Pocos lanzaban las campanas al vuelo confiando en que este año se erradicaría el botellón. Pero lo cierto es que la enorme presión policial que por vez primera se ejerció ayer sobre los miles de jóvenes que cada año se reúnen en la playa de San Juan a beber el día de Santa Faz dio sus frutos. Para empezar en cifras. En torno a las 14 horas, eran 5.000 los chicos que se congregaban en el paseo de la avenida de Niza, frente a un conocido restaurante de comida rápida. Otros años a esas horas, como recordaban algunos de los agentes desplegados ayer en la zona, ha llegado a haber 40.000. En segundo lugar, la presión policial hizo que la situación estuviera mucho más contenida. Aunque había muchos adolescentes que consiguieron burlar el cerco policial y metieron alcohol en la zona, no eran la inmensa mayoría como ocurría en años anteriores.

El Ayuntamiento ya lo había advertido. Durante la romería se requisarían todos los carros de supermercado. Los chicos se aprendieron bien la lección y apenas se incautaron durante toda la jornada de ayer 9 carros, frente a los 400 que aparecieron el año pasado al día siguiente de la Santa Faz. Durante todo el camino, los únicos carros que se vieron fueron los de los niños.

Esta restricción llevó a los chicos a ingeniárselas para ocultar el alcohol, algunos llevando enormes mochilas repletas de botellas, otros tirando de carros de la compra con neveras y los había que incluso habían comprado pequeñas botellas de alcohol, como las de los aviones, que ocultaban en riñoneras. Con todo, la prohibición de llevar carros mermó notablemente la cantidad de alcohol que los jóvenes podían llevar a cuestas.

Poco después de las 10 de la mañana, los adolescentes comenzaron su particular romería desde el caserío de la Santa Faz a la playa de San Juan. Muchos de ellos se paraban por el camino para preparase copas. «Mira, llevo escondida una botella de ginebra, de la que ya me he bebido media yo solo», presumía un chico de apenas 15 años.

Esperándoles, decenas de agentes desplegados en los principales puntos de acceso a la playa. En grupos de cuatro o cinco, los policías locales iban parando a grupos de jóvenes y pidiéndoles que abrieran las mochilas. «¿Qué hay aquí dentro?», preguntaba un agente a una chiquilla de 15 años tras oler el contenido de un brick de zumo de piña. «Zumo con un poco de sprite», respondía ella, a lo que el agente contestaba: «¿Estás segura, tú crees que estoy oliendo eso?». Ante las preguntas del agente, la menor confesaba que lo había rellenado con alcohol, para después rogar al agente: «pero no avises a mi madre, por favor». En el punto de control de las calle Oviedo, estas imágenes no dejaban de sucederse. A los menores que pescaban bebiendo se les abría un acta de denuncia, que acarrea una sanción de 90 euros, «y se comunica la situación a sus padres». Si únicamente se les sorprende llevando bebida, «se les incauta», explicaba una de las agentes de la Unidad Canina que integraba este punto de control. «¿Y ahora yo qué hago?», lamentaba una chica después de que le fuera requisada la bebida, mientras su amiga le tranquilizaba, «porque tu madre ya sabe que bebes».

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Botellón de Santa Faz 2018

Los chicos trataban de eludir las sanciones con excusas como que se habían encontrado las botellas por el camino. Misteriosamente, a todos se les había olvidado el DNI en casa.

Pasadas las 16 horas, la Policía había requisado casi 800 botellas de alcohol abiertas que se han destruido. También se decomisaron 100 botellas cerradas. En total se levantaron 250 actas de denuncia.

Santa Faz sin carrios ni alcohol

Santa Faz sin carrios ni alcohol

Muchos de los adolescentes, se mostraban indignados con este «forzado» cambio de planes. «Que no nos dejen llevar carros lo puedo llegar a entender, ¿pero el alcohol?, si sólo es un día al año», lamentaba un adolescente. Otros imploraban a la Policía: «no nos quites las botellas, que es un día de fiesta».

Los filtros policiales no impidieron que algunos jóvenes se pasaran con la bebida y acabaran siendo atendidos en las carpas sanitarias que cada año monta la asociación Nuevo Día. «Llevamos 13 asistencias, cuando el año pasado a estas horas eran muchísimas más, la diferencia es palpable. Hay gente bebiendo, pero el alcohol ya no se muestra de una manera tan explícita como en años anteriores», señaló Isaías López, portavoz de la asociación.

El paseo volvió a dar para escenas de todo tipo, como la de madres abroncando a sus hijos tras ser cazados por la policía bebiendo; un fanático religioso, Biblia en mano, dando un sermón a un grupo de jóvenes y muchísimas chicas, con minúsculos shorts exhibiendo penes pintados en las piernas junto a sus direcciones de Istagram.

Decenas de voluntarios de la plataforma Tolerancia Cero contra el botellón de la Santa Faz, impulsores de la campaña que ha comenzado este año frente al botellón, se desplegaron por la playa de San Juan para proponer a los chicos que se sumaran a alguna de las muchas actividades que se habían programado en la arena de la playa. Aunque al principio costaba, tímidamente los jóvenes se iban animando a jugar partidos de voley, de palas o a pintar graffitis. Más éxito tuvieron las exhibiciones de «parkour» y de saltos sobre boyas semienterradas en la arena, que congregaban a decenas de jóvenes. Un rapero animaba el ambiente con canciones en las que se animaba a los chicos a huir del alcohol y la droga y una batucada se mezclaba entre los grupos de chicos.

El dispositivo de seguridad de la Policía Nacional en Santa Faz 2018

El dispositivo de seguridad de la Policía Nacional en Santa Faz 2018

Los responsables de esta plataforma, formada por asociaciones de padres y vecinos fundamentalmente, más que satisfechos con el resultado de su primera campaña para erradicar el botellón. «Esta vez se obró el milagro. No el de la Lágrima pero sí el de estar unidos, la clase política y la ciudadana», señalaba ayer Paco Huesca, coordinador de la plataforma. Para el dirigente vecinal, «en esta ocasión los ciudadanos hemos dado un pequeño ejemplo a los políticos. Cuando se quiere, se puede. Y es posible otra Santa Faz lúdica dando alternativas a los jóvenes. Es el primer paso para no bajar la guardia y hacer las cosas mucho mejor el año próximo».

Los agentes de policía, también encantados con el cambio de rol de este año, muy diferente al de romerías pasadas, cuando se tenían que limitar a vigilar a los jóvenes bebiendo sin poder intervenir. «Mucha gente nos está parando para darnos las gracias por lo que estamos haciendo», señalaba el intendente Fernando Aldave. Sin embargo, otros agentes criticaban que el número de policías desplegados ayer era insuficiente para poder controlar a los 5.000 jóvenes que se congregaban en la avenida de Niza.

Pese a que por las redes sociales los chavales se habían citado para hacer botellón en otras playas de la ciudad, la incidencia fue mínima en zonas como la Albufereta o Puertoamor.