El proyecto de Robótica que han puesto en marcha este curso conjuntamente los colegios públicos Gabriel Miró y Rafael Altamira de Alicante demuestra que a la hora de aprender «la edad es solo un número y que somos nosotros, los docentes, los que muchas veces ponemos barreras solo por prejuicios de edad». Juan Carlos Galiana, coordinador TIC de nuevas tecnologías en el colegio Gabriel Miró, no cabe en sí de asombro sobre lo que incluso los más pequeños le empiezan a mostrar con el uso de robots.

Con apenas tres años, Alan se empeñó en usar la tablet como los mayores y empezar a programar de forma básica. La sorpresa del profesor llegó cuando tocó hacer girar al robot. «¿Un niño de 3 años comprendiendo la lateralidad (dónde está la derecha y dónde la izquierda)?».

Galiana explica que sin tener referencias espaciales concretas, porque los giros tienen lugar en relación con el robot del programa, los niños no empiezan a desarrollar la lateralidad completa hasta los 8 años. «Antes no saben, solo las sitúan de forma intuitiva en relación a su cuerpo».

Los alumnos le han demostrado que las nuevas clases de Robótica, a las que acuden entusiasmados porque para ellos es un juego tunear el robot a su gusto y programarlo para que corra el más rápido, van a romper más de una barrera educacional.

José García, otro de los docentes implicados, está igualmente entusiasmado. Empiezan por enseñar a los alumnos a usar bloques para programar, y a los mayores de Primaria les añaden una app que va complicando las tareas y proyectos progresivamente hasta incluir sensores.

Las clases se dan en inglés porque aprender el idioma forma parte del trabajo, y en poco tiempo logran desarrollar circuitos y tareas colaborando en equipo.

Sensores

Los mayores, en quinto y sexto curso, con 10 y 11 años de edad, programan el robot con un sensor de voz para que cante, cuente un chiste o se gire al escucharles. Aprender el funcionamiento de un sensor de proximidad les lleva, además, a superar la frustración hasta lograrlo, y algún alumno inmigrante que se ha incorporado tarde al colegio, se ha puesto al día sin dificultad, «porque en lenguaje computacional están todos al mismo nivel, son clases que fomentan la inclusión y la colaboración», añade José García.

A estos dos profesores, a quienes Educación ha validado el proyecto por su innovación y lo subvenciona con 2.000 euros, su esfuerzo y voluntad les da para mostrar lo que hacen a otros compañeros docentes y animarles a que lo apliquen en sus clases de forma transversal.

Todo un nuevo mundo pedagógico por desarrollar y descubrir.