Era un clamor. La provincia de Alicante necesita un gran evento que consolide su liderazgo en la gastronomía española y el recuerdo de los años dorados -de Lo Mejor de la Gastronomía- afloraba de forma recurrente entre los profesionales de la hostelería y allegados. IFA, que acogió aquella cita de 2009 a 2011, había intentado recuperar su espíritu con GastroAlicante, un evento marcado por la crisis y las desavenencias políticas que a duras penas logró mantener viva la ilusión. Alicante Gastronómica es su segundo intento y se ha aproximado a aquel modelo, pero no ha tenido, ni muchísimo menos, el poder de convocatoria del gran "congreso" importado de San Sebastián. El propio cerebro de Lo Mejor de la Gastronomía, Rafael García Santos, aludía ayer a los 40 mil visitantes diarios alcanzados en aquella cita -una cifra muy por debajo de las que esgrimía en aquel entonces- y las estimaciones más optimistas de la organización de Alicante Gastronómica hablan de "más de 20 mil visitantes" en sus cuatro jornadas, del 4 al 7 de mayo.

Aunque la afluencia de público no se haya aproximado a la de Lo Mejor de la Gastronomía y ni siquiera haya superado la de GastroAlicante, la última iniciativa de la Institución Ferial Alicantina en este terreno sí ha logrado revivir el espíritu y el estilo de aquel primer evento. No en vano, IFA le ha encomendado la organización del certamen a Ángeles Ruiz, que formó parte del equipo de García Santos en Lo Mejor de la Gastronomía y presentó ayer un homenaje a su maestro entre los actos culminantes de la última jornada. El propio vicepresidente de la Diputación, Eduardo Dolón, destacó, entre las virtudes del periodista vasco, su habilidad para "ganarse a la administración", como ya había hecho entonces con José Joaquín Ripoll o Gema Amor, presentes en el acto. Antes, Kiko Moya, Paco Torreblanca o un vídeo de Pedro Subijana habían puesto de manifiesto la sintonía de García Santos con cocineros y gourmets.

La implicación de la administración provincial ha supuesto, además de unos recursos económicos sin los que es impensable una iniciativa de este tipo, la movilización, en torno a Alicante Gastronómica, de un puñado de ayuntamientos que le han dado a la feria un toque institucional y cierto aire de feria de turismo, con contenidos colaterales a los propiamente gastronómicos y un papel destacado para los productos emblemáticos de algunos municipios y comarcas: las brevas de Albatera, la alcachofa de la Vega Baja, la granada mollar de Elche, la uva embolsada del Vinalopó, el turrón de Jijona, el tomate de Mutxamel, la ñora y el langostino de Guardamar...

Estrellas Michelin

La degustación de distintos productos, así como de platos y tapas en los stands de un puñado de bares y restaurantes de la provincia, ha sido otro aliciente de Alicante Gastronómica y también uno de los polos antagónicos en una fórmula ambivalente que quizás esté agotada sin que se atisbe una alternativa plausible. En efecto, mientras este tipo de stand congrega a un público de familias o pandillas que busca el lado lúdico de un evento como este, a los expositores de equipamientos para hostelería o a los distribuidores de productos para la restauración les gustaría tener un público de profesionales.

El nexo entre lo lúdico y lo profesional está en las ponencias y demostraciones culinarias, a cargo de reconocidos chefs de la provincia -Rafa Soler, Mª José San Román, Alberto Ferruz, Kiko Moya, Enrico Croatti o Nazario Cano, por nombrar sólo a los que tienen estrella Michelin- y más allá: Manuel Alonso, Paco Morales, Raúl Resino, Fran López, Miguel Ángel Mayor... Sus intervenciones han tenido lugar en un escenario inmerso en el propio espacio ferial -también en su bullicio-, con una asistencia desigual.

Entre lo más concurrido de Alicante Gastronómica cabe destacar los talleres didácticos -también para niños- en torno a la cocina, la coctelería o la cata -de vinos y otras cosas, incluso de tomates- y la programación específica del Racó de l'Arròs, cuya intensa actividad concluyó con un homenaje a cuatro históricos de esa emblemática especialidad: José Manuel Varó, José Gómez, José López y Ramón Riquelme. En cuanto a homenajes, el más concurrido fue el que se tributó a Paco Torreblanca y el más emotivo, el que le rindió Alicante Gastronómica a la desaparecida Pepa Romans, que fue también una reivindicación del singular peso de las mujeres en la alta cocina de la provincia.

Hay que valorar el nacimiento de Alicante Gastronómica con el margen de confianza que merece una primera edición, pese a sus dos antecedentes, y, quizás también, con la benevolencia debida hacia un proyecto cargado de buena intención que ha estado marcado por la improvisación y la incertidumbre hasta el último momento, después de que se rompieran las negociaciones entre la organización y los promotores de Madrid Fusión -evento de referencia donde los haya-, que iban a encargarse en un principio de sus contenidos.

Pero también hay que preguntarse si sigue vigente el modelo que triunfó en otros tiempos. ¿Puede satisfacer a profesionales y foodies al mismo tiempo? ¿Debe centrarse en los productos y los profesionales de aquí como valor diferencial o requiere una ambición que trascienda el localismo? ¿Todo esto se resuelve con un gasto público más o menos asumible? En lo que hay un amplio acuerdo es en la necesidad de que la provincia reivindique y refuerce su papel también en este terreno.