Demasiados frentes abiertos tiene el alcalde de El Campello para andarse a estas alturas con juegos que sólo pueden conducir a su desprestigio político y al fracaso del PP local. Perdidos los cuatro años de gestión, se puede hacer mal y aún peor, Juan Ramón Varo se ha apuntado a la segunda opción, el primer edil no ha tenido más remedio que replegar velas ante una serie de acontecimientos que ha hecho de su mandato un camino de espigas. Nadie creía que pudiera ser tan pobre su tercera legislatura consecutiva al frente del municipio, ni tan siquiera sus propios compañeros.

Primero le ha tocado apagar el fuego que él mismo provocó en su partido al intentar, según denunció el PSOE, "colocar" a un familiar en la ya más que masificada área de Urbanismo. Y es que sobran técnicos para los escasos proyectos que entran en el Ayuntamiento en un periodo de profunda crisis por culpa del reventón, que no pinchazo, de la burbuja inmobiliaria; el maná de un municipio abierto a la especulación. Es lo que pasa cuando se tiene la playa a pie de calle. La supuesta realización a la medida de un concurso-oposición para que una persona allegada al primer edil ocupara una plaza de funcionario, no sólo se ha paralizado, sino que ha sido aplazada "sine die", es decir, sospecho que para después de las elecciones retomará el asunto, si es que repite una victoria por mayoría absoluta el Partido Popular, única posibilidad de poder gobernar la localidad.

Esta actuación, un tanto sospechosa, causó un verdadero cisma en su grupo municipal cuando el portavoz popular, Juan José Berenguer, le comunicó en una comisión de gobierno que por ahí no pasaba. Y no pasó y supo jugar sus cartas con un silencio tan atronador que se enteró todo el pueblo excepto el líder del PSOE, porque tuvo que ser la agrupación socialista y no el grupo municipal el que alertara de estas presuntas irregularidades en el Consistorio. Pero más adelante, en estas mismas líneas, dejaremos alguna pincelada para los socialistas, el principal partido en la oposición.

Otro sapo que se ha tenido que tragar el alcalde ha sido la subida del recibo del IBI. Los vecinos de El Campello llevan tres años seguidos con un aumento de la contribución que ronda el 30%, con el lastre que supone para las familias en los tiempos en los que vivimos. Varó ha querido maquillar el incremento reduciendo el tipo impositivo para 2011, coincidiendo con el año electoral. Será una casualidad, aunque a medida que uno se hace más mayor se da cuenta que las casualidades no existen y que la contribución seguirá subiendo de forma "salvaje". El alcalde no ha tenido más remedio que intentar poner paños calientes a una polémica que amenaza con restarle votos.

Su conflicto con los vecinos de la zona norte que han llevado hasta el Parlamento Europeo los malos olores que desprende el vertedero es otro obstáculo en esa carrera para renovar el 29 de mayo, siempre y cuando al final sea el candidato, aunque su afinidad con Camps para descartar otra hipótesis. El tema de las basuras, nunca mejor dicho, huele mal y ya ha protagonizado alguna protesta, como la que tuvo lugar este verano pasado en el paseo marítimo para escarnio de unos extrañados turistas. Promesas, reuniones con la empresa y unos vecinos cabreados por donde también tiene una importante vía de agua el PP. Doscientos votos en un pueblo como El Campello puede dar o echarte del poder.

Hablar de la piscina cubierta es mentar a la bicha. La gran promesa electoral tampoco será una realidad durante este mandato que toca a su fin. El intento de financiar la obra vendiendo suelo público acabó en los juzgados y no sólo perdió el pleito el Ayuntamiento, también lo hicieron los ciudadanos que se ven privados de una instalación "maldita" por la deficiente gestión de sus gobernantes. Nombrar desfases presupuestarios y previsiones económicas dependientes del urbanismo que al día de hoy son imposibles de cumplir, es perder el tiempo y aburrir al personal. El ciudadano lo único que entiende es cómo le han tocado su bolsillo la subida del IBI y cómo un alcalde pretendía aumentar el gasto de personal en un departamento saturado de técnicos. ¿Es que acaso el Ayuntamiento funciona como una oficina de empleo? Se supone que no, pero ya saben que en los pueblos todos son familia.

De otra parte, el Partido Socialista también tiene su historia. Su oposición ha sido más suave de lo que cabía esperar, teniendo en cuenta cómo perdió la Alcaldía en 2003 debido a una moción de censura. De su portavoz, José Varó, se tiene la opinión en una parte significativa del partido de que sería un gran gestor si llegara a ser alcalde. El inconveniente es cómo llegar. Le falta bajar al ruedo y saber transmitir su trabajo y proyectos. Dos inconvenientes graves para alcanzar la vara de mando. Aún no se sabe si será el candidato elegido, pero todo apunta a que puede tener algún que otro adversario. Quizá viendo la debilidad y la cuestionable actuación del alcalde popular, los socialistas deberían aunar fuerzas en vez de enfrentarse en batallas inútiles que para lo único que sirven es para potenciar al adversario político. Está claro que solos no van a poder y que tendrán que apoyarse en el Bloc (actualmente los nacionalistas tienen dos ediles) para conseguir su fin. Aunque antes deberán escudriñar entre sus ediles electos para que no salga otro Vicente Rubio (se convirtió en un tránsfuga que dio la Alcaldía al PP cuando gobernaba la socialista Marita Carratalá). Supongo que a base de palos se aprende la lección y nadie en su casa está exento de tener un garbanzo negro.