Comienza la primavera y con ella la congestión nasal, los picores y los recitales de estornudos. El cambio de estación trae de cabeza a los alérgicos, alrededor de 550.000 personas en toda la provincia de Alicante que hacen su propia y peculiar penitencia con la llegada de la Semana Santa. La previsión es que las temperaturas sean más cálidas de lo normal durante los próximos meses, extremo que hace prever a los expertos una mayor incidencia de las enfermedades alérgicas.

Existe una relación directa entre las precipitaciones del otoño e invierno y los recuentos de pólenes de gramíneas durante la primavera. Las bajas temperaturas de este invierno, con una media nacional en febrero de 6,9ºC, favorecerán el enraizamiento de las gramíneas salvajes y cereales.

Además, en el último mes las lluvias se han multiplicado por cinco para lo habitual en esta época. Por todos estos motivos, el Hospital de Alicante ya ha registrado un aumento de consultas, ya no solo en lo relativo al polen y los ácaros, sino también por reacciones a los alimentos, los animales domésticos y los medicamentos.

El jefe de Alergología del Hospital de Alicante, Javier Fernández, ha explicado que esta enfermedad se desarrolla al desencadenarse anticuerpos por exposición. Se trata de una disfunción del sistema inmunitario que provoca una reacción a sustancias normalmente inofensivas llamadas alérgenos. El también director del departamento de Medicina Clínica ha distinguido entre la enfermedad y la reacción alérgica con episodios puntuales más agudos y graves.

En el litoral mediterráneo los pólenes más frecuentes son los de parietaria, olivo y gramíneas con una concentración estimada que oscilará los 1.137 granos/m3 de Alicante. La alergia a los ácaros, imperceptibles en nuestra vida, es difícil de evitar porque suelen estar en las hogares. También tienen un repunte en esta época porque la temperatura favorece su reproducción.

En las consultas de Alergología están aumentando las visitas de pacientes por sensibilidad a los animales domésticos, sobre todo a gatos que pueden desencadenar reacciones en las personas que conviven con ellos y también en los que no, por el simple hecho de estar en lugares donde el felino haya permanecido.

También han tenido un gran auge en el último siglo las enfermedades alérgicas a los alimentos en los que existe una relación directa con pólenes como las frutas, las verduras o los frutos secos. Además, han ascendido las consultas de casos por los huevos, la leche, el pescado o las harinas. Los expertos también alertan de las alergias a los medicamentos como la amoxicilina, el clavulánico y los antiinflamatorios.

Tratamiento médico

La inmunoterapia o vacunación antialérgica debe considerarse siempre como una herramienta terapéutica de primer orden en el manejo de los pacientes alérgicos. Tal y como ha afirmado el doctor Joaquín Sastre, presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, SEAIC «la inmunoterapia proporciona una disminución significativa de los costes totales en salud inducidos por la enfermedad alérgica respiratoria».

Los datos más relevantes son los referidos a estos costes directos: la inmunoterapia disminuye un 40% los gastos en servicios médicos y un 30% el referido a uso de fármacos de alivio sintomático. Según añade Javier Fernández «el tratamiento suele funcionar bien, las vacunas para las enfermedades respiratorias mejoran considerablemente los síntomas y el porcentaje de mejoría es muy alto».

Sin embargo, para los alimentos es más complicado puesto que «aplicamos la desensibilización con diferentes procedimientos pero, al no existir vacuna, hoy por hoy cuesta mucho». Hay otras medidas que mejoran la calidad de vida de los pacientes, cuyos síntomas no se circunscriben únicamente a los meses de primavera. Los expertos recomiendan el uso de mascarillas homologadas, gafas de sol o purificadores de aire que logran filtrar la mayoría de las partículas ambientales de pequeño tamaño, según SEAIC.

El efecto de la contaminación

El cambio climático está alterando los ciclos de polinización de las plantas. Adelanta el inicio y retrasa el final de su floración, con lo que se amplía la duración del período de polinización, y, por lo tanto, hay una mayor exposición de la población. Javier Hernández ha explicado que la emisión de partículas contaminantes altera la estructura del polen y produce estrés en las plantas «y eso hace que intenten protegerse a sí mismas.

Crean pólenes más agresivos que generan más alergia en personas susceptibles». En las ciudades se producen más casos de alergia que en zonas rurales porque las proteínas del estrés incrementan su agresividad en zonas cercanas a autopistas.