Gaga y Yuko olisquean personas, maletas, papeleras y hasta las cabinas telefónicas del aeropuerto de El Altet buscando rastros. Son un pastor alemán y un pastor belga Malinois hembras que forman parte de la plantilla de quince agentes caninos de la Unidad Especial de la Policía Nacional, expertos en detección de explosivos, estupefacientes y dinero de curso legal, que acaban de empezar a recibir adiestramiento por parte de sus guías también en la especialidad de localización de armamento.

Los agentes caninos, en equipo con sus policías guía, han intensificado su trabajo en los últimos meses en el marco de la alerta 4 antiterrorista, con cada vez más «requisas» (búsquedas) en zonas sensibles como aeropuertos, estaciones de tren y autobuses, en puertos, como la vigilancia cada mañana del barco de Argelia, así como en eventos con grandes aglomeraciones de personas. Es decir, la Cabalgata, la Semana Santa, la mascletà de Hogueras o las zonas comerciales. También prestan especial atención a los buses que llegan desde el sur de España para tapar la entrada de hachís. Hace poco los perros olisquearon en uno de ellos dos maletas con 44 kilos de esta droga.

La Unidad Especial de Guías Caninos de la Policía Nacional tiene sus dependencias en el mismo aeropuerto compartiendo espacio con los perros del servicio cinológico de la Guardia Civil. Los canes que «huelen» pistolas, igual que los que rastrean explosivo, droga o dinero, precisan un periodo de adiestramiento mínimo de entre cuatro y seis meses, aunque para que se familiaricen con todos los ambientes se necesita un año, explica el subinspector Reina, jefe de la Unidad. De ésta también forman parte un oficial y cuatro agentes, entre ellos una mujer, cada uno responsable de una media de dos perros, para operaciones en toda la provincia e intervenciones en zonas limítrofes requeridos por los mandos policiales como la que realizaron el 2 de febrero de 2016 fuera de la provincia con la incautación de 700 kilos de hachís en un remolque en la autopista A-7 culminando una investigación de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado.

Cinco de los agentes caninos de la Policía Nacional de Alicante son pastores belgas Malinois (Yuko, Andy, Thor, Rayo y Tulen); a los que se suman cuatro pastores alemanes (Gaga, Brev, Turba y Kuido); dos de raza Schnauzer (Daddy y Titán); dos labradores (Lennon y Jota); un Golden Retriever (Harry) y un bretón (Ginger). Once son machos y cuatro son hembras. «¿Se puede tener un chucho para adiestrarlo? Sí, pero no es lo normal. Suelen ser de razas reconocibles, con una edad máxima de dos años, de acuerdo a la normativa», relata el subinspector, que se nota que ama a los perros, a los que trata con mucho cariño a la vez que con disciplina. Con ellos lleva 15 años.

¿Y cómo se les adiestra? Estimulando el juego para potenciar los instintos de caza y presa a cambio de premio. Así son capaces de detectar olores residuales, que señalizan si no pueden acceder. «Ni drogamos a los perros ni usamos dosis de explosivos. No hay maltrato, eso es un mito», deja claro el subinspector.

En lo del juego, algunas especies, como el Labrador Retriever, tienen un instituto innato. Al resto se le modifica la conducta para obtener el objetivo «tirando de olfato». Se trabaja con ellos la obediencia básica, enseñándoles a sentarse, tumbarse, a acudir a la llamada del agente o a quedarse quieto. «Los convertimos en operantes para que busquen hasta en alturas, en falsos techos y en los escombros». También se les socializa con personas y ambientes, llevándoles donde hay bullicio o comida para que se acostumbren a los olores. «Suben escaleras mecánicas y les metemos donde hay tablas tiradas o desperdicios». «Trabajamos para que no tengan miedo de nada ni de nadie puesto que hay intervenciones en las que puede estar el juez o un detenido», precisan.

El adiestramiento es diario. El de estupefacientes con pequeñas cantidades que los policías solicitan, mediante autorización judicial, al área de Sanidad de aquellas drogas que se incautan y que se van a destruir. Los canes son capaces de buscar heroína, cocaína, hachís y drogas sintéticas como MDMA (éxtasis). Para la detección de dinero de curso legal en operaciones contra el blanqueo de capitales se les enseña a olisquear dinero inutilizado (moneda y papel) que les facilita la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. La nueva especialidad de adiestramiento en detección de armas se hace con armamento inhabilitado «y con eso sobra» para que sean capaces de olisquearlas en una requisa. En cuanto a las intervenciones con explosivos, trabajan con la Brigada de Información, la Unidad de Prevención y Reacción en controles, y en las búsquedas en zonas calientes o donde hay un aviso en colaboración con los Tédax. En estos casos la señalización es pasiva: el perro, al olisquear el explosivo, se sienta o se tumba sin tocar el material para que no explote y los Tédax envían al robot al lugar marcado. La Policía no puede revelar qué tipo de explosivos se buscan por seguridad. El material de adiestramiento depende de la Brigada de Información según las bandas terroristas que operan en España.

Los candidatos a perro policía necesitan un certificado de exención de displaxia de cadera, enfermedad degenerativa del pastor alemán y otras razas grandes. «El perro nos los facilitan desde Madrid o bien lo trae un funcionario de la unidad que tiene uno que piensa que puede valer. Se le hace una valoración de instinto de caza, presa, tamaño y salud, y después pasa por un periodo de prácticas de un mes, en el que se determina si puede valer o no». Cuando un perro no pasa este periodo, el subinspector asegura que se le busca un receptor, es decir, alguien que le adopte.

Cuando el perro policía llega a los ocho años, se le «jubila» y normalmente se lo quedan sus guías caninos, que tienen la potestad, además, de llevárselos a casa a dormir, con la autorización de la Dirección General de la Policía «para crear un mayor nexo de unión entre ellos». «Pero si ocurre cualquier cosa el agente tiene que responder porque es material de la Policía. Aún así, casi todos nos los llevamos a casa. Corremos con ellos, nos vamos a la montaña juntos, a la playa...para socializarlos y que estén más unidos con sus guías».

Las jaulas del aeropuerto tienen, no obstante, lámparas antimosquitos al estar en una zona abierta y endémica del insecto que transmite la leishmania para evitar que les piquen. Se limpian a diario y tienen bebedores automáticos para que siempre tengan agua.

Los agentes pueden ir de uniforme y de paisano a sus intervenciones pero los perros policía siempre van con peto. «Así se evita que alguien les dé una patada si pasan al lado y les molesta, y que vengan a tocar al perro», aunque los niños no pueden resistirse. Porque otra de las facetas de los perros policía es la participación ciudadana con exhibición en colegios, que encanta a los más pequeños. Los perros policía de Alicante apuntan alto: uno de ellos, Tulen, fue propuesto para medalla en 2016 por la operación antidroga Dublín. En la sección Central, en Madrid, hay perros expertos también en rescate de personas vivas, detección de cadáveres, localización de personas ocultas o de rastros de acelerante en el caso de incendios.