La niña de San Ildefonso Aya Ben Hamdouch se convirtió ayer en la protagonista del Sorteo Extraordinario de Navidad y no porque haber cantado el Gordo, sino porque su entusiasmo a la hora de repartir pedrea le valió la ovación de las centenares de personas que atestaban el Teatro Real de Madrid para seguir en directo la aparición de los números premiados.

Aya, que será más recordada como «la niña de los mil euros», cantó la quinta tabla con un quinto premio incluido, el 508. Su pequeña estatura la obligaba a inclinarse completamente sobre la mesa para llegar a introducir las bolas premiadas en su sitio. La niña alargaba el canto de «mil euros» durante la maniobra y más allá del micrófono, despertando sonrisas y aplausos entre el público, que la ovacionó como si hubiese cantado el Gordo y la despidió en pie al grito de «Tú sí que vales». No fueron los únicos, en Twitter su nombre no tardó en convertirse en «trending topic».

Aya reconocía al salir del sorteo que se había puesto más nerviosa al escuchar el murmullo y los aplausos del público, aunque al terminar su intervención no era del todo consciente de que su «miiiiil eeeeuuuuroooos» se había convertido ya en un fenómeno, según explicó su profesora, Charo Rodríguez. Su compañera en San Ildefonso Noelia Katiuska Medina, que acabó saliendo en la tabla sexta en un cambio «por circunstancias imprevistas», en palabras de la profesora, junto a Yousseff Salhi le permitió cantar el premio Gordo y brillar así con luz propia.

Entre el numeroso público del Teatro Real permanecía atento Fernando Vázquez, que fue niño de San Ildefonso y cantó el Gordo en 1954. A sus 64 años todavía recuerda y entona el 53.584 que repartió suerte aquel año, en total 15 millones de pesetas. Y aseguró que en su «bola de cristal» había visto que la terminación del Gordo iba a ser el número ocho.

Pero antes de que saliera el Gordo ya se habían vivido emociones fuertes en la sala. En la primera tabla apareció el tercer premio. La bola con el número 6.914 se «escapó» de la copa de cristal en la que van cayendo los números desde el bombo y Aroa Patricio Vaquero tuvo que recuperarla de la mesa mientras su compañero, Josué Ariel Guamán, aguardaba impaciente tapando el alambre con la bolita de 500.000 euros a la serie en la mano. Otro momento de emociones fuertes fue en la segunda tabla. Nazaret Blanco y Yanisse Alexandra cantaron cinco premios mayores seguidos, entre ellos el segundo, el 51.244.

Mientras los niños cantaban los premios, fuera se conocían las localidades agraciadas y las administraciones que iban repartiendo los millones. A los tradicionales templos de la suerte de la Lotería de Navidad como Doña Manolita (Madrid) y la Bruixa D'Or (Sort) se une ahora la gasolinera de Granadilla, en Tenerife, que, por quinto año consecutivo, ha repartido varios de los grandes premios, entre ellos, un décimo del Gordo.

Los números se eligen en función de muchas variables. Este año la fecha de nacimiento de sus hijas les trajo la suerte a dos madres. Ambas compraron un décimo del Gordo, el 71.198 ,porque sus niñas nacieron el 7 de noviembre de 1998. Una de ellas es Neringa, una mujer lituana que lleva más de una década en España y que «trabaja en lo que puede». Residente en Benetússer es la única agraciada con el Gordo en la Comunidad Valenciana. Su hija Greta todavía vive en su país natal y Neringa quiere destinar parte del premio a sus estudios. Ana Belén, ayudante de cocina en una guardería de la Comunidad de Madrid, vivió la misma historia. Y en Barcelona, la lotera que ha repartido 20,5 millones con el 6.914 lo escogió porque su hijo nació el 6 de septiembre de 2014.