Cuando el 11 de febrero de 1873 las Cortes españolas proclamaron la República, el país llevaba diez meses sumido en la tercera guerra carlista.

En sustitución de las quintas, el gobierno republicano creó un cuerpo de milicianos remunerados, los Voluntarios de la República. En Alicante, el alcalde convocó el alistamiento de esta milicia el 18 de febrero. Se formó un batallón con 900 voluntarios, distribuidos en nueve compañías.

A mediados de mayo se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, produciéndose una victoria aplastante del Partido Republicano Federal. En el distrito de Alicante ganó Eleuterio Maisonnave, del sector moderado de dicho partido.

El cantón murciano y la revolución del petróleo

El Partido Republicano Federal estaba dividido en tres sectores: el «intransigente», que deseaba instaurar la república federal inmediatamente y de abajo arriba (desde los municipios a los cantones o estados y desde estos al poder federal), sin esperar a que las Cortes elaboraran y aprobaran la nueva Constitución; el «centrista», liderado por Francisco Pi y Margall, que proponía elaborar primero la Constitución y construir luego la federación de abajo arriba (como los intransigentes, sus modelos de estructura federal eran Suiza y Estados Unidos); y el «moderado», el más numeroso en las Cortes, liderado por Emilio Castelar y Nicolás Salmerón, cuya prioridad era aprobar la nueva Constitución y su objetivo era construir una república unitaria que diera cabida a todas las opciones democráticas, sin cantones, teniendo como modelo la república francesa.

A pesar de estas diferencias, proclamaron juntos la República democrática federal el 8 de junio. Tres días después, Pi y Margall asumió la presidencia del Poder Ejecutivo de la República. Obtuvo el apoyo del sector moderado para que frenase el impulso golpista de los intransigentes.

No obstante, Pi y Margall no logró impedir la insurrección de los intransigentes, quienes se retiraron de las Cortes el 1 de julio, constituyendo en Madrid una junta revolucionaria (Comité de Salud Pública), que se trasladó enseguida a Cartagena. Su objetivo era dividir de inmediato el Estado nacional en cantones (ciudades o grupos de ciudades) casi independientes, que se federarían libremente en el marco de la República.

En la madrugada del 12 de julio fue proclamado el cantón de Cartagena, izándose en el castillo de Galeras la bandera roja. Entre sus dirigentes se encontraban el general Juan Contreras y el diputado murciano Antonio Gálvez Arce, más conocido como Antonete. Tres días después se constituyó la junta revolucionaria en Murcia, presidida por el diputado Jerónimo Poveda, subordinada a la de Cartagena, capital del Cantón Murciano.

Entretanto, el 8 de julio había comenzado en Alcoy (sede de la Comisión Federal de la Sección Española de la Asociación Internacional de Trabajadores) una huelga general que se convertiría en la conocida como «Revolución del Petróleo», y que supondría la primera confrontación sangrienta entre la burguesía y el proletariado. El 13 de julio entró en la ciudad el ejército, sofocando la revuelta, y la Comisión de la Internacional huyó a Madrid.

La coincidencia en el tiempo de la insurrección cantonalista, la guerra carlista y la revolución alcoyana, desbordó al gobierno de Pi y Margall. Aunque dio órdenes represivas, el presidente no quiso aplicar medidas de excepción porque intentó convencer a los intransigentes mediante la negociación y acelerando la aprobación de la nueva Constitución, pero estos no cedieron y los pronunciamientos cantonalistas fueron sucediéndose rápidamente por casi todo el territorio español.

El 18 de julio dimitió Pi y Margall, siendo sustituido por el moderado Nicolás Salmerón, lo que soliviantó aún más los ánimos de los intransigentes.

El efímero cantón de Alicante

El domingo 20 de julio, una semana después de que finalizase la «revolució del petroli» alcoyana, y mientras los carlistas avanzaban desde el norte de España, arribaba a la bahía alicantina, procedente de Cartagena, la fragata «Vitoria».

Los gobernadores civil, José Morlius, y militar, Juan Ruiz Piñeiro, abandonaron Alicante llevándose consigo a las tropas del Ejército y de la Guardia Civil, refugiándose en San Vicente del Raspeig. La guarnición del castillo de Santa Bárbara quedó a cargo de los Voluntarios de la República, al mando del comandante Gaspar Beltrán Monllor.

De la fragata «Vitoria» desembarcó el dirigente cantonalista Antonete, para reunirse primero en el Gobierno Civil y después en el Ayuntamiento con el alcalde Manuel Santandreu, el presidente de la Diputación y gobernador civil interino Juan Mas Dols, y el comandante Beltrán, conminándoles a adherirse a la insurrección cantonalista o a la rendición.

Aunque los intransigentes alicantinos eran minoritarios, tenían cierta presencia en la militancia de base del Partido Republicano y en algunas compañías de la milicia; de ahí que los Voluntarios de la República alicantinos se sintieran desorientados y divididos. Lo mismo ocurría entre los regidores. Mas Dols, Santandreu y varios concejales se mostraron a favor de crear el cantón de Alicante, constituyéndose aquella noche la Junta de Salud Pública, presidida por el aspense Antonio Botella, siendo uno de los miembros más destacados el intransigente José Marcili Oliver, que había perdido en las últimas elecciones frente a Maisonnave.

A instancias de Antonete, la junta revolucionaria envió un telegrama a Madrid anunciando la proclamación del cantón de Alicante.

El día 22 zarpó la fragata «Vitoria» rumbo a Cartagena, acompañada del vapor «Vigilante», a bordo del cual iba Antonete.

Al día siguiente, horas antes de que los gobernadores civil y militar regresaran a Alicante, los capitanes de la milicia, en su mayor parte del sector moderado, se hicieron cargo de la junta revolucionaria, hasta que Anacleto Rodríguez fue nombrado alcalde.

Auge y declive cantonalista

Morlius fue destituido como gobernador civil. En su sustitución vino comisionado como delegado especial del Gobierno Lorenzo Abizanda, con instrucciones para depurar la milicia de intransigentes o sospechosos de simpatizar con el cantonalismo. Así lo hizo mediante un bando hecho público el 2 de agosto. Pocos días después fue nombrado un nuevo gobernador civil: Norberto Piñango. También fue destituido Ruiz Piñeiro como gobernador militar.

Entretanto, el cantonalismo iba extendiéndose por Andalucía, Levante, Extremadura? El 18 de julio fue proclamado el cantón en la ciudad de Valencia; el día 22 eran ya 178 los pueblos de esa provincia que se habían adherido al Cantón Valenciano. En la de Alicante se declararon cantones Relleu, Guardamar, Torrevieja? El día 30 era bombardeada Almería por barcos cantonalistas y Orihuela era saqueada por tropas llegadas desde Cartagena. Cada cantón realizó su propia proclama, pero con unos mismos objetivos sociales: abolición de impuestos impopulares, secularización de las propiedades eclesiásticas, indulto de presos políticos, reformas a favor de los obreros, sustitución del ejército regular por tropas milicianas?

Pero la existencia de estos cantones fue, en general, fugaz. El 8 de agosto los cantonalistas valencianos se rindieron al ejército «centralista» mandado por el general Arsenio Martínez Campos. Este mismo general derrotó tres días después a las tropas cantonalistas en la batalla de Chinchilla y entró en Murcia; y cuatro días más tarde puso cerco por tierra a Cartagena. Mientras, el ejército «centralista» del general Manuel Pavía fue venciendo la resistencia de los cantones andaluces. De manera que el 22 de agosto solo mantenían el desafío cantonalista en España las ciudades asediadas de Málaga y Cartagena; y, a primeros de septiembre, también los cantonalistas malagueños se rindieron.

El 6 de septiembre, Salmerón, contrario a la pena de muerte, dimitió como presidente del Poder Ejecutivo de la República para no firmar la sentencia de muerte de ocho soldados que se habían pasado en Barcelona al bando carlista. Al día siguiente le sustituyó Emilio Castelar.

Llegan nuevos barcos cantonalistas

Eleuterio Maisonnave, ministro de Gobernación, nombró como nuevo gobernador militar de Alicante al brigadier Francisco Canaleta y reforzó la guarnición de la ciudad con 300 cazadores del batallón de África. También designó un Ayuntamiento provisional presidido por su amigo Juan Leach.

En la mañana del 20 de septiembre fondearon en la bahía alicantina cinco fragatas inglesas y por la tarde, procedentes de Cartagena, arribaron dos barcos de guerra cantonalistas bajo el mando del brigadier Leandro Carreras: la fragata «Numancia» (con 40 cañones de 68 libras y una colisa de 120) y el vapor «Fernando el Católico» (con 16 cañones de 68 libras). Carreras tenía órdenes de bombardear la ciudad de Alicante si no se adhería definitivamente a la insurrección cantonalista.

A las cuatro de la tarde de ese mismo día, mientras paseaba por una céntrica calle de Alicante, el tipógrafo José Marcili Oliver fue detenido por varios policías. Sin darle tiempo para avisar a su familia, fue encerrado en las mazmorras del castillo de Santa Bárbara.

www.gerardomunoz.com