Cerezas que se echan a perder y melones reblandecidos. Apenas aguanta la fruta y la verdura en la nave de Mercalicante donde se realiza la venta mayorista para tiendas y supermercados, según la queja de la Asociación de Asentadores de Frutas y Verduras y vendedores de diversas paradas, que han comprado sombrillas de gran tamaño para proteger el género y evitar la pérdida de negocio. «El producto no tiene aguante, madura enseguida y los clientes se quejan», explica Emilio Puche, de la firma Fruklas. En Mercalicante entran al día unas 150 toneladas de frutas y verduras.

Todo se debe, afirman, al nuevo techo, que se cambió hace unos meses después de que una tormenta de granizo llenara de agujeros el anterior. La nueva cubierta en tono blanco hielo provoca, afirman los asentadores, un «efecto lupa» que, con el sol, eleva las temperaturas en una zona de la nave a más de 30 grados cuando las frutas deben estar expuestas a una temperatura entre 15 y 20º. «Los géneros se cuecen. La capa de arriba se machaca enseguida en las cajas, con las consiguientes pérdidas».

Según los vendedores, algunos días el termómetro alcanza en la nave 34 grados, y eso que aún no ha llegado el verano y está siendo un junio suave. «Pedimos unos toldos pero la gerencia nos dijo que no, que no quedaban muy estéticos, así que fui a comprar sombrillas al centro comercial y varios compañeros me vieron e hicieron lo mismo», indica Puche, el más beligerante, pues ve que los proveedores empiezan a desconfiar al estropearse los melones en dos días. Las sombrillas ayudan a tapar el sol pero bloquean las cámaras que se instalaron para vigilar el stock y que el peso de la mercancía sea el correcto.

Este vendedor llevó el problema a una reunión de la Asociación de Asentadores de Frutas y Verduras de Mercalicante, y ésta a su vez lo comunicó a la gerencia. El portavoz de los asentadores, David Murcia, explicó que se está probando una doble capa de material en el techo para amortiguar la luz solar, a propuesta de la dirección. «Nos han dicho que el techo es del mismo material que había pero quizá el viejo tenía ya una capa por el paso del tiempo que amortiguaba la entrada del sol. Ahora es imposible exponer productos como las cerezas, que maduran a una velocidad terrible».

«A los toldos dicen que no, por estética y porque se acumula polvo. Quizá lo mejor sería un vinilo», abundan los mayoristas buscando soluciones al problema. Puche apuesta también por un panel sandwich, que impediría la entrada de tanta luz y a la vez aislaría la zona de amianto que queda en la cubierta, «un material que pusieron en 1974, cuando se construyó el edificio, pero que lo están quitando de todos lados porque es cancerígeno». Todo ello calculan que costaría unos 100.000 euros. «Contando que pagamos 7.200 euros al año por la ocupación y que hay 48 puestos, no es algo descabellado».

Desde Mercalicante, la dirección explicó que se ha renovado el lucernario de las naves 1 y 3 con policarbonato celular en color opal, «exactamente el mismo material instalado desde el año 2006 en el lucernario de ambas naves», en una intervención que ha costado unos 50.000 euros.

«La empresa ha mostrado su total disposición a colaborar con los mayoristas que reciben una mayor incidencia de luz solar en sus puestos para buscar una solución y se mantuvo una reunión en el mes de mayo con la Asociación de Mayoristas de Frutas y Hortalizas para recoger las posibles sugerencias de los mayoristas», explican desde la gerencia de Mercalicante. Con este fin, el 1 de junio se instaló una doble capa del material utilizado en la renovación del lucernario a modo de prueba, en uno de los puestos. «Si los resultados obtenidos son positivos se procederá a repetir la operación con el resto de puestos que lo soliciten». Añaden que entre las inversiones que tienen previstas hasta 2022 está la renovación de las cubiertas de las naves 1, 2 y 3 para sustituir los actuales materiales, cuyo coste superará el millón de euros.