Madera de roble y abedul para el varillaje; algodón para el país (así se llama la tela); remates de encaje y oro; y dibujos hechos a mano con pintura textil al agua, resistente y flexible, para unos diseños inspirados en la Ruta de la Seda de València y propios de la indumentaria tradicional del siglo XVIII. Así son los abanicos que darán aire a las Fallas 2018, por obra de dos alicantinos que entran con muy buen pie en el mundo festero: Fátima Garaballú, licenciada en Bellas Artes, y José Manuel Feliú, artista del Gremio de Hogueras, seleccionados por la Junta Central Fallera como indumentaristas oficiales de las inminentes fiestas de San José para confeccionar los abanicos de la Fallera Mayor, Rocío Gil, de la Infantil, Daniela Gómez, y de toda la corte, formada por 24 festeras.

Fátima y José Manuel, de 33 y 31 años respectivamente, fundaron hace un año SuperArte Alicante, firma que fusiona una escuela infantil dedicada a la formación de jóvenes alumnos en Hogueras y al diseño y creación de artículos festeros. Tras diseñar y pintar a mano a lo largo de 2017 más de un centenar de abanicos para 15 comisiones de Hogueras, así como pedidos para fiestas de Madrid e incluso de Andalucía gracias a la difusión de su trabajo en redes sociales, no se lo pensaron dos veces cuando llegó a sus manos una publicación de la Junta Central Fallera sobre la indumentaria de 2018. Era información para presentar presupuestos, propuestas de indumentaria y complementos para las Falleras Mayores de 2018. Una especie de concurso abierto a toda firma de indumentaria.

«Enviamos un dossier con nuestro trabajo, nos llamaron, enviamos unos bocetos, nos seleccionaron y ahí estamos»: dentro de la relación de veinte profesionales que visten este año a las Falleras. Desde entonces no han dejado de recibir felicitaciones tanto en Alicante como desde València «porque la Junta Central Fallera nos ha dicho que es la primera vez que una empresa de Alicante es elegida para realizar dicho trabajo».

La colección, formada por 26 piezas que él diseña y ella pinta, está muy avanzada. Los dos alicantinos, que completaron el curso de artista foguerer impulsado por el Ayuntamiento de Alicante, tienen previsto entregar los abanicos en València el próximo 28 de febrero. Aunque toda la colección se caracteriza por estar pintada a mano, hay diferencias. Los abanicos de la Fallera Mayor y su corte están hechos en madera de abedul barnizada, mientras que las infantiles se echarán aire con varillaje de roble. Ambos tipos de madera eran los que se utilizaban en el siglo XVIII, explica Fátima. Otra diferencia es el remate, bien en puntilla o en oro, importante porque todos los aderezos de las Falleras lo llevan.

Las dos piezas más destacadas, no obstante, son las que llevarán ambas Falleras mientras que sus damas lucirán abanicos personalizados con su nombre y con un diseño de flores a juego con su falda. El dibujo del abanico de la Fallera Mayor adulta se inspira en un cuadro del pintor valenciano Víctor Moya, una figura femenina enmarcada por una arquería de la Lonja de la Seda, símbolo patrimonial valenciano pues València formó parte de la histórica Ruta de la Seda a este lado del Mediterráneo.

La Fallera Mayor Infantil se refrescará con un abanico que lleva como dibujo principal el perfil de una fallera infantil basada en una figura de Floreal, cuadro del pintor valenciano José Pinazo Martínez. Tras la niña se atisba la silueta de la escalera gótica perteneciente al Colegio del Arte Mayor de la Seda, germen del noble «Gremi de Velluters», los tejedores que llegaron a tener en València más de 2.300 telares. El citado Colegio data del siglo XV y fue premiado por la Unesco como uno de los ejes de la capitalidad mundial de la seda que València ostentó en 2017.