Con apenas 12 años, María José Carrillo sufrió un grave accidente de tráfico en el que perdió una pierna. Actualmente tiene 20 años y pese a que lleva una prótesis, tiene muchos problemas de movilidad y no siempre la puede utilizar, por lo que en muchas ocasiones se ve obligada a desplazarse en silla de ruedas. Debido a estas dificultades, la joven ha solicitado en varias ocasiones a la Conselleria de Igualdad que le reconozca la movilidad reducida para así tener la tarjeta que le permita estacionar su coche en plazas reservadas para personas con discapacidad. En todas ha recibido la negativa por respuesta.

En una situación similar se encuentra Miguel Ángel Rubio. También tiene una pierna amputada y aunque lleva prótesis su corazón sólo funciona al 30%, por lo que no puede caminar mucho. Su hija también ha pedido en varias ocasiones que le reconozcan la movilidad reducida para que sea más sencillo acompañarle al médico, al banco o cualquier gestión del día a día. También se la han denegado.

El reconocimiento de la movilidad reducida se tramita para toda la provincia en el centro de valoración de diversidad funcional de Alicante, situado en la calle Fernando Madroñal, y dependiente de la Conselleria de Igualdad. Las tarjetas de estacionamiento están reguladas por los ayuntamientos, pero para acceder a una hay que tener como mínimo 7 puntos de movilidad reducida.

La Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la provincia de Alicante, Cocemfe, ha detectado que situaciones como las de María José y Miguel Ángel no son una excepción. «En casos de amputación antes siempre concedían la movilidad reducida y ahora las deniegan», lamenta Antonio Ruescas, presidente de Cocemfe Alicante. Aunque oficialmente desconoce los motivos, «porque nadie nos informa», la entidad cree que les están siendo denegadas a aquellas personas que utilizan prótesis, «cuando no todo el mundo se adapta bien a ellas o las puede usar siempre».

Prótesis

En el caso de Miguel Ángel Rubio, su hija, Victoria Rubio, ha presentado informes del médico y del cardiólogo «en los que aseguran que la prótesis es sólo por estética, ya que se encuentra muy deprimido y es una forma de que le dé menos reparo salir a la calle. Pero su corazón funciona al 30% porque tiene las arterias obstruidas, por lo que no puede llevar una vida normal». Rubio solicitó la movilidad reducida para su padre hace cuatro años «y en el informe el valorador dijo que lo que tenía amputado mi padre era el brazo y no la pierna».

Pese a que la familia ha recurrido en dos ocasiones más con la ayuda de Cocemfe, sus peticiones han caído siempre en saco roto. «Sólo nos queda la vía judicial, pero es necesario contratar los servicios de un médico que haga un peritaje y eso es muy caro». Así las cosas, el día a día para esta familia es una carrera de obstáculos. «Mi padre vive cerca de la plaza de La Viña, donde aparcar es muy complicado, así que nos las vemos y deseamos cada vez que tenemos que recogerle o llevarle a su casa».

Un muro

Tampoco lo tiene fácil María José Carrillo, quien aspira a llevar una vida como la de cualquier joven de su edad, «pero cada vez que creo que soy un poco independiente, choco contra un muro». Sin la tarjeta que le da prioridad para aparcar se ve obligada a ir siempre acompañada o a salir con mucho tiempo de antelación de su casa si quiere estacionar cerca de su destino y así no caminar mucho. Hace unos años que optó por comprarse la ropa por internet porque ir de tiendas era misión imposible.

Con suerte, la Universidad de Murcia en la que estudia esta joven de La Murada le ha facilitado una tarjeta de estacionamiento, «porque sino tendría que llegar con mucha antelación al campus para poder aparcar y llegar a tiempo a la clase». Antes de que ella se sacara el carné de conducir, su madre ya trató de conseguir la movilidad reducida y también le fue denegada, «por lo que siempre tenía que ir acompañada de una tercera persona para ir a todos los sitios y que se quedara conmigo hasta que ella aparcara».

Lo que más indigna a María José Carrillo es que cada vez que ha solicitado la movilidad reducida «únicamente me han dicho que no, sin concretarme los motivos y en alguna ocasión el médico que me ha valorado ni siquiera me ha mirado a la cara ni ha visto mi pierna, sólo ha revisado los papeles». Cocemfe también está ayudando a esta joven a reclamar, «pero después de tantas solicitudes nos dicen que prácticamente sólo queda la vía judicial y es muy cara».