Una veintena de adolescentes de dieciséis a dieciocho años de edad que han cometido infracciones legales han realizado ya trabajos sociales para la comunidad en San Vicente, principalmente pintando instalaciones municipales. El Ayuntamiento de la localidad ha conseguido un bajo nivel de abandono al haber cambiado el sistema de trabajo, centrándolo en los fines de semana.

Los participantes son chicos y chicas menores de edad condenados por los jueces a realizar prestaciones sociales en beneficio de la comunidad. Los delitos por los que han sido condenados suelen ser pequeños hurtos, peleas, actos vandálicos como pintadas y, últimamente más, por agresiones a los padres.

La concejal de Servicios Sociales y Educación, María Ángeles Genovés, relata que cuando el Ayuntamiento comenzó a trabajar con estos jóvenes se integraron en las brigadas de Mantenimiento, pero no funcionó porque alteraban el trabajo normal de los funcionarios. Además, algunos jóvenes tenían serios problemas para poder realizar estas tareas entre semana, sobre todo cuando ya habían encontrado un empleo. Al fin y al cabo, lo que busca este plan es reintegrarlos en la sociedad.

Por este motivo, se encargó a la fundación Diagrama la creación de una brigada de obras que trabaja los fines de semana. Empezaron en abril del pasado año. Al frente hay un monitor que ejerce de capataz y realiza un control exhaustivo de las tareas que tienen que realizar.

Hasta el momento ya han pintado la valla del colegio Miguel Hernández, también el perímetros, las jardineras y diversas estructuras del C. P. Santa Isabel, así como las escaleras de emergencia del Centro Social. Últimamente han estado adecentando también la valla del colegio Raspeig.

"Que no haya impunidad"

El jefe de la Unidad de Servicios Sociales, Marino Martínez, asegura que los trabajos se están realizando con una "calidad aceptable". En todo caso, lo que se busca es que "no haya impunidad y que otros chavales lo vean", para que haya una repercusión social.

Además, "el trato no es vejatorio, sino todo lo contrario, lo que se hace es reeducar. A la vez que realizan estos trabajos se les enseña a resolver conflictos, pues también surgen algunos in situ".

Los grupos son pequeños, de cuatro o cinco adolescentes, para realizar un mejor seguimiento y generalmente los jueces suelen estipular entre cuarenta y ochenta horas de prestaciones a cada uno. Además, se les da cobertura por accidentes. Al concluir los trabajo, el técnico otorga una certificación porque "lo importante es el cumplimiento de las horas", explica el jefe de Servicios Sociales.