El aumento de la esperanza de vida y el avance rápido e imparable de la ciencia abren la puerta a una nueva sociedad que tendrá que regular nuevas situaciones y derechos, en lo que ya se denominan derechos de cuarta generación, y que, en opinión del presidente ejecutivo de Garrigues, deben ser también «reflexivos». Si bien el abogado puso sobre la mesa el axioma de que no es necesario que el derecho se desarrolle al mismo ritmo que los cambios sociales, sí apostó por empezar a plantearse cuestiones como que en breve las personas recibirán su herencia a los 65 ó 70 años mientras nos regimos por una ley sucesoria decimonónica en cuyo espíritu está la idea de que sirva de ayuda económica para comenzar una vida independiente. También vaticinó que habrá que legislar sobre la «capacidad auxiliada» más allá de la incapacidad y abrir el debate sobre la eutanasia y los límites del sufrimiento. Y calificó como un avance el testamento vital.

Dentro del catálogo de nuevos derechos el avance científico traerá consigo la necesidad de abordar la maternidad subrogada, las modificaciones genéticas o la participación en ensayos clínicos sin perder de vista el derecho a la propia investigación científica, al acceso a la Inteligencia Artificial, a la protección de datos o el derecho al olvido. Vives realizó un paralelismo entre la vida de una mujer nacida en los años 40 y otra nacida en 2000 con las diferentes formas de familia -de horizontal extensa se pasa a vertical- y el tiempo que cada una habrá destinado a su formación, trabajo y jubilación. A su juicio, el derecho es vital para articular la sociedad futura.