El éxito ha sido generar un debate social para reivindicar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. La ciudad de Alicante siguió ayer con su pulso habitual mientras una marea de color morado recorrió las calles y plazas para despertar conciencias sobre la corriente feminista que exige acabar con una discriminación histórica. Aparentemente los bares, peluquerías y comercios registraron la misma actividad que otros días, pero el tema de conversación común giró en torno al Día Internacional de la Mujer. Los efectos de la huelga convocada el 8 de marzo son difíciles de cuantificar porque es imposible medir un trabajo que sigue siendo invisible, como son las tareas domésticas o el cuidado de los familiares. Aún así ayer fueron miles de personas las que hablaron de brecha salarial, de techo de cristal o de violencia machista y eso, en sí, ya es un triunfo.

La movilización por los derechos de las mujeres alcanzó ayer su punto álgido con la multitudinaria manifestación convocada por la tarde por la Comisión 8M Alicante, pero las actividades de visibilización empezaron por la mañana con los piquetes convocados por los sindicatos, que fueron recorriendo algunas de las principales avenidas. Minutos antes de las doce del mediodía, eran cientos de personas las que avanzaban por diferentes zonas de la ciudad hacia una dirección común. Se les reconocía porque portaban camisetas y otros artículos de color violeta. También llevaban carteles con lemas reivindicativos y frases contra la sociedad patriarcal y en apoyo a la revolución feminista. Todos se concentraron en la Plaza 25 de mayo, que se convirtió en el epicentro de la reivindicación por los derechos de la mujeres y en apoyo a una revolución que promete seguir creciendo.

Unión generacional

La concentración se desarrolló con carácter festivo. Llamaba especialmente la atención la unión entre generaciones, con la presencia de muchas mujeres jóvenes que reclamaban políticas efectivas que defiendan sus derechos, un futuro más igualitario y un cambio de mentalidad que no parece fácil. También mayores que recordaban que ya salieron a la calle en la Transición y que exigen ahora más cambios para defender al sexo femenino y el cambio en los roles de género. Junto a ellas también secundaron la convocatoria muchos hombres que defienden que hay que seguir luchando por esta causa. Todos ellos se unieron bajo el lema elegido para este 8 de marzo: «Si nosotras paramos se para el mundo». Pero, ¿logró la huelga convocada paralizar realmente Alicante?

Lo cierto es que calles como la Avenida Maisonnave, los alrededores de la Plaza de los Luceros, la Avenida de Alfonso X El Sabio o la Rambla reflejaban su ambiente habitual. Sí se produjeron parones en el transporte público, pero casi todos los establecimientos del centro de la ciudad permanecieron abiertos. Bajar la persiana no parece fácil en los tiempos que corren. Ni para los autónomos que están al frente de pequeños negocios ni para muchos asalariados que prefieren realizar su jornada por miedo a la reacción de los jefes. Ello a pesar de que la práctica mayoría de ciudadanos con los que habló este diario coincidió en su apoyo a la necesidad de acabar con la desigualdad de género y blindar los derechos de la mujer.

«No es fácil. Mi jefe es autónomo y trabajamos vendiendo pescado. Si cerramos se pierde el género que además es muy caro. No me uno a la huelga pero la hago en mi casa todos los días. Un día cocino y limpio yo y otro día lo hace mi pareja». Así se expresaba ayer Leticia, una pescatera de 33 años que trabaja en el Mercado Central. La joven destacó que la auténtica revolución es «no criar a tus hijas como si fueran princesas, sino preparándolas para enfrentarse a un mundo real para reivindicar derechos y conseguir avances de verdad. Ahí está la lucha», añadió. A pesar de que ella pasó la jornada trabajando y sin unirse al parón, también habló de feminismo.