como la España de la corrupción. Actualmente, no hay medio que no desvele tramas, escándalos y corruptelas.

Pero era más difícil hacerlo cuando los hechos que hoy están sentando en el banquillo a tantos políticos y empresarios se estaban produciendo y los ahora imputados gozaban de un poder casi omnímodo. Hoy hay sumarios judiciales tras los que guarecerse a la hora de publicar noticias y opiniones, pero hubo un tiempo en que muchas de las cuestiones que están bajo la lupa pública estos días se pusieron de relieve en las páginas de INFORMACIÓN, que recibió por ello la crítica de ser un periódico «negativo», que iba contra el progreso, y que se encontró en aquel entonces con fiscales que, lejos de interesarse por sus denuncias, las zanjaban con un contundente «yo no me muevo por recortes de Prensa».

Entre cientos de páginas, hay una entrevista que refleja mejor que nada aquella época y lo que luego pasó. Fue la primera que concedió en su vida el constructor Enrique Ortiz y la firmó en INFORMACIÓN Susana Abia. El titular era «No tengo límites», y el subtítulo recogía un juego de afirmación y repregunta: «Nunca he tenido la oportunidad de cambiar la voluntad de un técnico», decía el que luego fue dueño del Hércules. A lo que la periodista le inquirió: «¿Y la de un político?». «No me pregunte usted eso», fue su contestación. Era el año 2001, pero nada se investigó hasta finales de aquella década.

En cualquier caso, la vocación de INFORMACIÓN nunca ha sido la de ser gobierno, ni oposición, por más que la fuerza de su cabecera -antes sólo impresa, y ahora también digital- le haya hecho ser acusado de pretender ejercer tanto de lo uno como de lo otro. «Si canto me llaman loco y si no canto cobarde», dice la jota navarra, que es de aplicación aquí. La verdad es que la única, la genuina vocación de INFORMACIÓN como periódico, además de cumplir con el precepto de contarle a la gente lo que le pasa a la gente, ha sido la de ser útil. Útil a la sociedad que sirve y de la que forma parte. La defensa de recursos hídricos.

La del aeropuerto de El Altet cada vez que, pese a ser uno de los mayores de España, su futuro se ha visto en peligro. La de la Universidad, para conseguirla, primero, y para que no fuera asfixiada, después. La del reconocimiento de la provincia por su peso en el contexto de la Comunidad. La de la no discriminación en financiación, ni del Estado ni de la Generalitat. La de la corrección del déficit de infraestructuras. La de las dotaciones acordes con la población real y no sólo con la censada, con ser ésta mucha... Todas ellas han sido banderas que INFORMACIÓN ha tomado. Pero no sólo en las grandes materias se ha definido. El hall del periódico ha sido en muchos momentos la sala de espera de quienes necesitaban ser atendidos por la Administración, sobre todo en cuestión de servicios sociales, y no lograban ser escuchados.

Confesionario de quienes no tenían otro lugar donde acudir para hacer oir su voz. Aliado de las organizaciones y asociaciones que trabajan con los más desprotegidos. Fue INFORMACIÓN el que lanzó la campaña para que el niño Pablo Cordero consiguiera un transplante sin el que iba a morir, reuniendo millones en apenas unos días; el que ha hecho públicas las situaciones de tantas madres y abuelas coraje que sólo después de haber contado su caso en las páginas del periódico han logrado la atención que precisaban; el que, por traer una noticia firmada por David Pamies hace escasos días, desveló los apuros de un niño al que Google reclamaba 100.000 euros por haber tenido un sueño sin leer la letra pequeña, logrando con ello que se cancelase su deuda. Miles de casos, a lo largo de los años, que forman parte de la historia de la que más orgulloso puede sentirse un periódico.

Hace unos meses, en una conversación distendida cuando ya dábamos vueltas a este aniversario de INFORMACIÓN, el vicerrector de la UA Carles Cortés hizo una reflexión a tener en cuenta. La incidencia de INFORMACIÓN ha sido mucho más grande que la que se ve, precisamente porque el periódico siempre ha estado ahí y a su presencia estamos acostumbrados. Lo que se notaría sería su ausencia. Pero muchas de las inquietudes e iniciativas de esta provincia -en el ámbito de la economía, el de la cultura, el del deporte, en todos prácticamente- es probable que no hubieran prosperado de no haber tenido un medio propio en el que ser expuestas. INFORMACIÓN fue consciente muy pronto de la necesidad de dar presencia a la sociedad de Alicante más allá de sus propias páginas.

Y también de devolver a los lectores todo el apoyo que durante décadas le han brindado. Porque sin ellos, sin los lectores y los anunciantes, que son los que entendieron antes que nadie que INFORMACIÓN era su periódico -el que entraba en su casa, encontraban en su cafetería y hasta usaban para no quemarse al coger la paella, como bromeaba hace años un anuncio en estas páginas-, sin ellos, decíamos, es imposible entender no sólo el arraigo de este diario, sino su potencia tanto en los buenos tiempos como, lo que es más importante, en los malos. INFORMACIÓN nunca ha estado solo; al contrario, ha sido el periódico más acompañado de España.

Ese reconocimiento a quienes todo le debemos fue el origen de los Premios Importantes, que durante tres décadas han distinguido las acciones en pro del bien general de instituciones, entidades y personas, organizando cada año con los galardonados una fiesta que se ha convertido en el mayor acontecimiento social que se celebra en al provincia. Y también fue el impulso del que nació en los años 90 del siglo pasado el Club INFORMACIÓN, el único gran foro de debate y confrontación de ideas que permanece en activo en la provincia, por el que han pasado cientos de ponentes y miles de asistentes, y que ha conseguido convertir en tradición -inaugurada, por cierto, por Eduardo Zaplana- que los presidentes de la Generalitat Valenciana hagan en él su primera comparecencia pública tras la investidura.

El Club ha organizado cientos de mesas redondas, conferencias y coloquios, pero también de su mano se han celebrado exposiciones y se han potenciado el teatro, la música y el cine. Permítanme que les cuente otra pequeña historia: en Alicante, fue el Club INFORMACIÓN el que estrenó «Tesis» cuando nadie quería proyectarla. Y un jovencísimo Amenábar se fue aquella noche feliz porque por primera vez había visto un cine lleno.

Responder a ese trato de privilegio que Alicante ha otorgado a INFORMACIÓN sólo ha sido posible por la firmeza de la empresa editora en su apuesta por este periódico y lo que representa y por la valía excepcional de los periodistas -tanto redactores como fotógrafos- que han trabajado en él. Mujeres y hombres a los que nadie ha regalado nada. Con un nivel de autoexigencia enorme y una montaña de horas de esfuerzo cada día. «Cuando lleguen las musas, que me pillen trabajando», decía Picasso. En la Redacción de INFORMACIÓN y en sus delegaciones, las musas siempre han tenido que hacer jornada continua.

Pero también porque, en una provincia de tendencia ágrafa, INFORMACIÓN ha dispuesto del mejor plantel de colaboradores de Opinión que había en Alicante. De izquierdas y de derechas; de la Universidad y el sindicalismo; del feminismo y la rebeldía juvenil. Locales y generales. Y porque ha tenido la suerte de contar hasta el día de hoy con gerentes que amaban el periodismo y entendían a los periodistas, algo difícil de llevar sin perder la cabeza, y con abogados que han sabido defender la libertad de expresión contra cualquier ataque, viniera de donde viniera.

Con especialistas en marketing y comerciales capaces de vender publicidad sin mercadear con los contenidos. Con técnicos de sistemas, de preimpresión y de rotativa orgullosos del producto que hacen, igual que lo están quienes han mantenido las oficinas y las secretarías en marcha el tiempo que requiere un periódico, que es todo, y la recepción abierta 24 horas sobre 24. Y con ruteros y quiosqueros, cuando antes de internet nada era noticia si no se ponía en el quiosco, que consideraban sagrado su oficio. Tanto, valga la anécdota, que cuando en las inundaciones de 1997 la playa de San Juan quedó anegada y se reveló imposible repartir los periódicos, hubo distribuidores de INFORMACIÓN que cargaron los paquetes en una zodiac y vendedores de prensa que salieron a recibirlos con el agua por la cintura.

Nadie iba a comprar aquellos ejemplares. Pero estuvieron a su hora donde tenían que estar.

Hoy no haría falta una hazaña como aquella. La información fluye sin cesar y es accesible desde multitud de plataformas. Tantas que, como avisaba Machado, el principal reto es el de pararse a distinguir las voces de los ecos. Para hacerlo posible, INFORMACIÓN hace tiempo que no es sólo un periódico en papel. Es una marca multimedia que cuenta con una edición impresa a cuyas páginas acuden siete de cada diez lectores de Prensa; una edición digital que supera los155.000 usuarios diarios, usuarios que el año pasado consumieron los contenidos de 154 millones de páginas, y una televisión local que en muy poco tiempo ha logrado ser, en lo económico, viable, y en lo periodístico, referencia.

Los periodistas de INFORMACIÓN trabajan on line para conseguir que los alicantinos tengan cumplida cuenta de todo lo que pasa en cuanto pasa, pero también para que puedan disponer del análisis y la interpretación de los hechos necesaria para formarse opinión de lo que acontece. En unos pocos años, todo ha cambiado para que la esencia pueda seguir invariable. Hoy contamos con más medios y somos más eficientes, ofrecemos más información y más servicios y somos más útiles a la sociedad. Pero lo seguimos haciendo desde un periodismo riguroso, independiente, cercano, fiable, que apuesta por la reflexión antes que por el griterío y por la serenidad antes que por el espectáculo, sin renunciar por ello a ser ameno y sorprendente. Un estilo y una marca propias que ya son patrimonio de Alicante.