Mientras en los pasillos del Ayuntamiento se sigue sospechando que el exconcejal de Urbanismo, Miguel Ángel Pavón (Guanyar), sabe mucho más de lo que dice sobre el dispositivo de escucha encontrado en el despacho que ocupó hasta noviembre, pasan los días y las preguntas clave siguen sin tener respuestas sólidas. ¿Por qué el gobierno que lidera el socialista Gabriel Echávarri no requirió a la Policía Nacional que se personase en el despacho de Urbanismo tras encontrar un dispositivo de grabación oculto en los bajos de un armario al realizar un barrido tecnológico? ¿Por qué no se denunció después en la Comisaría? ¿Por qué no se comunicó el hallazgo del artilugio al presidente de la Generalitat y, a su vez, secretario general del PSPV? El alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, habló ayer por primera vez tras desvelar este diario el pasado domingo que el ejecutivo local había localizado a mediados de enero y bajo un armario un sospechoso aparato que podía servir para grabar conversacionesgrabar conversaciones. Y lo hizo para dejar prácticamente las mismas dudas que había en el ambiente antes de que interviniese ante los medios tras una rueda de prensa convocada para hablar de las reivindicaciones que los diputados socialistas van a llevar al Congreso.

Echávarri intentó, al igual que hizo un día antes la concejala de Urbanismo, Eva Montesinos, justificar la negativa de denunciar el caso ante la Policía Nacional. «Un alto mando y un experto en tecnología nos dijeron que podría ser parte de un sistema de grabación muy rudimentario, arcaico y doméstico. Eva [Montesinos] no estaba siendo escuchada, no era víctima de nada. Ese aparato era inocuo, inerte, como si hubiera un jarrón», explicó ayer Echávarri, quien reiteró que no se presentó denuncia para evitar el «ruido mediático», que finalmente se ha producido tras desvelar este diario el hallazgo del dispositivo dos meses después de que Miguel Ángel Pavón abandonase el despacho tras la ruptura del tripartito: «Ese aparato no tenía ninguna función, por lo que no suponía la perpetración de ninguna actividad delictiva. Así que decidimos, en beneficio de que no hubiera follón, que no merecía la pena denunciarlo. Otros grupos seguro que lo habrían puesto encima de la mesa, habrían dado una rueda de prensa, habrían hablado de 'Watergates' y habrían montado un lío tremendo... Bueno, casi el mismo lío que están montando ahora yendo a denunciar. Nosotros nos dedicamos a trabajar», prosiguió el alcalde en una réplica evidente a sus exsocios del gobierno del tripartito, que le han criticado con dureza desde el pasado domingo, al igual que PP y Ciudadanos, por no denunciar el caso ante las fuerzas de seguridad.

Sin huellas, sin prueba

¿Y por qué no se pidió a la Policía Nacional que acudiese al despacho cuando el jefe de Seguridad de Alcaldía, asesorado por una empresa del sector, descubrió un dispositivo de grabación oculto? Para esta pregunta, el alcalde tampoco tuvo ayer una respuesta sólida. Sobre todo, porque la decisión de coger el artilugio y llevarlo a la Comisaría lo invalidaba como prueba ante una posible investigación policial. «Se decidió recoger e ir a la Policía. Lo normal es ir a la Policía y fue lo que hicimos. ¿Coger huellas? A lo mejor, pero fuimos a la Policía», prosiguió el socialista, quien subrayó que no había espionaje ni tampoco delito: «No ha habido espionaje porque además grabarse a sí mismo está permitido, no nos olvidemos. Yo puedo documentar mis reuniones [continuó el alcalde en un intento de explicar la inexistencia de delito en el supuesto uso de un dispositivo de autograbación] como quiera».

Entre las pocas novedades de las últimas horas, Echávarri desveló ayer que su despacho fue también rastreado el mismo día que se barrió la planta noble de Urbanismo. «Y en Alcaldía no salió nada. Ése fue el último barrido, porque en mi despacho también se había hecho uno tiempo antes», señaló el regidor socialista, quien reconoció que hasta el pasado domingo, dos meses después del hallazgo a mediados de enero y coincidiendo con la publicación en este diario del hallazgo, no se informó del caso al PSPV ni a la Generalitat. «Hablamos con Presidencia a raíz de salir la denuncia. Ellos preguntaron qué había pasado y se les explicó. Nada más», se limitó a decir Echávarri. Fuentes de Alcaldía concretaron que el domingo se habló con el partido, mientras que un día después se conversó con el entorno de Puig en el Palau de la Generalitat.

Y mientras las dudas sobre Echávarri se acentúan ante la falta de respuestas claras y su decisión de silenciar que se había encontrado el dispositivo de autograbación en Urbanismo, las miradas siguen apuntando en el Ayuntamiento hacia el antiguo inquilino de unas dependencias que se estrenaron hace poco más de un año, cuando se produjo el traslado desde la sede del antiguo hotel Palas a un edificio en la calle San Fernando, junto a la Audiencia Provincial. De hecho, en los pasillos del Consistorio alicantino, los grupos municipales sospechan que el dispositivo pertenecía a Pavón, conjeturando que lo utilizaba para grabar reuniones que mantenía en la última planta del edificio. Hasta allí decidió llevarse el mobiliario que tenía en su primer despacho como concejal de Urbanismo, incluso, según confirmaron ayer fuentes de la Cámara, muebles que no son propiedad del Ayuntamiento, sino que pertenecen al inventario de la organización empresarial y que se trasladaron a dependencias municipales sin permiso alguno.

Bajo uno de esos muebles se encontró, a mediados del pasado mes de enero, el dispositivo de grabación. El portavoz de Guanyar y exconcejal de Urbanismo, Miguel Ángel Pavón, aseguró ayer que ese mueble ha sido cambiado de posición tras la ruptura del tripartito. «Antes estaba en la pared de enfrente», puntualizó ayer Pavón, en un intento de desligarse de un artilugio que, en los pasillos del Ayuntamiento, pocos dudan que haya estado al servicio del exedil de Urbanismo, quien a las puertas de la Comisaría, el pasado lunes, aseguró no tener ninguna relación con un aparato que ha vuelto a generar ruido en un entorno, el del Consistorio alicantino, poco dado al silencio.