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ilos y kilos de basura. Es lo que se encontró Ángel al entrar a la vivienda que había alquilado dos años antes en el centro de Alicante a un médico murciano. Los funcionarios del juzgado que acudieron esta semana a desahuciar a su arrendatario por no haber pagado desde hacía seis meses se lo advirtieron antes de entrar: su inquilino tiene el síndrome de diógenes. El propietario ya conocía que se trata de una alteración psiquiátrica caracterizada por la acumulación de grandes cantidades de desperdicios y objetos inservibles en la vivienda, pero no pudo imaginar lo que se iba a encontrar tras la puerta.

Al asomarse al pasillo comprobó que cajas, bolsas, basura y todo tipo de objetos obstruían el paso, pero lo peor estaba por ver. Kilos y kilos de desperdicios se acumulaban en la habitación en la que su inquilino dormía entre orines y montañas de porquería. La nevera estaba a rebosar de comida putrefacta y al salón era casi imposible acceder por juguetes y trastos inútiles. Mientras, los baños parecían una especie de santuarios repletos de figuritas sobre el inodoro y tenían los grifos rotos, lo que evidenciaban la escasa utilización de los dos aseos de la casa. Su lujoso piso de 160 metros cuadrados se había convertido en un estercolero.

La casa está llena de juguetes, ropa, fotos y artículos de niña. Ángel explica que "pertenecen a su hija de unos diez años, a la que los vecinos han visto en varias ocasiones". No obstante, "el vecindario me ha confirmado que llevaban meses sin verla por aquí, quizás porque, como él me dijo hace unos seis meses le habían quitado la custodia y había dejado de ir allí durante los fines de semana que le tocaba". El propietario desconoce si la menor tuvo que vivir en esas condiciones o el deterioro psiquiátrico de su inquilino se produjo después.

"Me fié de él cuando vino a alquilarme el piso y me dijo que era un médico de Murcia, de unos 50 años, que había decidido venirse a Alicante a vivir", explica Ángel, quien insiste en que "me pagó todos los meses hasta el pasado mes de julio". En agosto no pudo denunciarlo al ser inhábil en los juzgados, pero sí lo hizo en septiembre. Sin embargo, "no ha sido hasta ahora cuando he logrado que lo desahucien".

Los funcionarios judiciales acudieron al domicilio de la calle Isabel la Católica acompañados de Ángel y su esposa, que se quedaron en el rellano esperando a que su inquilino abandonara su casa. Salió a la media hora "con cuatro o cinco maletas, con aspecto elegante y perfumado", lo que todavía les sorprendió más al asomarse a la vivienda.

El inquilino prometió a Ángel que se personaría con un camión y una cuadrilla de personas a retirarlo todo. De hecho, ayer una empresa de mudanzas de San Vicente acudió al domicilio a las ocho de la mañana, "pero nada más entrar en la casa me dijeron que se negaban a trabajar en esas condiciones de insalubridad". Ángel ya ha contactado con una empresa donde le han asegurado que le costaría "unos dos mil euros y que serían necesarios dos contenedores de obra para retirar toda la basura".

También tendrá que pagar una buena limpieza, pintura, arreglos, electrodomésticos y una desinfección. Ante esta situación asegura que "no volveré a alquilar más una casa, por lo menos hasta que no cambien las leyes". Pues cree que el proceso "no debería tardar tanto".