Suena el «Bienvenidos» de Miguel Ríos mientras se levanta la persiana de un restaurante en una esquina de la plaza Doctor Balmis. Por la puerta asoma un guaperas con pelo engominado y chaleco vaquero que mastica un chicle con gran empeño. Se acerca al primer cliente de la fila y le dice con chulería: «Eh, eh, ¿a dónde te crees que vas tan rápido?». Los comensales ni se han sentado aún, pero la función ya ha comenzado. Arranca una cena en la que el teatro es el plato principal.

Dani Mayor es un dramaturgo alicantino que durante un viaje por Italia descubrió una función que le inspiró; la remodeló y se la trajo a su tierra natal. Ésta era algo más parecido a un cluedo, un misterio que se resolvía con un culpable mientras el público comía. Pero él quería llevárselo aún más a su terreno, y así es como se hizo padre de «Cena con delito». «Cuando la gente entra en el local ya ha empezado la función», explica Mayor.

«Cena con delito es un espectáculo en el que principalmente hemos querido aunar lo que es teatro con gastronomía. Hay un menú que está cerrado y pactado, ambientado en la propia función», cuenta Andrés Ariza, uno de los dos actores que capitanean la velada.

El público entra en el establecimiento y se encuentra con una decoración adaptada a la época en la que transcurre la función. Unas veces el ambiente lleva a Transilvania con la representación de «La herencia de la condesa viuda», otras a la escena de un crimen con «El último desafío de Sherlok Holmes» y en ocasiones a rememorar los años 80 con «Cómo acabar con tu jefe». Todas etas obras, escritas y dirigidas por Mayor.

Esta noche tocan los ochenta y los comensales comienzan a tomar asiento. Son alrededor de treinta, ocupan una larga mesa y, aunque no se conocen, saben a qué han venido. «Estas funciones son algo muy íntimo, el calor que se genera es diferente en cada ocasión. La función es para 30 o 40 personas», afirma Dani Mayor mientras el restaurante permanece cerrado para el evento.

Cuando Mayor llegó de Italia, le contó lo que había visto y cuál era su intención a Andrés Ariza. Entonces, el actor sacó un as de la manga. «Me lo comenta y yo hablo con mi hermano», explica el actor, que comparte sangre con David Ariza, cocinero. «Entonces vimos la posibilidad de aunar las dos cosas: mayor teatralidad con un espectáculo completo en el que la cena no sea un añadido más, sino que participe del espectáculo», añade Andrés.

Entre plato y plato, es cuando ocurre la obra, pero la intención de estas cenas es que no se perciba la diferencia durante ningún momento de la noche. «Adaptamos los productos alicantinos para trasladar al público a la época en la que estamos actuando», cuenta David Ariza. La velada acaba tras tres horas de actuación.

El teatro de las «cenas con delito» no es el único en Alicante que se acerca al borde de la mesa. Otras también usan el arte como ingrediente, como es el caso de WeGame, una empresa de juegos nacida en Valencia que ha aterrizado en la provincia hace apenas cuatro meses y ya se ha establecido en Alicante, Elche y Torrevieja, donde cinco actores se reparten los bolos cada semana.

Alguien comete un crimen y Yolanda Berenguer, actriz, asigna un papel a cada uno de los comensales para que lo defiendan durante toda la comida. Ella, por su parte, será la policía científica que se encargará de guiar el juego, confundir a los participantes en la búsqueda del culpable y poner la magia del teatro con comportamientos que, cuanto menos, llaman la atención de las mesas de alrededor que no saben qué es lo que está sucediendo.

Tanto en las funciones de las «cenas con delito» como en este juego de WeGame, los clientes viven la experiencia de probar bocado con el teatro muy de cerca. Pero igual de cerca están también, y como elemento muy peculiar en una función, el vino y la cerveza. «Eso es algo que tengo muy en cuenta a la hora de escribir», comenta bromeando Dani Mayor.