Las cinco de la tarde era hora fijada para el reparto de alimentos en la calle San Antonio, 42. Sin embargo, a las cuatro y media ya había gente merodeando ayer la vivienda del presidente de la "Asociación Sociocultural Mutxamel Gitanos", Vicente Moreno, responsable de organizar esta iniciativa en el municipio.

Para sus vecinos, convocados por los servicios de Asistencia Social del Ayuntamiento de Mutxamel, estas ayudas llegan como "caídas del cielo" cuando Gobierno y Generalitat les deniegan subsidios y subvenciones.

Moreno cuenta que hace un año que empezó yendo casa por casa, y puerta por puerta, buscando avales para sacar adelante una iniciativa que ayudase no sólo a miembros de la raza calé, sino a "cualquier persona que sufra discriminación o necesidad, independientemente de la raza o la nacionalidad". Y es que es esta fracción social, con escasos recursos y en riesgo de exclusión, la que más se ha visto golpeada por el varapalo de la crisis económica.

Quizá por ello, en menos de treinta minutos más de 60 representantes de familias habían recogido paquetes con artículos de primera necesidad: 1 litro de leche, 1 caja de galletas, 2 paquetes de espaguetis, 2 de fideos, 2 de macarrones, 250 gramos de queso, 1 kilo de harina, 1 caja de cereales, 1 kilo de arroz y papillas infantiles. Unos víveres cedidos por el Banco de Alimentos de Alicante, que sigue muy activo pese a que recientemente anunció que estaba desbordado por la situación.

La mayoría de las familias que acudieron a la cita residen en Mutxamel, pero el "boca a boca" hizo que concurriesen vecinos de otros puntos de la provincia como el barrio Virgen del Remedio de Alicante. Una firma y el número del D.N. I. eran los dos requisitos para controlar las entregas de los 1.200 kilos, en previsión de que la oferta superase a la demanda.

La alegría resultaba patente entre el vecindario. "No es que te vaya a solucionar la vida pero sí es un respiro cuando, como a mí, te deniegan todas las ayudas y becas pese a ser cuatro en casa y tener sólo un miembro trabajando", explica Ana María, quien añade que precisan de "gente así, que nos ayude cuando nadie más lo hace". Tanto ella como otras personas que esperan pacientemente su turno destacan la falta de subvenciones y el recorte en las ayudas, lo que origina situaciones dramáticas como la de Antonia, una joven madre que se mudó de El Campello hace cinco años: "Tengo dos niñas pequeñas, una ellas con epilepsia, y mi marido está parado. Como no tenemos ninguna ayuda nos vimos forzados a pedir tres préstamos, uno de ellos para poder comer; ahora no podemos ni pagarlo".

En la mayoría de los casos son mujeres las que aguardan su turno mientras Vicente Moreno sigue despachando sin tomarse un respiro salvo para escuchar las historias desesperadas de quienes esperan su aprobación para recibir alimentos.

En menos de tres horas todos los víveres se han agotado. Un total de 92 familias en situación precaria han conseguido beneficiarse de un banco de alimentos que una vez más se queda corto.