L os vecinos del bloque de viviendas ubicado en la calle Músico Antonio Flores 8, en Juan XXIII, están divididos. Hay dos viviendas por planta y los residentes en el ala derecha no pueden convivir, aseguran, con los del ala izquierda. «Desconocemos quiénes son los propietarios, viven catorce en cada piso, han arrancado el aluminio para venderlo, las tuberías... Llevamos así ocho años y no sabemos cómo atajarlo», denuncian varios vecinos, que prefieren no identificarse, de esta calle y de la vecina Fotógrafo Ángel Casado.

Las quejas se extienden a la degeneración del inmueble, con «puertas reventadas y otras cerradas con candado por fuera, portal sin puerta, la entrada se incendió, hay orines en la escalera y basuras en los patios, tiran allí las bolsas, muebles y un sinfín de barbaridades. Abren los grifos y cae el agua de un piso a otro, hay cucarachas y ratas. No hay forma humana de vivir allí». Algunos de los afectados sufren ansiedad por esta situación y sienten miedo de sus convecinos. «Nos tienen coaccionados». Y añaden que «cada dos por tres se enganchan a nuestros contadores, denunciamos a Iberdrola, van con la Policía y cortan los cables, pero ellos vuelven otra vez».

Estos vecinos han llamado en numerosas ocasiones a la Policía y presentaron una queja por registro en el Ayuntamiento en abril solicitando «que intervengan y tomen cartas. Que averigüen

Sobre esta queja, fuentes de Servicios Sociales del Ayuntamiento explicaron que es la Policía Local la que interviene en casos de ocupación ilegal de viviendas y desalojos, y declinaron confirmar o no si realizan con estas personas algún tipo de acción social porque estos expedientes son privados.

A esta denuncia se suma la de una familia que vive en el Camino de la Alcoraya, que afirma que «no hay barrio en Alicante que esté tan sucio como la puerta de nuestra casa». En su caso se quejan del asentamiento frente a su residencia - una casa de campo - de un grupo de familias con tres caravanas, varios remolques, al menos cinco furgonetas y diversos coches, que han instalado sus enseres junto a una casa abandonada frente a las vías del tren y que «se enganchan a la luz en el transformador de nuestra finca. Nos han tirado un muro y todo está lleno de bolsas de basura, botellas, zapatos, ropas... Hemos llamado al Ayuntamiento para que vengan a limpiar, porque el contenedor que pusieron es insuficiente, y a los desratizadores». La propietaria asegura que denunciaron hace un año y medio «a Iberdrola, por pasar cables que ponen en peligro la vida de mis nietos, y a Renfe, por destrozar el camino que asfaltamos y pagamos de nuestro bolsillo con unas obras que hicieron y después no lo arreglaron». Ayer por la mañana no había nadie en este asentamiento en el que se veían colchones, plantas y alimentos. Fuentes de Iberdrola recordaron que «hacemos lo posible por detectar y eliminar tomas ilegales - como hicieron con los pisos patera de Juan XXIII - , muchas veces con riesgo para nuestros operarios porque les apedrean». Por ello acuden con la Policía.