La última vez que un presidente de la Generalitat accedió a explicar sus proyectos a los alicantinos a través del medio de comunicación más importante de su provincia Felipe González aún era el secretario general del PSOE, Aznar hablaba catalán en la intimidad, las Torres Gemelas eran un atractivo turístico más de Nueva York, nadie pensaba que la peseta podría desaparecer un día y Terra Mítica no existía ni en proyecto. En el Palau acababa de sentar sus reales Eduardo Zaplana, que muy pronto impuso la censura a un periódico que no podía controlar. Once años después, su sucesor, Francisco Camps, ha levantado, tras meditarlo durante una legislatura entera, un veto tan incomprensible como antidemocrático, cuyas primeras víctimas eran los ciudadanos. ¿Por qué ahora? La respuesta es clara: el jefe del Consell teme que resurja en Alicante un sentimiento anti-Valencia que en el pasado supuso un pesado lastre para toda la Comunidad y busca la mayor audiencia posible para aportar las razones que, en su opinión, desmienten cualquier agravio.

La entrevista se realiza en el despacho oficial de Presidencia. Un despacho donde lo que más llama la atención es la austeridad. No hay adornos, no hay recuerdos personales; no hay, ni siquiera, papeles. Pero sobre todo contrasta con cualquier otra dependencia oficial la ausencia absoluta de fotos institucionales, de esas en las que, con dedicatoria o no, aparecen el Rey o el presidente del Gobierno o el líder del partido de turno. Nada. Las únicas imágenes son las de su familia, en un gran marco situado junto a la pantalla del ordenador. Por lo demás, sobre la mesa sólo hay un libro: «Vida y destino». Pese al título, ni lo ha escrito él ni lo ha prologado Eduardo Zaplana. Lo escribió el ruso Vasili Grossman a finales de los cincuenta, entonces fue censurado y medio siglo después se ha convertido en el best seller del año. Un libro duro, sin contemplaciones, que habla de política, de ética, de moral pero, sobre todo, del sufrimiento que los seres humanos son capaces de inflingirse unos a otros en una guerra, en este caso la Segunda Guerra Mundial. De guerras, por supuesto infinitamente menos cruentas, pero guerras también, sabe mucho este presidente que acabó desde dentro con el imperio de Zaplana y que, fiel al espíritu espartano del propio lugar donde trabaja, rechaza los sofás y los sillones y prefiere someterse al interrogatorio de más de dos horas bailando contínuamente sobre una silla.

¿El Gobierno que usted preside discrimina a Alicante en inversiones o dotaciones?

No, e incluso podría hacerse esa aseveración al contrario. De estarlo [discriminada], que no lo está, podría ser incluso en positivo. Además del equilibrado reparto de las inversiones, que es porcentual al peso de la población, en cuatro años se ha invertido más en Alicante que en toda la historia en infraestructuras estratégicas. Se ha producido un hecho histórico: un Metro que representa esa apuesta por núcleos urbanos perfectamente conectados que le dan a un área la capacidad para seguir creciendo en el futuro. Todas las reivindicaciones que he hecho como presidente de la Generalitat más allá de los límites de la Comunidad Valenciana tienen de forma específica a la provincia de Alicante como una parte fundamental del territorio. Primera gran reivindicación que he mantenido de forma insistente: trasvases de agua a nuestro territorio. Del Tajo al Segura; del Júcar al Vinalopó, además de la toma que siempre hemos dicho, o sea de arriba. Y más del 50% del trasvase del Ebro para la Comunidad Valenciana también es para Alicante. En seguridad ciudadana, más del porcentaje que correspondería al peso de la población pertenecería también a la provincia de Alicante por muchos motivos: porque es la que más ha crecido en términos demográficos y porque es la que más núcleos de población urbana tiene de toda la Comunidad. La otra gran apuesta es el tren de alta velocidad, obviamente. En la cuarta de las grandes reivindicaciones, la de lograr una mejor financiación en función de la población, también Alicante tiene un peso específico. Hay dos datos muy reveladores: una población podría sentirse tratada de forma diferente y, por lo tanto, actuar políticamente de forma diferente. El porcentaje de votos en las últimas elecciones autonómicas a favor de la opción que yo represento ha sido prácticamente el mismo en la provincia de Alicante que en las de Valencia y Castellón. Uno de cada dos alicantinos votó al PP, como lo hizo uno de cada dos valencianos y uno de cada dos castellonenses. Si hubiese algún criterio sociológico que marcase un trato diferente a una parte del territorio se habría notado en las elecciones. El alicantino, el valenciano y el castellonense tienen una misma visión del Gobierno autonómico. Las inversiones de la Generalitat han permitido estos años que Alicante sea una provincia de acogida. Difícilmente una provincia puede ser de acogida si no tiene la garantía de la Administración de que tendrá el trato equilibrado correspondiente. Uno de cada dos puestos de trabajo que se han creado desde que soy presidente se han generado en la provincia de Alicante.

Entonces, ¿no son ciertos los datos que expuso el presidente de la Cámara de Comercio en su discurso de la Noche de la Economía Alicantina?

Los datos que tengo no son esos.

¿Qué le molestó de ese acto?

Nada. No hubo nada que me molestara, en absoluto. Es más, me sentí «súper a gusto». Siempre he acudido a la Noche de la Economía y lo seguiré haciendo mientras sea presidente.

Si usted defiende que no existe ningún tipo de agravio, ¿por qué cree que existe tal sensación?

Es que no existe la sensación. Si la hubiera, con datos electorales de hace cinco meses, el comportamiento habría sido diferente, y no lo ha sido. El alicantino, el valenciano y el castellonense han votado de igual manera el mismo día y a la misma hora, no hay diferencia. Uno de cada dos alicantinos fue el 27 de mayo a decir sí al Partido Popular y sí al candidato que era el presidente en ese momento. Desde el punto de vista estratégico, las inversiones de los últimos años son, al final, el voto del alicantino hace cinco meses. No hay una relación de inversiones estratégicas como las de Alicante ni en la provincia de Valencia ni en la de Castellón. La Vía Parque, la Gran Vía, el Bulevar del Pla, los accesos a la Playa de San Juan. La avenida de Dénia, que es el acceso a la capital, con una inversión de 50 millones de euros, no la hay ni en Valencia ni en Castellón. Y eso no significa que se discrimine a las otras provincias, sino que en este momento correspondía hacerlo allí. No hay un sistema de transporte público ni en Castellón ni en Valencia que conecte el centro de la ciudad con toda su costa. No lo hay. No hay una red arterial de carreteras como la de Alicante. Entre otras cosas, porque el interior de las provincias de Valencia y de Castellón no tiene el mismo peso que el interior de Alicante.

Ha anunciado usted una serie de cumbres para elaborar un plan estratégico de la provincia de Alicante. ¿Cuál es el objetivo final que persigue?

Durante los últimos dos septenios, la Comunidad Valenciana ha recortado distancias con las regiones europeas más prósperas. ¿De qué hemos hablado estos años? De puertos, aeropuertos, autovías, infraestructuras, agua, colectores, planes antirriadas. El dinero de Europa se ha encauzado hacia proyectos sobre los que todos estábamos de acuerdo. La Comunidad Valenciana ha pasado de Objetivo 1 a región de competitividad. Hace año y medio inicié contactos con todas las fuerzas sociales, reuniones que se denominaron «Comunidad Valenciana 2010». Sobre esa base quiero ahora elaborar el documento de cada una de las tres provincias. Y empiezo por la provincia de Alicante. Esta es la explicación para que en el nuevo septenio el dinero que tenga que venir de Europa se destine a innovación, formación y competitividad. Hemos desarrollado las infraestructuras de comunicación (aún estamos pendientes del agua y del AVE); y ahora hay que poner en marcha las infraestructuras del conocimiento y la educación.

Proyecto abierto

¿Y no le parece un disparate que se elaboren tres planes estratégicos diferentes? El que abandera la Cámara, el que lidera la Diputación y el que prepara la Generalitat. ¿Lo lógico no sería unir esfuerzos?

El día que lo presenté, hace una semana, dije que abriríamos el plan a las diputaciones, ayuntamientos, Cámaras, universidades, en fin, a todo aquel que quiera aportar. Si hay otros planes estratégicos, pues se irán enganchando, fenomenal.

¿Ese plan estratégico contempla algún tipo de relación entre Alicante y Elche? ¿Cuál cree que debe ser la relación entre estas dos poblaciones?

A mí me encantaría que los alcaldes de Alicante y Elche...

Pero más allá de ellos, ¿su Gobierno tiene prevista alguna actuación que interrelacione ambas ciudades?

Ya lo está haciendo con el transporte público y las infraestructuras.

¿El TRAM llegará a Elche?

Sí, sí, el TRAM va a llegar a Elche. Y las infraestructuras de comunicación de las vías parque o el área universitaria de los campus de San Vicente y de la «Miguel Hernández» son de una potencia espectacular.

¿Sabe usted que los alcaldes de Alicante y Elche nunca se han reunido?

¿Nunca? Pues a mí me encantaría que lo hiciesen, la verdad. Se trata de la segunda y la tercera ciudad de la Comunidad Valenciana.

¿Es equiparable el impacto económico de la Volvo Ocean Race para Alicante que el que la America's Cup tuvo para Valencia?

Yo creo que más, por un motivo esencial. Alicante es eminentemente exportadora y es la gran provincia turística de la Comunidad. La Volvo Ocean Race es un elemento mediático y promocional de primer orden y Alicante va a tener presencia pública mundial durante nueve meses. Tenemos que sacar el máximo rendimiento a ese gran evento porque es puramente mercantil, de venta de ese producto llamado Comunidad Valenciana y provincia de Alicante.

¿Qué opina del proyecto para instalar una planta de biodiésel en el puerto de Alicante?

Lo que decida el Ayuntamiento es determinante, se trata de una cuestión muy singular.

¿Qué planes tiene el Consell para afrontar la desaceleración del sector inmobiliario y de la construcción y para mantener la actividad de la industria?

Los planes de competitividad están funcionando. La mitad del empleo industrial creado en España en el último cuatrienio se ha creado en la Comunidad Valenciana. En el último año, dos terceras partes se han creado en la Comunidad y uno de cada dos en Alicante. En 12 años hemos pasado de una tasa de paro del 23% al 9% en Alicante. En la construcción, efectivamente, estamos viviendo un momento diferente al de los últimos años, pero soy absolutamente optimista. De las zonas más desarrolladas con capacidad de crear empleo, estamos en el territorio climatológicamente más benigno. No hay otra región europea que concite otra expectativa de calidad y bienestar como la nuestra. En mejores momentos y en los que no sean tan buenos, la Comunidad y Alicante seguirán creciendo.

Sin embargo Alicante tiene 7.000 parados más que hace un año.

Pero ha seguido generando empleo en masa. La inscripción en las oficinas del INEM ha crecido porque somos el único territorio con expectativas de España.

¿De qué manera tienen previsto actuar frente a la disminución de la actividad inmobiliaria y de la construcción?

Se construyen más viviendas que nunca. Hay más gente trabajando en la construcción de la que nunca había trabajado, y hay más turistas que nunca. Otra cosa es que veamos y percibamos que hay que seguir siendo competitivos, haciendo el palacio de congresos, el auditorio, mejorando el puerto, el aeropuerto, la feria, y en el ámbito nacional, tener un Gobierno que haga las reformas económicas pertinentes para que todo esto siga adelante, pero no quiero derivar responsabilidades hacia otros.

Para lograr esos objetivos se necesita garantizar los recursos hídricos. ¿Tan difícil es lograr la unidad de los dos grandes partidos en materia de agua?

Unidad la hubo, pero llegó Carod Rovira. De repente, en el año 2003, el PSOE tiene opciones de gobernar Cataluña y se va al partido que le puede dar la mayoría, que es ERC. Carod Rovira le dijo a Zapatero que o paraba el trasvase del Ebro o no lograba el Gobierno de Cataluña. El trasvase se deroga, y cuatro años después de que Zapatero llegara a la Moncloa, aquí no ha venido un solo hectómetro cúbico.

Sin embargo, lo que hasta no hace mucho era una postura unánime del PP comienza a tener detractores en Aragón, en Castilla-La Mancha y en Cataluña. Incluso Rajoy parece que no se atreve a reivindicar de nuevo el trasvase del Ebro.

No, no, no. El Partido Popular de España dice sí al trasvase del Ebro a la Comunidad Valenciana.

¿El programa con que se presentará el PP a las generales hablará específicamente del trasvase del Ebro?

Sí, sí, sí. Y además, el documento de intenciones programáticas habla claramente de transferencia de cuencas. No hay otra transferencia de cuencas que no sea del Ebro a la Comunidad, del Tajo al Segura y del Júcar al Vinalopó. El PP no ha cambiado en ningún momento de opinión, tampoco en Cataluña o en Aragón, ni en Castilla-La Mancha. Mariano Rajoy lo tiene muy claro. Y yo no voy a variar mi discurso ni un metro cúbico. Como presidente de la Comunidad, soy un responsable político de España, tanto o más que los ministros. El discurso del agua del Ebro no es sólo de defensa de nuestro territorio, sino de defensa de toda la nación. Es una cuestión patriótica, no de partidos ni territorial. Patriotismo significa dar aquello que sobra al que no tiene si es de tu misma nación. Eso es patriotismo. El patriotismo del siglo XXI no es sólo la simbología, es la solidaridad. Miles de niños de toda España han venido a estudiar a las aulas de la Comunidad y no se le ha pedido el carné de identidad a nadie.

En cualquier caso, ¿no debería haber más colaboración de su Gobierno con los proyectos alternativos de desalación que promueve el Ejecutivo central?

No hemos dejado de colaborar. El Plan Agua es el anexo de inversiones del Plan Hidrológico Nacional elaborado por el PP. El Gobierno de Zapatero está haciendo exactamente lo que estaba previsto en el PHN, excepto una cosa: una desaladora en Torrevieja que está situada en un parque natural.

Con una deuda pública de 11.000 millones de euros y pagos aplazados por más de 20.000, ¿la Generalitat tiene dinero para acometer las inversiones futuras?

Hay hospitales y hay colegios. Hace 10 años se decía que la Generalitat tampoco tenía dinero, y ahí están los frutos de una gestión. Al Gobierno tampoco le estamos pidiendo nada que no nos corresponda.

La Generalitat participa con más de un 20% en el capital de Terra Mítica. ¿Tienen previsto desprenderse de esta participación?

Terra Mítica ha superado una suspensión de pagos y por primera vez desde su andadura tiene superávit en la cuenta de explotación. Lo bueno, de momento, es dejar las cosas por donde van.

¿Considera acertada la decisión de la CAM de salir a Bolsa?

La caja saldrá a Bolsa cuando crea que es el momento oportuno. La decisión me parece excepcional, con criterio y con rigor. Por dos motivos: en primer lugar, es muy valiente que una caja de ahorros se quiera contrastar en el mercado; y en segundo lugar, va a captar financiación para invertir en Alicante.

La decisión implica que las autoridades financieras deberán supervisar las inversiones de la caja, incluidas las sugeridas por la Generalitat. ¿Su influencia política en la CAM va a ser menor?

Durante cuatro años no recuerdo ninguna sugerencia hecha a la CAM.

La última renovación de la caja se vio envuelta en una batalla política...

... en la democracia que está planteada para la elección de los cargos de la CAM, es decir, en la aplicación estricta de la ley que dice que ciertas instancias y administraciones tienen potestades para la elección de representantes. La CAM responde no sólo a las decisiones que toma su presidente, sino a la presencia de personas que representan a la sociedad civil alicantina. Como liberal, que sea el mercado el que regule la vida de la CAM me parece doblemente inteligente. Esa decisión va a hacer a la provincia y a la Comunidad más potentes y más ricas.

¿Mantiene usted que no habrá fusión entre CAM y Bancaja?

Es una de las apuestas políticas de las que más feliz me siento. La independencia de ambas y sus expectativas de mercado permiten que en nuestro territorio haya dos grandes cajas de ahorro compitiendo y que nuestros ahorradores tengan dos fórmulas distintas para buscar mejor acomodo a sus intereses económicos.

¿Cuál debe ser la estrategia del PP en las generales?

Transmitir que el PP va a ganar las elecciones, hablar de futuro y explicar a los españoles que el desaguisado de Zapatero es solucionable. Si el día 9 gana el PP, el día 10 habrá una euforia económica y de confianza de los españoles, confianza que necesitan recuperar cuanto antes. Estoy convencido de que si gana Rajoy, al día siguiente subirá la Bolsa.

¿Se siente un barón dentro del PP?

Me siento presidente de la Generalitat y con toda la legitimidad y la fuerza de reivindicar a partir del 9 de marzo, gane quien gane, las necesidades de Alicante, Valencia y Castellón.

¿La elaboración de las candidaturas le va a obligar a remodelar su gobierno?

No lo sé. El comité electoral tiene que decidir.

O sea, que Gerardo Camps puede ser candidato al Congreso.

Los comités electorales tienen que decidir. Yo he formado un gobierno y un grupo parlamentario para cuatro años. No voy a cortarle las aspiraciones a nadie, pero nadie ha venido a contarme sus aspiraciones.

¿Querría usted que Rita Barberá fuera candidata al Congreso por Valencia?

Rita Barberá puede ser lo que ella quiera, es uno de nuestros valores políticos más significados.

¿Y Luis Díaz Alperi?

Luis, igual. Puede hacer lo que él crea conveniente y además es uno de los hombres más disciplinados que tenemos.

¿Le cae bien Federico Trillo?

A mí me caen bien todos mis compañeros de partido. Federico Trillo sabe muy bien en cada momento cómo actuar ante las circunstancias de la vida. Es un especialista en Shakespeare.

Rajoy ha asumido el compromiso de limitar su mandato a ocho años en caso de salir elegido. ¿Piensa seguir el mismo camino?

Yo debo estar al servicio de los valencianos que hace cinco meses me votaron. Mi preocupación es hoy, mañana, dentro de seis meses y dentro de un año. A mí me gusta hablar muy poco de mí mismo, me gusta hablar de la Comunidad.

¿Dónde quiere que esté situada la Comunidad cuando abandone el cargo?

La Comunidad tiene que haber alcanzado el pleno empleo, haber logrado los mismos niveles que las regiones de prosperidad europeas, garantías de futuro sobre la base de las cuatro grandes reivindicaciones y el desarrollo en un grado de excelencia de las expectativas de competitividad. Innovación, formación e infraestructuras, además del grado de bienestar que todos queremos: la mejor sanidad, la mejor educación y la apuesta por la sociedad de las oportunidades. La Comunidad debe conseguir que en el discurso nacional desaparezca la palabra privilegio y funcione la palabra reconocimiento. La España del siglo XXI ha de configurarse obligatoriamente en el discurso de la Comunidad Valenciana, porque esta autonomía está haciendo grande a España.

¿En la España del siglo XXI cabe la clausura de TV3 en la Comunidad?

Lo que es normal es que se aplique la ley. Yo no digo que aquí no se pueda ver esa televisión, pero a mí me han dado una cosa que se llama televisión digital terrestre y la ley me obliga. Yo no he hecho ilegal a esa televisión, la ha hecho el Gobierno de España.

Con los resultados de las últimas autonómicas, ¿damos el zaplanismo por muerto?

Con esos resultados, con los obtenidos desde 1995 y con la gestión de los anteriores presidentes Eduardo Zaplana y José Luis Olivas, se corrobora que este proyecto político es el más adecuado y cercano. Lo que inició excepcionalmente bien Eduardo Zaplana, continuó José Luis Olivas y ahora encarno yo es el discurso del PP. Nunca se había concentrado tanta ilusión en una comunidad. Además, cada día que el PP gobierna en esta legislatura es un día más que los ciudadanos han confiado más en el PP que en el PSOE. Esa teoría de que la Comunidad Valenciana era de izquierdas ha quedado completamente desmentida. Al PSOE siempre le votaron 800.000 personas en la Comunidad Valenciana y al PP comenzaron a votarle 500.000 personas y ahora nos votan 1.300.000. Es mucha gente.