El departamento de Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante ha diseñado un método científico que ha demostrado ya su rotunda efectividad a la hora de erradicar las borracheras y el consumo de cannabis entre los jóvenes más vulnerables de entre 14 y 18 años. La investigación parte de unos índices de consumo de bebidas alcohólicas del 68,3% de los estudiantes de Secundaria y del 83,1% de los que cursan la FP Básica en la ciudad de Alicante. Además de que el 28,6% y 47,3% de estos jóvenes, respectivamente, se emborrachan el fin de semana y que consumen cannabis en un 17% (jóvenes de ESO) y 27% (estudiantes de FP Básica).

Los investigadores han puesto en práctica un programa avalado internacionalmente, el R&R2 de intervención cognitivo-conductual entre los adolescentes, y lo han adaptado a los más vulnerables, los que arrastran una mayor problemática social y educativa, tanto en Secundaria como en Formación Profesional Básica. El sistema consiste en actuar con los alumnos fomentando la práctica del juego y teatralizando situaciones similares a las que viven en su día a día y con las que se pueden identificar. A continuación, los profesionales abren el debate y la discusión en grupo para favorecer que los adolescentes reflexionen en voz alta y razonen sobre lo que podían haber hecho en cada caso para evitar el problema.

Como resultado, el 82,6% de estos jóvenes han abandonado las borracheras de fin de semana, el 74% deja el alcohol, y lo mismo sucede con el cannabis en la mitad de los casos.

Las sesiones de intervención, llevadas a cabo en una decena de institutos de Alicante durante seis meses concluyen, pues, con un cambio de conducta radical entre los participantes. Los alumnos que han formado parte de la muestra inicial son 200, y casi llegan a 300 a quienes se imparte este curso el programa con técnicos de la Concejalía de Educación que financió la investigación.

Sin milagros

«No hay milagros ni fórmulas mágicas. En cuanto identifican el problema que ha desembocado en una adicción, se sienten responsables, en lugar de víctimas, y cambian de comportamiento». Laura López es una de las especialistas en inteligencia emocional que acude a los centros educativos para poner en práctica el método, junto a técnicos municipales de la Unidad de Prevención de Conductas Adictivas.

«Son jóvenes que arrastran realidades dramáticas e intensas, a los que les cuesta mucho tener autoestima», explica la psicóloga.

Los profesionales que intervienen en las aulas durante las clases dedicadas a tutorías, explican cómo de las opciones iniciales que los jóvenes confiesan del tipo «yo voy y le pego» o «yo le grito», los adolescentes pasan a sentirse responsables, intentan autogestionarse, y acaban dominando las situaciones una vez que las identifican.

«Aprenden a ser conscientes de hacia qué emociones les dirige el pensamiento y aprenden a pensar de otra manera al tiempo que adquieren competencias en comunicación, empatía, asertividad y creatividad frente a los problemas», abunda López.

Éxito académico

Entre los investigadores de la Universidad, Natalia Albadalejo añade que el seguimiento de los escolares confirma «una reducción significativa tanto del consumo de tabaco, del alcohol y el cannabis, como en la disminución del abandono escolar».

La mayoría de los estudiantes sobre los que se actúa presentan las mayores dificultades académicas y engrosan las cifras de fracaso escolar, de ahí que resultados tan satisfactorios hayan llevado a la Concejalía de Educación a plantear su implantación definitiva en las aulas.

La totalidad de los centros tanto públicos como concertados a los que se ha ofrecido el programa han dado el sí, según confirman desde el Ayuntamiento.

«He visto un gran potencial en muchos de estos jóvenes. Ellos mismos se habían sentenciado, habían perdido la confianza en sí mismos, pero acaban valorando su talento. Algunos adquieren competencias muy rápido y me ha llamado mucho la atención», confiesa López, a su vez especialista en Psicología positiva.