La mitad de los bebés con sarna de Alicante reciben un diagnóstico inicial incorrecto

Un estudio de la UMH confirma que las probabilidades de sufrir la enfermedad son mayores cuando se convive con más de cinco personas en casa

"El tratamiento simultáneo es necesario para no volver a ser fuente de contagio", explica la dermatóloga y docente Isabel Betlloch

Una mujer que sufre sarna, junto a su hijo, en una imagen de archivo

Una mujer que sufre sarna, junto a su hijo, en una imagen de archivo / ANTONIO AMORÓS

Juan Fernández

Juan Fernández

La sarna es más frecuente de lo que se cree y está en el punto de mira de la medicina. Un trabajo recientemente publicado en la revista Children, efectuado en la Universidad Miguel Hernández y el Instituto de Investigación ISABiAL durante los últimos dos años, ha estudiado esta infestación parasitaria en lactantes para ver sus características en este grupo de edad y determinar posibles factores asociados con el retraso del diagnóstico y la mala respuesta al tratamiento. La investigación, liderada por la profesora titular de Dermatología de la Facultad de Medicina de la UMH, Isabel Betlloch Mas, ha considerado como objeto de estudio los casos con diagnóstico confirmado o de sospecha de sarna en el ámbito del Hospital General Universitario de Alicante Dr. Balmis, y busca dar respuesta a cuestiones relacionadas con esta infección en niños de hasta dos años.

Así, el estudio expone varios resultados de interés bastante claros: en primer lugar, se ha observado que el principal foco de contagio en los bebés es la familia, (en el 94% de los casos analizados), donde más de la mitad de los lactantes convivían con cinco o más personas, sugiriendo que un alto número de convivientes puede generar un mayor riesgo de infección.

En segundo lugar, del análisis se extrae que al 51% de los menores afectados se les dio un diagnóstico inicial incorrecto antes de confirmar la sarna, facilitando, por tanto, la propagación de la infestación. Esto no es raro, puesto que las manifestaciones de la sarna en los bebes difieren de las de los adultos, con lesiones cutáneas generalizadas y malestar que se pueden confundir con otras erupciones propias de los lactantes como han sido las infecciones víricas inespecíficas, primer diagnóstico erróneo seguido de la dermatitis atópica, muy frecuente entre los lactantes. Por otra parte, los bebés pueden no manifestar de manera explícita el picor propio de la sarna, mostrándose con irritabilidad o dificultad para dormir.

Pese a que pueda parecer una enfermedad lejana, como de otro siglo, la sarna es una infección generalizada de tremenda actualidad. Esta infección se debe a unos parásitos que se introducen en la piel de las personas, escarban unos surcos y causan una erupción que provoca mucho picor. Hay informes que estiman que pueden estar afectadas unas 200 millones de personas en todo el mundo. Entre sus posibles consecuencias, se encuentra la posibilidad de provocar infecciones tanto localizadas en la piel como formas generalizadas más graves.

El contagio se propaga por contacto directo con la piel de las personas afectadas y los grupos de edad que corren más riesgo de contraer esta enfermedad son los niños y los mayores. "La sarna existe. Puede parecer una enfermedad del siglo XIX, pero en los últimos años ha habido un mayor incremento y así lo vemos diariamente en nuestras consultas", explica la doctora Betlloch, especialista en dermatología. "Cualquier médico o dermatólogo te confirmará que hay muchísima sarna y, en mi caso, he podido comprobar que hay mucha incidencia en menores lactantes". 

La introducción del parásito en la piel sería solo el inicio del problema, que posteriormente seguiría con una reacción del organismo como de rechazo al ácaro manifestada en forma de distintos tipos de lesiones en la piel, por diversas partes del cuerpo y con un picor muy intenso. "Este fuerte picor se produce sobre todo en horas nocturnas, horario preferido por los ácaros para escarbar el surco en el que colocan sus huevos", añade Betlloch. Ante esta situación, nuestro cuerpo reacciona con un rascado intenso, que puede provocar graves lesiones.

Lactantes vulnerables

La investigación pone de relevancia que el diagnóstico de sarna "puede ser un desafío en los bebés debido a su incapacidad para expresar malestar y la presentación clínica divergente", así como al hecho de que "muchos menores lactantes no muestran signos de prurito" (la sensación de picazón que provoca el deseo de rascar la piel). Por tanto, como resultado, el diagnóstico y la resolución pueden retrasarse, lo que facilitaría la propagación de la infestación así como la resistencia al tratamiento.

La inmadurez inmunológica en los lactantes (etapa entendida de 0 a 2 años) es el factor principal que explica la vulnerabilidad de este sector de la población. En la investigación, se observa que un tercio de los niños diagnosticados en el período analizado tenían menos de dos años. El número total de infantes en el área de salud abordado en el período de estudio era de 5788; con lo que se estima que la incidencia anual de sarna en lactantes de Alicante es de 441 por 100.000 habitantes.

Y en este sentido, ¿cuál es el tratamiento efectivo para paliar esta enfermedad? La doctora Betlloch explica el principal problema existente al intentar tratar la sarna: "cuando un individuo es diagnosticado, no solo tiene que tratarse él, sino todas las personas que han estado o están en constante contacto con él". Podría darse el caso de que una persona de su círculo cercano estuviera incubando la enfermedad y que, al cabo de unos días, volviera a ser fuente de contagio. "El tratamiento simultáneo es el punto donde más se falla, porque algunas personas son reacias a tratarse cuando no aprecian tener ningún síntoma", añade.

En conclusión, la investigación muestra una alta incidencia de sarna en lactantes, en el ámbito y el período estudiado, teniendo como principal foco de contagio a la familia, y donde una alta proporción de los infantes vivía en hogares con cinco o más convivientes, lo que podría comportar un mayor riesgo de contagio. Por otra parte, el estudio señala que hay que considerar la posibilidad de una sarna en cualquier lactante con una erupción cutánea e investigar los posibles antecedentes familiares para evitar un retraso en el tratamiento y que la infección afecte a otras personas cercanas.