Los más de 95. 000 musulmanes que residen en la provincia viven hoy «el primer día del mes bendito de Ramadán», un periodo de abstinencia de comida, bebida y relaciones sexuales de más de 16 horas durante el día que se rompe con el ocaso y el rezo masivo en mezquitas y espacios públicos. En sus oraciones los practicantes de los preceptos del Islam pedirán a Alá especialmente por el diálogo para la resolución de conflictos como el de Palestina e Israel, la guerra de Siria y contra el terrorismo.

«¡Que Allah acepte nuestro ayuno y nuestras buenas obras!», proclama en su página web la mezquita Arrahma de Alicante, sita en el barrio Virgen del Remedio. Es la Comisión Islámica de España la que decreta cada año el inicio del mes lunar del Ramadán, de acuerdo a cálculos de astronomía y a la visión del «primer hilo» de la nueva luna, explica Mohamed Alattar, responsable del departamento de Educación de la mezquita de Alicante. Miles de musulmanes acudieron anoche en toda la provincia a participar en el rezo introductorio del periodo de ayuno del Ramadán. Según el estudio demográfico de la población musulmana realizado a finales de 2017 por la Unión de Comunidades Islámicas de España, en la provincia de Alicante viven 94.277 personas que profesan esta religión, de ellas 63.087 de otros países y 31.190 españolas, tanto nacionales como hijos de inmigrantes nacidos aquí.

El Ramadán coincide con la fecha en que el Corán, libro sagrado de los musulmanes, fue revelado al profeta Mahoma. «Es un mes de reivindicación, de buenas obras, en el que la gente hace un esfuerzo para acercarse a la religión y a los demás. En la mezquita ofrecemos a la hora de romper el ayuno una ración de comida extra para cenar, diferente cada día, para unas 150 personas», añade Alattar. «Cualquier persona es bienvenida. No pedimos la identificación de nadie a la hora de darle comida», señala el representante de la mezquita alicantina, refiriéndose a que se da de cenar a necesitados y a cualquier persona que se acerque, independientemente de su religión.

Esto es posible gracias al dinero recaudado de quienes están autorizados a romper la abstinencia de alimentos por tener un trabajo duro, como los albañiles o los panaderos de horno, a los que el Corán les permite esta licencia a cambio de aportar dinero para dar de comer a quienes no lo tienen. También quedan eximidos del ayuno que se hace durante el día niños, ancianos, enfermos, embarazadas, mujeres que amamantan a un bebé y personas de viaje.

Sopa de garbanzos con cordero y ternera, croquetas de trigo y carne, pollo, ensaladas, fruta y zumo, dátiles y leche son algunos de los alimentos que cenan los musulmanes en la mezquita. La gastronomía es un aspecto esencia del Ramadán pues se degustan platos típicos de los países de origen, que se une a la parte religiosa. Hay cinco rezos obligatorios y el último del día se hace entre las 22.30 y las 23 horas, según la época del año, al ponerse el sol tan tarde en España.

«El Ramadán es un mes muy especial. Los musulmanes se preparan para él, con acciones sociales (benéficas), y encuentros e invitaciones entre las familias para romper el ayuno juntos». Porque la abstinencia empieza muy temprano, levantándose cuando aún es noche cerrada para hacer un desayuno con agua, queso, macarrones o huevo. En la capital alicantina hay otra mezquita en el barrio de Colonia Requena, donde inician el Ramadán rezando en el interior e incluso al aire libre según la afluencia, que oscila entre las 250 y las 500 personas. «Pedimos a Alá por todo el mundo, buenas cosas para las personas de todas las religiones porque nosotros sólo somos una parte. Hemos venido aquí (a la provincia), la gente nos ha acogido y abierto las puertas, y rogamos a Alá que proteja a este país y a su gente», señala Boubaker Loucif, tesorero de esta mezquita.

Reconoce Loucif que este año tienen en el pensamiento el conflicto entre Palestina e Israel recrudecido con el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén. «Pedimos a Alá que arregle la situación allí, que dé a la gente un poco de cabeza y tranquilidad a ver si ven las cosas de otra manera y evitan matarse. No queremos esto en ningún lugar ni para ninguna persona. Si Dios nos crea no es para matarnos sino para vivir en paz». Por ello, asegura que los musulmanes en Alicante abogan por el diálogo también contra el terrorismo, «los problemas se solucionan hablando con tranquilidad. La comunicación es básica, con formas brutales no se va a llegar a ninguna solución».

La guerra de Siria es otra de las preocupaciones. De hecho, cada vez más sirios recalan en la provincia, según Loucif, aunque mayoritariamente los musulmanes en tierras alicantinas proceden de Marruecos y en segundo lugar de Argelia. En cuanto a sus ocupaciones, afirma que cada vez hay un mayor número trabajando en la hostelería, y en menor medida en la construcción, el transporte y el campo. También hay muchas musulmanas empleadas de hogar.

En Elche, el presidente de la comunidad islámica ilicitana, El Haj Mounir, celebra que este año el Ramadán sea en mayo y, por lo tanto, no haya tantos problemas con el calor como cuando cae en pleno verano. «El tiempo nos acompaña y es mejor para todos nosotros, no es lo mismo hacer el ayuno en otra época calurosa que ahora, que estamos más frescos».

Otro de los motivos de alegría para Mounir es que la población ilicitana tiene más interiorizada la llegada del Ramadán. «Es nuestra celebración y los vecinos ya están acostumbrados. Nos preguntan en qué momento del año llega y notamos un mayor acercamiento». Y proclama un deseo: «Para nosotros es el mes bendito y solicitamos a Dios que nos limpie las faltas y nos traiga otro año más de paz, salud y situaciones positivas».

Al igual que el presidente de la comunidad islámica de Elche, el imán de Crevillent, Ahmed Aajoud, también muestra su satisfacción por el hecho de que el Ramadán haya comenzado en primavera. «Este año es mucho mejor que otros, cuando nos toca en julio o agosto. Este mes el tiempo de rezo llegará más temprano y no tendremos que esperar hasta que pasen las 23 horas». En cuanto a la aportación moral de este tiempo sagrado para los musulmanes, Aajoud señala que «es una escuela para mejorar la conducta. Tenemos que recordar este sentimiento y sembrarlo en nuestro corazón. Los que más tienen son los que deben ayudar a los necesitados», dice.

Los musulmanes acaban el Ramadán con la fiesta del Eid al-Fitr, que dura tres días. En la capital hacen un rezo multitudinario al aire libre en el parque Lo Morant.