El «gruyer» es un queso suave, de origen suizo, lleno de agujeros. Como están cada vez más calles de Alicante, donde el deterioro del asfalto es alarmante, para destrozo de ruedas y amortiguadores de los vehículos, y riesgo de los conductores, los motoristas y los peatones que se pueden lesionar. El Ayuntamiento apuesta por una solución que empieza a verse cada vez con mayor frecuencia: señalizarlos con vallas en lugar de repararlos. Mención aparte merece el estado del Puente Rojo, lleno de grietas, con agujeros que han aparecido en las juntas de dilatación que se sustituyeron en el primer año de mandato del tripartito (2015) para amortiguar el ruido que genera el paso diario de más de 25.000 vehículos. Más tarde, hace un año y medio, se limpió la infraestructura y se le dio una mano de pintura, con andamios, nuevo trazado para los carriles y reasfaltado en una actuación integral en la Gran Vía.

Como ejemplos de socavones, los dos que hay en la calzada de la avenida Padre Esplá, separados por apenas unos metros, que provocan grandes atascos cuando pasa el autobús al reducirse el espacio. En la calle Moncada del barrio Virgen del Remedio hay dos «cráteres» que llegan hasta las rodillas desde hace un año y medio que los vecinos han tapado con maderos; y en Pintor Otilio Serrano, a espaldas de Conde Lumiares, tres cuartos de lo mismo. En pleno centro de Alicante hay otro socavón más, vallado, en la calle Arquitecto Morell, a unos metros de Óscar Esplá, rodeado de tres vallas azules desde el pasado verano y restando además una plaza de aparcamiento. Por si fuera poco, el asfalto del tramo de Doctor Jiménez Díaz que enlaza la rotonda inferior del Puente Rojo con la Gran Vía está lleno de grietas y baches. Muy peligroso para los motoristas.

La aparición de agujeros en la calzada y la moda de vallarlos sin arreglarlos indigna a muchos alicantinos. Como a Juan Miguel Pol, que trabaja en una parafarmacia de Padre Esplá. Se queja de que nadie tome cartas en el asunto pues en esta avenida además hay dos socavones marcados con vallas muy seguidos uno del otro. «Son un riesgo para los motoristas. Pusieron unas vallas hace dos meses y pico, una chapuza en una avenida como Padre Esplá. Me consta que la asociación de vecinos ha mandado varios partes de queja al Ayuntamiento, donde están al tanto de todo. ¿Tanto les cuesta echar un capazo de hormigón o asfaltar? Te indigna. El autobús provoca auténticos tapones porque los agujeros obligan a hacer un estrechamiento del tráfico».

Mención aparte merece el caso de la calle Moncada, muy cerca de la plaza de Orán, donde los vecinos confiaron en un actor de la compañía Teatro de Esquina, Nelo Curti, para escenificar su queja por los «cráteres» que llevan soportando un año y medio en la misma calle, uno a la altura del número 16 y otro junto al 22.

En octubre pasado, Curti,vecino de la calle, introdujo en una caja una muestra de los materiales para arreglar los agujeros, las instrucciones para hacerlo e intentó entregarle la caja al entonces alcalde Gabriel Echávarri, sin éxito. Han pasado más de seis meses y las cosas siguen igual: los socavones llegan hasta las rodillas.

En cuanto a los agujeros que se han abierto en las juntas de dilatación del Puente Rojo, las ruedas de los coches se hunden en ellos. Las juntas se arreglaron hace unos tres años, por lo que poco han durado en condiciones. Según fuentes municipales, antes había unas juntas con una planchita metálica que hacían mucho ruido al paso de los vehículos, molestando a los vecinos. Fueron sustituidas por un material de relleno más elástico buscando un menor impacto del tráfico. Más tarde (diciembre de 2016) se pintó el Puente Rojo, a lo que se oponían los vecinos, que reclamaban su desmantelamiento.