El nuevo alcalde de Alicante, Luis Barcala (PP), estrenó su primer día en el cargo reuniéndose a primera hora de la mañana con el delegado del Gobierno en la Comunidad, Juan Carlos Moragues (PP), y acudiendo a continuación al funeral de Luisa Pastor (PP), exdirigente de la Diputación y del Ayuntamiento de San Vicente. Luego recibió la visita en el Consistorio de la presidenta regional del PP, Isabel Bonig, y del máximo dirigente provincial, José Císcar.

Este jueves se convirtió en el nuevo alcalde de Alicante. ¿Satisfecho de ser elegido con el apoyo de 8 de 29 concejales?

Yo no lo veo así, ya que yo no me sometí a los votos del pleno, era Eva Montesinos la que había asumido esa realidad porque le tocaba al estar gobernando. Ella buscaba la mayoría necesaria para poder gobernar, nosotros no la buscábamos. Si no obtenían esa mayoría absoluta, la ley dice que es la lista más votada la que asume la Alcaldía. Hemos cogido el gobierno por ser el partido más votado en las últimas elecciones.

¿Se siente legitimado como alcalde al liderar un gobierno de 8 de 29 los ediles del pleno?

Estoy legitimado, pero no me siento cómodo. Alicante es una gran ciudad, el Consistorio lo forman 29 concejales y nunca son deseables gobiernos en minoría. ¿A qué nos obliga esta situación? A dialogarlo todo. ¿La esperanza? En el pleno del jueves, escuchamos las propuestas de otros partidos y vimos las coincidencias, y eso nos hace confiar en que hay muchas políticas en las que estamos todos de acuerdo.

¿Confía en que algún partido va a apoyar proyectos, ahora abanderados por el PP, a poco más de un año de elecciones?

Es complicado, pero los presupuestos están aprobados y eso facilita las cosas. Realmente estamos hablando de gobernar a corto plazo, y a corto plazo no se pueden hacer ni grandes proyectos ni experimentos. Hay que ser sumamente prácticos, ir a resolver los problemas inmediatos que tiene la ciudad y dar continuidad a todo el trabajo realizado. No podemos permitirnos el lujo de, sobre la parálisis que había, tirar a la basura el trabajo y el dinero invertido.

¿Qué le parece que una edil tránsfuga, que consiguió su acta gracias a un partido de izquierdas (Guanyar), haya propiciado la vuelta del PP al gobierno?

Veámoslo de otra forma. El PSOE perdió el jueves la Alcaldía de Alicante por los votos de los no adscritos y, en concreto, por no haber sido capaces de reeditar esa mayoría del gobierno del cambio. Nosotros no hemos ganado la Alcaldía, la asumimos porque el PSOE la ha perdido, ha fracasado.

Desde que se vio la papeleta en blanco de la tránsfuga Nerea Belmonte

Nosotros, en ningún momento, nos hemos sentado con la señora Belmonte para nada. No va a aparecer ningún escándalo de esa naturaleza, con toda certeza. A mí lo que me gustaría es que se pusieran luz y taquígrafos para despejar dudas sobre las negociaciones que sí se han producido entre el PSOE y Belmonte: en qué ha consistido esa propuesta para conseguir su voto. Al final, frente a la duda que se intenta sembrar sobre que el PP haya comprado el voto, que no lo ha comprado, es evidente que la señora Belmonte no había puesto precio o no ha querido vender su voto.

¿Le tranquilizó saber que la tránsfuga Nerea Belmonte estaba negociando con la izquierda asesorada por una militante del PP, exdirectora de Ciudad de la Luz y exmujer del actual presidente local del PP, Toño Peral?

No voy a entrar en las relaciones personales de la señora Belmonte. Eso es buscarle tres pies al gato. Hay que saber qué puso el PSOE encima de la mesa para conseguir el voto de la señora Belmonte. Había un equipo negociador que no hablaba de principios éticos ni de ideología, estaban hablando de cuestiones concretas que se ofertaban a cambio de su voto. Aquí, si ha habido algún intento de compra de voto, será de aquellos que lo estaban negociando.

Belmonte, según aseguran ambas partes, exigió un sueldo para votar a favor de la socialista Eva Montesinos. ¿Qué le parece que los tránsfugas puedan cobrar como el resto de concejal del Ayuntamiento?

El pasado mes de diciembre, el Tribunal Constitucional dictó una sentencia en la que decía que los no adscritos tienen derechos, incluso económicos. Ya no es una cuestión de nuestra interpretación, sino que hay que hacer valer esos derechos a partir de esa sentencia. Si tienen derecho, que es lo que pretendía la señora Belmonte, pues que se les reconozca. Me parece inmoral que se intentara comprar el voto de Belmonte a cambio de un sueldo y, por otro lado, elogiable que la señora Belmonte no quisiera vender su voto a cambio de un sueldo.

Entonces, ¿el PP habría votado en el pleno a favor de que Belmonte recuperase su sueldo si hubiera habido acuerdo entre la tránsfuga y el extripartito?

Primero había que llevar a pleno la modificación del Reglamento Orgánico de Pleno (ROP), y ahí habríamos respaldado lo que dijeran los informes de la Secretaría de Pleno e Intervención.

Ya, pero el Tribunal Constitucional, como usted dice, sentenció que los tránsfugas tienen derecho a cobrar. ¿Habrían apoyado la recuperación del sueldo?

Sobre la asignación de sueldos, habríamos apoyado si tienen derecho como el resto de concejales. Creo que, en ambas votaciones, hubiéramos llegado a los dos plenos con unanimidad al respecto.

Ya desde el despacho de Alcaldía, ¿considera que ha logrado apartar a Gabriel Echávarri desde los juzgados y no desde el terreno estrictamente político?

Quiero dejar claro que con Echávarri nunca ha habido nada personal. Sólo que yo no puedo renunciar en ningún caso a denunciar una conducta que puede ser constitutiva de delito. De todas formas, no ha sido bueno que alcaldes hayan estado envueltos en procedimientos judiciales, ni para la imagen ni para la credibilidad de la institución. En ningún caso. Te descalifica políticamente el ser procesado en firme, y eso forma parte de la ética política: no cometer presuntamente delitos. Por eso, cuando hablamos de luchas judiciales o políticas, yo nunca me he enfrentado al señor Echávarri en los juzgados. En el campo político, los procedimientos han sido consecuencia de la acción política.

¿Considera que, políticamente hablando, le benefició la decisión de Echávarri al despedir a su cuñada después de denunciar ante la Fiscalía el presunto fraccionamiento de contratos en el área de Comercio?

La acción fue un abuso de poder, con una motivación tan deleznable que el señor Echávarri se puso en una posición difícil. Ahí Echávarri se ha enfrentado él solo a la Fiscalía y a los hechos. Ahí no me puedo atribuir ningún mérito: ni lo tengo ni lo quiero.

¿Se alegró cuando el PSPV, hace casi un mes, obligó a Echávarri a dimitir en diferido pese a no tener seguros los 15 votos que garantizasen la investidura de la socialista Eva Montesinos? ¿Vio ahí el camino expedito para ocupar la Alcaldía?

El señor Echávarri sabía perfectamente lo que estaba diciendo cuando hablaba de que se iría cuando se cerrasen los 15 apoyos. Él demostró tener una visión clara de cuál era el escenario y de las posibilidades que se podían plantear. Nosotros, sinceramente, siempre hemos pensado que conseguirían los 15 votos a favor...

¿Tan seguros estaban?

El día que se formaliza la dimisión empezó un plazo imparable. Ahí sí sabemos que el PSOE tenía que trabajar a contrarreloj, pero lo que trascendía es que lo tenían, hasta el punto de intentar adelantar el pleno a un sábado [finalmente se aplazó hasta el jueves siguiente]. Parecía que sólo dependía de que llegara el acta del señor Miguel Castelló [nuevo edil del PSOE]. Parecía más un paripé.

¿En qué momento empezó a ilusionarse con la posibilidad real de ser alcalde de Alicante?

El miércoles por la noche, cuando acabó la reunión con Belmonte sin ningún acuerdo.

Ese miércoles, un día antes del pleno de investidura, tras la reunión sin éxito entre Nerea Belmonte y los representantes de la izquierda, ¿se marchó a la cama pensando que sería alcalde la mañana siguiente?

No, pero pensé en prepararme al menos unas notas ante la posibilidad de tener que hacer el discurso de investidura. De todas formas, daba por supuesto que esa noche o incluso por la mañana se acabaría cerrando el asunto, he visto demasiadas veces cómo se apura hasta el final para llegar a un acuerdo. El primer momento en el que tuve la sensación real de que no se había llegado a un acuerdo y que la señora Montesinos no tenía los 15 votos fue cuando Belmonte no intervino [en el pleno] para justificar su voto. Ahí pensé que había fracasado la negociación. La confirmación fue ver la papeleta en blanco.

Usted ha dicho que el socialista Echávarri ha sido el peor alcalde de la ciudad de Alicante. ¿En qué piensa mejorarlo?

Creo que no ha sido un buen alcalde, ha tenido una oportunidad que la ha dilapidado. Él ha generado sus propios problemas, es muy lamentable, porque después de veinte años esperando [la izquierda] para gobernar la ciudad de Alicante, se había generado una ilusión que se percibía en la calle, una necesidad de cambiar cosas. Y entonces llegó la posterior frustración por errores evitables... Sólo eso ya le cuestionaba como alcalde. Muchas veces le reprochábamos que no asumía su cargo. Eso sí, ha tenido un gesto: después del pleno de investidura, a través de redes sociales, me dio la enhorabuena con una frase que me gustó mucho: «Que mi éxito sería el éxito de los alicantinos». Quiero reconocer ese gesto institucional, le agradezco mucho ese mensaje. Sobre la pregunta: hay que eliminar toda provocación desde la Alcaldía, hay que escuchar, facilitar el diálogo. Aunque puede parecer otra cosa, soy una persona a la que le gusta hablar y me encanta escuchar. Profesionalmente tengo fama de llegar a muchos más acuerdos que a pleitos. Ahora, desde el gobierno, quiero ser más yo. Hay que entender que la crítica no es una ataque, sino una opinión distinta. Y perder las elecciones municipales en el año 2015 me ha permitido estar en la oposición, y he aprendido humildad y a encajar las críticas porque estaban justificadas. La humildad es imprescindible para saber gobernar. Estos años en la oposición nos han servido para hacer una cura de humildad.

En su discurso de investidura, tendió la mano a Ciudadanos para que se integrasen en su gobierno. ¿Fue un ofrecimiento sincero o lo hizo porque sabía que, probablemente, rechazarían la propuesta, como así fue?

Es un ofrecimiento sincero.

¿Y sigue sobre la mesa?

Sí, aunque Ciudadanos dijo un «no» inmediato. Yo confío en poder hablar con Ciudadanos de los temas importantes para Alicante. Si ellos entienden que no les interesa gobernar, entonces hablaremos de apoyar las iniciativas.

Usted lidera un gobierno de ocho concejales, que además incluye a un vicepresidente de la Diputación de Alicante. ¿Ese número es suficiente o la ciudad sentirá la parálisis de la que ustedes acusaban al PSOE con su «minigobierno» de seis?

No, no son suficientes para gobernar, tengo que ser coherente: si critiqué que seis concejales del PSOE no podían gobernar la ciudad de Alicante, tengo que reconocer que con ocho no es mucho mejor, aunque ya es más. Por eso el ofrecimiento a Ciudadanos para que se sume al equipo de gobierno. Eso sí, con el PSOE nos diferencia que ellos previamente habían demostrado que no tenían capacidad para asumir las áreas que tenían con el tripartito, así que iba a ser peor al multiplicarse el trabajo. En nuestro caso, la mitad de los ocho concejales tenemos experiencia en gobernar. Y, en tercer lugar, no tenemos que dar cuenta de lo hecho estos tres años, al no haber formado parte del gobierno, sino que nos tenemos que centrar en lo imprescindible para no perder toda la legislatura. Esos factores nos ponen en ventaja sobre el PSOE. Si Ciudadanos entiende que no le interesa entrar en el gobierno, lo acepto, aunque no lo entiendo porque todos nos presentamos a las elecciones para gobernar. Nosotros, por responsabilidad, hemos asumido el gobierno, pero Ciudadanos tiene ahora la oportunidad de demostrar que todo lo que predica puede ponerlo en práctica. No le vamos a reprochar nada si no lo hace, pero es difícil de explicar que pudiendo gobernar no asuman la responsabilidad.

En corto

¿Su llegada a la Alcaldía cierra el debate sobre quién será el alcaldable del PP en las elecciones municipales de 2019?

Es un debate en el que no estoy.

Pero existe. Hasta ahora, usted y el subdelegado del Gobierno, José Miguel Saval, se posicionaban como los favoritos en el partido.

Existe el debate porque por un lado había un liderazgo en la labor de oposición, que ahora se convierte en Alcaldía, y obviamente es una referencia. Y por otro lado es legítimo que otras personas quieran optar al cargo o que otros apuesten por otros candidatos. Si antes me preocupaba poco, ahora lo hace nada.

¿Eso es así porque ya se siente seguro como alcaldable del PP para las municipales?

No, es porque tengo una responsabilidad que he asumido, de trabajar por y para Alicante, que no me permite estar en otras batallas. Aunque es una obviedad que si se trabaja bien, como hasta ahora, la cosa queda blanca y en botella.

Vamos, que desea serlo. Ahora será alcalde un año y querrá seguir cuatro años más...

Siempre he dicho que me gustaría ser alcalde de Alicante, y tengo un año por delante. Pero sabe a poco, querría desarrollar un proyecto con la oportunidad de demostrar más cosas. Claro que sí.