El dueño de la finca Far West de El Campello va a presentar una demanda contra el Ayuntamiento para reclamar el pago de daños y perjuicios por impedir la celebración de un "juego de guerra" de "airsoft" en su recinto. Según explicó el propietario, Ramón Rodríguez, se siente "perseguido" por el Consistorio, que en los últimos años no le ha permitido realizar diversos eventos y le abrió en 2002 un expediente sancionador por una infracción urbanística que finalmente él ha ganado en los tribunales.

El pasado fin de semana estaba previsto que cerca de sesenta personas venidas de diferentes puntos de España participaran en una partida de "airsoft", un juego similar al "paintball" pero en lugar de lanzar bolas de pintura con unas pistolas, se disparan pelotitas biodegradables, simulando estar en una guerra. Al tener conocimiento el Ayuntamiento de esta actividad a través de este medio y comprobar que nadie había pedido permiso ni en la Corporación ni ante la Conselleria de Medio Ambiente, el Consistorio denunció los hechos ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), al considerar que afectaba a zona protegida, siendo informado el promotor de que impedirían su celebración.

El dueño aportó documentación a este medio que demuestra que su finca, de 156.000 metros cuadrados, consta como suelo no urbanizable común y que por ello se pudo construir allí, en los años 80, el poblado del oeste, cuya actividad también está autorizada y que funcionó entre 1985 y 1998.

Rodríguez explica que no tiene por qué pedir permiso para celebrar la partida dentro de su recinto, que está vallado y consta como suelo rústico. No entiende que desde que compró la finca en 2000 con la intención de reabrirla y potenciarla, el Ayuntamiento no ha parado de ponerle trabas, cuando debería darle facilidades al ser un lugar singular que se podría convertir en un atractivo turístico para el municipio. El Far West cuenta con restaurante, bar, salón para espectáculos, locales comerciales, piscina, cuadras e incluso un fuerte, todo de madera decorado como un auténtico poblado del oeste americano, incluso con cabañas de indios simuladas, junto al Barranc de Aigües. Es tal su realismo que en los últimos años se han rodado diferentes secuencias de cortos y películas, que suponen la única actividad que se ha podido desarrollar en la finca.

Desde el Ayuntamiento insistieron que aunque se trate de suelo rústico hay determinadas actividades que no pueden realizarse allí, ya que entre los usos permitido no figura ese tipo de celebraciones.