Fue en el año 2002 en el seno del Consejo de Alumnos de la Universidad. Varios compañeros de carrera quisimos crear una asociación que desarrollara actividades culturales y sociales para crear espacios de convivencia intercultural entre ciudadanos de Alicante e inmigrantes. El objetivo era conocerse mejor, compenetrarse y construir esa sociedad integradora en la que creemos plenamente frente a otros modelos asimilacionistas. Lo hicimos desarrollando muchas actividades para que la gente visibilice la convivencia de distintas culturas.
¿Por qué es importante trabajar por la integración?
En Alicante se ha hecho un trabajo por parte de la administración y de las entidades sociales que no ha sido en balde. No han existido grandes problemas de convivencia en la Zona Norte. Se convive sin graves problemas a pesar de la llegada masiva de población inmigrante y de una crisis brutal. El problema podría haber explotado. Pero aún es necesario por parte de la administración, y con el apoyo de las asociaciones, incidir en políticas públicas que tiendan a favorecer procesos de integración acertados en las zonas donde existe una convivencia de gente de otras culturas y se pueden generar bolsas de exclusión y pobreza que son peligrosas en un futuro. Parece que con la crisis estas políticas han pasado a un segundo plano, lo que es un problema. Tenemos el espejo de otros países de Europa en los que muchos jovenes, que son nativos de esos países, han llegado a la edad de trabajar y no se han integrado en el mercado laboral, lo que ha creado esas bolsas de pobreza y de ahí se han formado filas de yihadistas que captan a esos jóvenes con sueldos. Esto aquí no ocurre, pero puede llegar a producirse a medio o largo plazo y por eso es importante actuar ahora.
¿Sufren en mayor medida la crisis los jóvenes procedentes de otras naciones?
En el día a día no hay una diferencia entre los nacidos aquí y fuera de España. Tienen los mismos gustos e intereses, hay grupos de amigos de distintas nacionalidades... No hay graves problemas de integración. Además en los centros escolares se trabaja en estos temas, pero debe tomarse más en serio por parte de las administraciones, sobre todo con la contratación de mediadores y la puesta en marcha de políticas hacia la población autóctona, para ayudarle a entender el proceso migratorio que llevamos. Nunca se les han explicado los motivos por los que ha venido tanta gente huyendo de distintas situaciones y que necesitan ayuda. También hay que formar al personal funcionario, que debe entender que la sociedad ha cambiado.
¿Cuántos jóvenes han participado durante estos años en las actividades de Dánae?
Más de 250. Todos deben estar escolarizados o a los mayores se les exige que estén en planes de garantía juvenil. Tenemos una visibilidad festiva, pero nuestro fondo es más complejo y profundo. Cuando arrancamos en 2002 eran actividades más culturales y más académicas. Con el paso de los años nos dimos cuenta que había que trabajar con niños y jóvenes en los barrios de la Zona Norte, porque tenemos la convicción de que sólo desde la educación se consigue cambiar esta sociedad tan injusta.
¿Cómo trabajáis con ellos?
Lo que pretendemos fomentar es lo que ya reconoce Unicef, que los niños son no solo ciudadanos del futuro, también del presente y tienen sus derechos reconocidos. Es importante enseñarles a pensar desde un punto de vista crítico, reflexionando en los aspectos positivos y negativos de lo que nos rodea. Por ejemplo, trabajamos los temas de ciudadanía porque es esencial que sepan que son ciudadanos del presente y que actúen en consecuencia. Queremos que abran los ojos hacia lo que les rodea. En el caso de los niños el barrio, el colegio... les invitamos a que reflexionen sobre lo que les rodea que digan si está limpio, sucio, si hay seguridad. Con los alumnos de Secundaria reflexionamos sobre la Zona Norte. Reconocen que existen problemas, pero creen que en esta parte de la ciudad hay cosas más interesantes que la gente no tiene en cuenta, como la buena convivencia entre vecinos.
