Con el Consell casi en pleno y con la mayoría de los alcaldes del PP en la provincia en primera fila, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y lo hizo con toda la intención, dejó claro que el modelo de unfuturo gobierno de Mariano Rajoy está en la Comunidad, en la provincia y, singularmente, en Torrevieja, la ciudad que dirige Pedro Hernández Mateo, actualmente imputado en dos procesos judiciales diferentes.

"Queremos que España se gobierne así, como Torrevieja -dijo antes de completar-, como Alicante y como toda la Comunidad, eso es lo que queremos", apostilló Camps. Fue uno de los puntos culminantes de un acto en el que se evidenció que, a pesar de que el pacto para las candidaturas de las generales ha acabado reforzando al jefe del Consell, las listas para las generales generan, en privado eso sí, división de opiniones. A los campistas, como es obvio, les encantan. A los zaplanistas, por contra, todo lo contrario. El resultado electoral, en todo caso, todos coinciden, marcará si unos y otros vuelven a desatar las hostilidades internas. Eso sí, de puertas para afuera, todos se encargaron de remarcar la unidad del PP.

La cita de Torrevieja más que un acto, fue un desembarco. Casi todos los candidatos -incluido el suplente del senador Barceló, su nieto Agustín- y buena parte de los cargos públicos populares adornaban un auditorio de público que, raramente, bajaba de los 60 años. Camps, con cerca de una hora de retraso, llegó al acto acompañado de los chicos de "Caiga quién caiga", que esperaban con paciencia. Una vez dentro, como todo el mundo no cabía, hubo que abrir las puertas laterales que, en algún caso, se despejaron en seguida al ponerse en marcha los aspersores del jardín que circundaba los salones donde se celebraba la convocatoria popular.

Entre alguna bandera de España, algún cartel de apoyo a Trillo y algún insulto al presidente del Gobierno -"Zapatero traidor", se escuchó en varias ocasiones- se sucedieron los discursos. Ya se sabe la cantinela: agua, financiación, seguridad e infraestructuras y..., en esta ocasión, elogios, hasta del "enemigo" Ripoll, a Mateo que acabó vitoreado como el padrino de las bodas. "Pedro, saluda a la afición", le pidió desde la tribuna un Joaquín Ripoll que hizo, seguro, de tripas corazón.