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Los templarios de la Santa Faz

La Reliquia sale cada Peregrina en manos del obispo para la misa en el exterior del monasterio bajo un palio portado por vecinos de la pedanía

Marcos Espín, Pedro Fulgencio Riera y Tomás José Lillo Climent, tres de los vecinos de Santa Faz que llevan el palio de la Reliquia durante la ceremonia anual. Álex domínguez

«Llevar bajo palio a la Faz Divina es un orgullo, una satisfacción. Somos los templarios de la Santa Faz, nos batimos con quien sea, la defendemos hasta la muerte». Es el sentimiento de los vecinos de la pedanía donde desde hace más de 500 años se custodia la Reliquia con el rostro de Cristo que se han ganado por herencia familiar el derecho a portar el palio bajo el que sale en procesión la imagen. Lo hace en manos del obispo, desde el camarín donde se custodia hasta el exterior del monasterio para la multitudinaria misa.

Este ceremonial, que hoy se renovará, como cada jornada de la Peregrina (10.30 horas aproximadamente), se inició con la tradición de la Santa Faz, hace ya 529 años, cuando, en plena sequía, gentes de la huerta alicantina empezaron a pasear en procesión el lienzo con la imagen de Jesús traído desde Roma por un sacerdote de Sant Joan. «Con ese lienzo la Verónica secó el rostro de Cristo camino del Calvario, y se sacaba bajo palio desde Sant Joan hasta la parroquia de Los Ángeles para que lloviera», recordaba ayer Marcos Espín, uno de los vecinos que porta el palio. Se refería así al Milagro de la Lágrima, que se produjo, según la tradición, el 17 de marzo de 1489, cuando en una rogativa brotó de la Santa Faz una lágrima y cayó una tormenta. La tradición de portar la Reliquia bajo palio se mantuvo durante siglos pero se perdió durante la contienda civil española, recuperándose a su conclusión. Espín, como Pedro Fulgencio y Tomás José Lillo, llevan entre 30 y 40 años, desde que eran muy jóvenes, protegiendo a la Santa Faz bajo palio cada vez que sale, como antes hicieron sus padres, abuelos y otros antepasados.

No sólo son sus guardianes el día de hoy, pues recogen a la Reliquia cuando viaja a Alicante o a Sant Joan, la última vez con motivo del 75 aniversario del Cristo de la Paz. Los portadores son seis. También comparten esta tarea los vecinos Javier Crespo, José Manuel Crespo y Francisco Amorós.

Divertidos, los tres primeros recordaron ayer los «atascos» que armaban cuando montaban el palio dentro del camarín, de muy reducidas dimensiones, de ahí que ahora se haga en la iglesia. El obispo sale con la Santa Faz en sus manos tras su extracción del sagrario donde se custodia siguiendo un protocolo de apertura de llaves que permanece inalterable desde el siglo XVII y en el templo se cubre con el palio. No siempre ha sido así. Antiguamente, según contaron, se sacaba una réplica de la Santa Faz hasta las afueras de la pedanía para recibir a la que llega en romería desde Alicante y la Reliquia permanecía en su camarín. «Se descubría para la misa, que se celebraba en la Iglesia, y punto». Eso cambió hace 28 años, tiempo que lleva la misa celebrándose fuera del monasterio (salvo en 2017 porque llovió).

Y explicaron que antes la Santa Faz estaba llena de medallas, pulseras y colgantes de oro de promesas y donaciones pero el metal fue fundido por temor a los robos. También llevan bajo palio al Santísimo Sacramento el Domingo de Pascua en el Encuentro con la Inmaculada y cada 13 de junio en la celebración del patrón de Santa Faz, una pedanía en la que, cuando eran niños, vivían 1.500 personas, la mayoría en casitas bajas, y donde había hasta una fábrica de tomates y otra de almendras.

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