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La pobreza se vuelve hereditaria

El número de personas atendidas por Cáritas registra un fuerte descenso, pero la entidad advierte de la debilidad de la recuperación y de que la pobreza se está haciendo crónica para muchas familias

La pobreza se vuelve hereditaria

Solo las cifras parecen dar un respiro, no así la realidad social de la provincia de Alicante. Y es que si bien el número de personas atendidas por Cáritas ha sufrido en el último año el mayor descenso desde que comenzó la crisis -26.254 personas menos respecto a 2016- la entidad diocesana advierte de que estas personas necesitan de muchos más recursos debido a la grave situación en la que se encuentran después de tantos años de penurias.

El perfil de la pobreza ha cambiado y se ha pasado de atender masivamente a trabajadores de clase media y baja, a quienes la crisis había dejado en la estacada, a personas en exclusión severa, con necesidad no sólo de alimentos o de encontrar un empleo, también con falta de vivienda o con graves problemas físicos o mentales.

En la presentación ayer de la memoria de Cáritas, su director, Jaime Pérez, dibujó un panorama con muchas sombras pese al alivio que al menos sobre el papel dejan los números. «Las desigualdades se están incrementando, los que pasaron de puntillas por la crisis han encontrado un empleo que, mejor o peor pagado, les permite ir tirando». Pero queda una enorme bolsa de personas «en quienes la pobreza se ha hecho crónica, se ha convertido en algo hereditario que pasa de padres a hijos».

En este sentido, el responsable de Cáritas alerta de la «debilidad de la recuperación económica, que no resuelve los déficits estructurales y hace que las desigualdades se enquisten». Una supuesta recuperación económica en la que el mercado laboral «sigue cerrado para algunas personas o no garantiza una vida digna».

Precisamente el fenómeno de los trabajadores pobres llama cada día con más intensidad a la puerta de Cáritas. «Así como son muchas las personas vienen diciendo que ya no es necesario que les ayudemos porque ellos, o alguien de su familia, ha conseguido un empleo, son también muchas las personas que requieren de nuestra asistencia porque tienen trabajos por horas en los que ganan 400 o 500 euros y con ese dinero es imposible mantener a una familia».

La vivienda es otro de los grandes problemas en la provincia sobre los que Cáritas llama la atención. «Demandamos a las administraciones la creación de más viviendas de alquiler social, ya que no se puede obviar la cantidad de personas que viven en la calle o acogidos en centros como los que gestiona Cáritas». Jaime Pérez hizo alusión al creciente fenómeno en Alicante de las viviendas ocupadas, «algo que es ilegal, pero que las familias hacen porque no les queda otro remedio».

Presupuesto

Un ejemplo de las enormes necesidades que sufren las personas que acuden a Cáritas lo dan las cifras económicas que maneja esta entidad. Casi 4,5 millones de euros de presupuesto, con una disminución de un 8% respecto al ejercicio anterior, cuando el número de personas atendidas ha disminuido en un 38%. Un reflejo de cómo las personas atendidas, si bien son menos, necesitan más ayudas. El grueso de este presupuesto, 3 millones de euros, se va en acogida, atención primaria y acompañamiento. Es decir, en programas de emergencia social.

La inmensa mayoría de los fondos que obtiene la entidad diocesana, 2,8 millones, proceden de colectas y donaciones, seguido de las subvenciones públicas, que en el último año superaron 1,4 millones. El resto viene de subvenciones de carácter privado.

Los perfiles que más atiende la entidad son personas que viven en hogares con menores, personas en situación de exclusión laboral y ancianos.

Una de las situaciones que más preocupa es el de las personas que viven en la calle y sufren graves problemas mentales o físicos. «Nos vemos desbordados para atender a estas personas, por lo que pedimos la coordinación con otras administraciones», señaló ayer Francisco Javier Ruvira, secretario general de Cáritas. También están aumentando la asistencia a personas inmigrantes y refugiadas, «que además tienen graves dificultades por cortapisas de tipo administrativo para renovar los permisos de trabajo» Ruvira recuerda que la administrativa «es la puerta de entrada para poder tener un futuro».

Las mujeres en situación de prostitución o víctimas de trata de blancas y los jóvenes tutelados por la administración que alcanzan la mayoría de edad y tienen que abandonar los centros de menores son otros de los colectivos en los que se han detectado importantes necesidades.

La presentación de la memoria anual contó con la presencia del obispo de la Diócesis, Jesús Murgui, quien mostró su gratitud a «la gran familia de Cáritas» y ofreció palabras de aliento. «Les pido que no se desanimen, que sea gente fuerte y valiente».

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