Corren aires de mayor clausura en el convento de las Clarisas de Alicante, donde se custodia la Reliquia de la Santa Faz, que mañana recibirá el homenaje de miles de peregrinos en una romería que cumple 529 años. Hay una nueva madre abadesa, la hermana Luisa María, nombrada directamente por el Vaticano para coger las riendas de una comunidad religiosa que está en una etapa de mayor recogimiento. La abadesa fue designada por Roma después de que la anterior superiora, Sor Expiración, que ha cumplido 87 años, sufriera una caída que le impedía continuar con su función y sin que se hiciera la habitual votación entre las monjas que viven intramuros.

Sor Luisa María, que ha sido presidenta durante muchos años de la Federación de las Clarisas de Cartagena-Murcia, compagina la dirección del convento alicantino con los de Murcia y Hellín (Albacete). Los fieles que la tratan aseguran de ella que es «muy viva, agradable, correcta, culta, inteligente y competente». Estar a «caballo» entre las tres provincias y la carga de trabajo le impiden vivir de forma permanente en Santa Faz, donde en su ausencia ejerce de delegada sor Isabel, persona de su confianza a la que se trajo desde Hellín. «Es más joven, muy capaz, y tajante con las normas tradicionales franciscanas», explican sobre la nueva superiora personas conocedoras de los cambios en el convento, que ha entrado en una etapa de mayor recogimiento.

Hasta ahora, en la víspera de la Peregrina era habitual ver a las monjas tras las rejas en la parroquia o en la tienda de recuerdos, que ahora está atendida por un nuevo sacristán, Alberto Pineda, procedente del convento de las Clarisas de Elche. El sacristán, que ayuda en misa, es de Guatemala y lleva 16 años en la provincia de Alicante. «Va a ser mi primera Santa Faz, y por lo que me han contado viene mucha gente y con mucha fe», comentaba ayer mientras vendía. «No se ven por ningún lado», apuntaba por su parte una feligresa en la tienda de recuerdos en referencia a las hermanas, aunque mañana, día de la Peregrina, se espera que sí esté la abadesa Luisa María. El día del ensayo de la apertura del camarín donde se custodia la Reliquia la superiora dejó claro que son ellas quienes entregan las llaves de la hornacina por su papel de custodias durante todo el año.

Los cambios en el convento han sorprendido a algunos colaboradores, sobre todo por lo ocurrido con la hermana María Clara, que fue superiora varios años y que se marchó a su país, El Salvador, con autorización por enfermedad de su madre. Regresó pero ya no está en el convento. La monja, antes de irse, encargó la remesa de estampitas y recuerdos para vender este año por Santa Faz pero el pedido fue retirado. Con el cambio de dirección también se ha prescindido, al menos este año, de la colaboración de la cofradía de La Verónica. Ya no se permite que los voluntarios de esta cofradía que ayudaban a las monjas a vender recuerdos (el año pasado lograron 22.000 euros) se queden a dormir en el recinto. Se ha eliminado la web de las Clarisas y el whatsapp.

Junto a la tienda, no obstante, se están montando estantes para la venta de dulces aunque la novicia que se sacó el carné de manipulación de alimentos ha sido trasladada a Almansa y los dulces que se vendan están realizados por las Clarisas de Elche. Precisamente a Elche han sido trasladadas las hermanas de Santa Faz que estaban enfermas, sor Expiración y sor Rosario, y permanecen intramuros en el convento de la pedanía de Alicante las más jóvenes: sor Gladys, sor Rosa y sor Clara Isabel, de la anterior etapa, y otras nuevas de otros conventos de la orden, sobre todo de Elche y de Murcia, rozando la media docena. Fallecieron a finales de 2017 sor Celesta y sor Inmaculada.

«Si hay más de ocho monjas se considera monasterio pero con cinco o menos es convento, y pueden cerrarlo. ¿Qué pasaría entonces con la Santa Faz?», se preguntan feligreses preocupados por el futuro del convento. Hay otras personas cercanas a la comunidad que difieren. Consideran que media docena de monjas más jóvenes sin tener que cuidar a religiosas enfermas son suficientes para mantener el convento y custodiar la Reliquia. «Mientras queden Clarisas no hay riesgo y la orden franciscana está en todo el mundo».

Por último, este año la compra de cualquier producto ya se puede pagar con tarjeta. Desde las clásicas estampas y medallas a abanicos, arras, pulseras de plata, espejitos, estuches de viaje de costura y hasta memorias USB, entre otros.