El colegio Gloria Fuertes de Alicante mantiene vigente la comisión solidaria integrada por profesores concienciados que aportaban fondos para dar de comer a los alumnos sin recursos en los peores años de la crisis.

La atención ha disminuido sensiblemente, de los 75 alumnos a los que se alimentaba voluntariamente desde el centro con la recaudación de fondos propios, a la decena que reciben actualmente zumos y piezas de fruta «de forma puntual», aunque desde el propio colegio atestiguan que la crisis «no ha pasado todavía para las familias de la Zona Norte» y que lo que ha cambiado es la confianza en los Servicios Sociales, hacia donde los dirigen para su adecuada atención.

El director del centro escolar, Julio Gil, confirma que por un solo alumno que lo necesite, hay un grupo de maestros concienciados que no se resignan a que les falte alguna de las comidas diarias durante la jornada lectiva, de ahí que mantengan esta comisión que se encarga de detectar los posibles casos y darles solución de forma discreta.

«Sigue habiendo al menos una decena de niños a los que atender hasta en los más esencial», precisan, al tiempo que subrayan que la inmensa mayoría de las necesidades las cubren ya los Servicios Sociales municipales. «Las familias se han ido acostumbrando a acudir a las instituciones públicas, aunque sigan quedando algunos casos puntuales que atendemos aquí porque ya se ha creado el hábito», apuntan.

Julio Gil añade que desde el centro escolara advierten a las familias de que «estamos aquí para enseñar a vuestros hijos a pescar peces, no para daros los peces a vosotros», aunque siguen quedando casos que se atienden sin llamar la atención «por la inercia de tiempos pasados y una mayor confianza en sus maestros».

El colegio recoge todavía alimentos no perecederos y algunas prendas de ropa y zapatos que aportan vecinos del barrio que en el centro se encargan de gestionar «para solucionar situaciones muy puntuales», remarca el director.

«Ya no se lleva a cabo una recaudación como tal. Simplemente, en el caso de detectarlo, se deja en el pupitre, de forma disimulada, alguna pieza de fruta o un zumo. El banco de alimentos y de prensas que teníamos como tal ya no existe». Desde el colegio explican que antes la mayor parte de las familias tenían miedo de acudir a los servicios municipales porque creían que les iban a quitar los hijos. «En ciertos casos sigue habiendo una mayor confianza en los maestros del colegio de sus hijos, de ahí que mantengamos la comisión solidaria», concluyen.