Se sienten útiles más allá de las cuatro paredes de sus casas, ganan en autoestima, confianza y aprenden lo que significa el término empoderarse. Estos son algunos de los sentimientos que experimentan las mujeres que participan en los talleres de iniciación al teatro, organizados por la Asociación de Mujeres Gitanas, Arakerando. En estos talleres, que se desarrollan dos veces a la semana en la sede de la entidad, participan 12 mujeres.

Días atrás estrenaron en el centro social Gastón Castelló la obra que han estado meses trabajando y que lleva por título «Caminos rotos». En ella se narran los avatares del pueblo gitano, «y lleva este título porque somos un pueblo que cada vez que ha querido avanzar, nos han pisado», señala Sally Cortés, autora de la obra y coordinadora de los talleres de iniciación a la interpretación de Arakerando. La obra narra «historias verídicas de lo mal que lo hemos pasado a lo largo de los años y de la persecución que hemos padecido». Cortés pone como ejemplo el hecho de que los gitanos que residen en España «son los únicos que no hablan el idioma original de nuestro pueblo».

Sally Cortés explica la satisfacción que supone trabajar con estas mujeres gitanas, «sobre todo cuando se suben al escenario y reciben los aplausos del público». Muchas de estas mujeres no trabajan, se casan y tienen hijos desde muy jóvenes, «por lo que la interpretación les ayuda a sentirse útiles , a que tengan su terreno y a que sean fuertes e independientes». La responsable de Arakerando se asombra de ver la evolución que experimentan muchas de estas mujeres, «que llegan al principio sin apenas atreverse a hablar y cuando interpretan o cantan nos dejan sin palabras».

Carmen Marín es una de las alumnas de estos talleres y reconoce que con este aprendizaje se siente más realizada. «Es una manera de salir de casa, reírte, cambiar de aires y hacer algo nuevo», señala esta ama de casa, madre de tres hijos que actualmente está estudiando el acceso a la Universidad para mayores de 25 años.

Para Mercedes Utrera interpretar le ayuda a salir de la rutina «y sobre todo a valorarme», señala esta ama de casa que tiene cuatro hijos y un nieto.