El alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, se ha ofrecido esta mañana voluntariamente como pregonero de la Semana Santa del año que viene como ejemplo de su "compromiso" con estas fiestas.

Echávarri ha querido salir al paso de las palabras del presidente de la Junta Mayor de Hermandades y Cofradías, Alberto Payá, quien el pasado sábado le reprochó su ausencia a este acto oficial por tercer año consecutivo desde el púlpito desde el que acababa de leer el pregón de 2018 el subdelegado del Gobierno, José Miguel Saval (PP).

El alcalde ha señalado que respeta profundamente al colectivo y que considera fuera de lugar las palabras de Payá. De hecho ha explicado que si quiere hacer política, la Junta Mayor no es el lugar. "Si quiere hacer política, que se meta en un partido político", ha dicho exactamente.

Según fuentes de Alcaldía, varias las cofradías se han dirigido al alcalde para señalarle su malestar con el comportamiento de Payá y su decisión de desvincularse de sus declaraciones. Añaden que Echávarri se ofrece a ser pregonero de la Semana Santa el próximo año para dejar claro que en ningún caso ha querido faltar al respeto a un movimiento al que respeta totalmente. "Acepto de buen grado ser pregonero el año que viene para que vea si estoy comprometido con la Semana Santa, más compromiso que ese no puede haber; supongo que dirá que sí. Supongo que dirá que sí, por tanto ya tiene pregonero, si el señor Alberto Payá lo tiene a bien".

Y es que, con su ausencia del pregón de Semana Santa del pasado sábado, además por tercer año consecutivo, el alcalde, Gabriel Echávarri, seguramente pretendía desairar al presidente de la Junta de Hermandades, Alberto Payá, con el que mantiene desde hace tiempo una guerra abierta derivada de un conflicto laboral, pero al final lo que consiguió fue despreciar a un colectivo de más de 8.000 personas que consideran este acto como el inicio de la Semana Santa.

Payá aprovechó el púlpito que acababa de dejar libre el pregonero, para más inri político del PP (el subdelegado del Gobierno), para reprochar la ausencia del alcalde socialista, aireando sus diferencias en una Concatedral repleta.

Payá no atendió a la regla de la entidad, en cuyos estatutos figura consensuar todas sus decisiones con las 27 hermandades que forman la Junta. Ni todas las hermandades lo entendieron ni todas aplaudieron y la mayoría se desvinculan, entendiendo que Payá habló a título personal.

Echávarri es el alcalde de todos los alicantinos, y muchos de ellos forman parte de la Semana Santa. Sin embargo, no ha acudido a ninguno de los tres pregones celebrados desde que asumió la Alcaldía. Tampoco es que ignore la celebración. Les da las subvenciones -alguna vez con retraso-, sale en procesiones como la Oficial y Santa Cruz, y él mismo lee pregones de hermandades. Sin embargo, nunca ha presidido el de la Junta Mayor encabezada por Payá, que le llevó a los tribunales, y le ganó, tras ser destituido en 2015 del puesto de técnico de Alacantí TV por decreto de Echávarri.

En otoño de 2017, el TSJ ratificó como improcedente el despido y dio la razón al trabajador, quien reclamó la ejecución del fallo que fijaba una indemnización de 13.923 euros y el embargo del Consorcio TV Digital Local. Ese trabajador es Payá, que considera que este proceso le ha perjudicado en su labor como presidente de la Semana Santa porque, según dice, «el alcalde lo mezcla todo».

¿Dónde estaba Echávarri a la hora del pregón? En la presentación de bellezas de una hoguera. Y no se escondió. Lo anunció en su agenda y subió a una red social una fotografía inmortalizando el momento. Echávarri, que fue edil de Fiestas, ni siquiera envió a su sucesora en el área, Eva Montesinos, al pregón de Semana Santa.

Eligió a Carlos Giménez, a cuya mujer (y a la edil Gloria Vara) Payá acusó de comportamiento prepotente en el palco oficial durante las procesiones de 2016. Payá registró una queja en el Ayuntamiento, aquella aprobada por la asamblea de cofradías. El sábado, Giménez aguantó como pudo «el chorreo» tras el pregón.

Uno como cargo público, y el otro como representante de un colectivo importante, están condenados a entenderse, pero parece tarea imposible. Payá dice que, en el tiempo en que fue concejal de Fiestas, Echávarri sólo le llamó dos veces.

Una, enfadado por un problema con las cañas de la hermandad del Cristo del Mar, y la otra a raíz de la prohibición del tripartito a la Semana Santa de utilizar la Casa de la Festa para una mesa redonda sobre gestación subrogada.

Llegó a oídos del alcalde que su decisión había sido censurada en un grupo de mensajes de móvil y pidió a Payá el cese de dos personas de la Junta. Éste se negó.

Las hermandades sólo piden una cosa: que dejen atrás sus diferencias para solucionar los problemas reales de la Semana Santa. Como el de los tronos que abandonarán la Fábrica de Tabacos. Existe preocupación porque aún no hay un sitio donde llevarlos. Otro dolor de cabeza es La Mariposa, la escultura de cinco toneladas que impediría el paso de varias procesiones por la Explanada.