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La falta de viviendas en alquiler desata el fenómeno de los pisos compartidos

El aumento de la demanda para casa habitual y alojamiento turístico provoca un encarecimiento del 15% en el arrendamiento en el último año

Germán Medrano, a la derecha, es propietario de un piso en San Blas y ha alquilado una habitación a uno de sus amigos. pilar cortés

Cada vez más treintañeros con sueldos mileuristas se ven obligados a compartir pisos de alquiler ya que no pueden ni plantearse comprar su propia vivienda. Es el caso de Patricia Pérez, que va por su cuarta compañera de piso. Entre las dos pagan 450 euros por un alquiler en la zona de la Diputación, que no está nada mal para los precios que se empiezan a barajar en Alicante. Según un estudio del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API) de Alicante, basado en encuestas a los profesionales del sector, los precios del alquiler de viviendas han subido hasta un 15% en el último año en la provincia.

La media es, a fecha de octubre, de 704 euros en la provincia, aunque, como capital, Alicante es la undécima con los alquileres más elevados en España y una media de 809 euros. Pero hay poblaciones con precios más altos, costeras como Altea, con 1.215 euros; y El Campello, con 972 euros. Por el contrario, Elche ofrece alquileres más económicos, con una media de 503 euros mensuales; y Torrevieja, por ejemplo, 471 euros, siempre según estudios del mercado del alquiler de portales inmobiliarios especialistas, a la vez que buscadores online, que recopilan pisos de agencias inmobiliarias y particulares. Las encuestas revelan que por un lado hay un fuerte aumento de la demanda de la viviendas en régimen de alquiler, tanto como fórmula de residencia habitual como para alojamiento turístico. Por el otro, la oferta es escasa. Según datos estadísticos de la Diputación Provincial, en un parque de viviendas construidas de más de 1,3 millones como es el existente en la provincia de Alicante, apenas hay 190.000 en régimen de alquiler sumando la costa, donde a menudo sólo se ocupan en verano. Si se habla de viviendas ocupadas todo el año, la cifra no llega a 80.000 pisos.

«Hay mucha demanda de alquileres. Lo que no se va a compraventa en estos momentos, se va a arrendamientos. Traslados, estudiantes, nuevas unidades familiares... Esto ha hecho que en Alicante sobre todo, al igual que en otras grandes ciudades, el parque de alquiler se reduzca y suban los precios», destaca la presidenta del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, Marifé Esteso. «Sube el alquiler porque se van agotando las viviendas ofertadas». Esto empieza a crear problemas a las familias que no pueden acceder a la compra de una vivienda, de ahí que estos profesionales propongan incentivos fiscales al alquiler para que afloren viviendas al mercado.

Esta escasez en la planta de casas para alquilar está motivando que vaya a más el fenómeno de los pisos compartidos, con un 12% de crecimiento en la demanda en el último año. «Está influyendo, como ocurre en Madrid y Barcelona». De hecho, después de ambas, Alicante forma parte de las capitales españolas donde mejor funciona la fórmula de compartir, como ocurre también en València, Sevilla, Granada, Málaga, Murcia, Valladolid y Salamanca. Y eso que es la cuarta capital más cara a la hora de compartir, pues la habitación cuesta una media de 301,76 euros al mes, sólo por detrás de Madrid y Barcelona (donde reside una de cada tres personas que comparte piso en España), y de Bilbao, según los últimos datos de pisos compartidos de diversos portales inmobiliarios.

En el caso de Patricia Pérez, ella convive de alquiler con su amiga Marta «para compartir gastos, no sólo de alquiler, también de agua, luz, internet...Todo lo pagamos a la mitad. Es una fórmula cómoda. Tiene dos habitaciones y dos baños, con lo cual cuando queremos comemos o vemos la tele juntas, y cuando no, cada una tiene su independencia». Afirma esta joven que «todos mis amigos en la misma situación que yo, es decir, que tienen trabajo, comparten piso». Porque en su mayoría los salarios les impiden plantearse una hipoteca.

Otra fórmula que va a más, como admite la presidenta del colegio de APIs, es la del piso cuyo propietario alquila una habitación. «Está en auge para temporadas de verano, para estudiantes Erasmus y porque es algo que se rentabiliza». Es el caso de Germán Medrano, dueño de un piso en el barrio alicantino de San Blas que decidió alquilar una habitación de su amplia casa a un amigo por 200 euros, gastos incluidos. «Me ayuda a pagar la hipoteca y los gastos, es genial y fácil vivir así». Porque además su compañero de vivienda era previamente amigo. «Conozco a mucha gente que comparte pisos por los sueldos bajos», añade. Sea cual sea la fórmula, de acuerdo a la experiencia de la responsable de los agentes de la propiedad inmobiliaria hay viviendas de alquiler que no duran ni una hora. «Vienen cuatro o cinco personas a verlas. Yo misma he tenido pisos que me han durado quince minutos», destaca. Sobre todo vuelan las de precios medios y bajos, y hay agentes que en algunos momentos se quedan sin viviendas en cartera. En la capital alicantina las zonas en donde más se han disparado los precios son sobre todo Maisonnave, Óscar Esplá y Alfonso El Sabio, es decir, las avenidas principales, y la Playa de San Juan.

En San Vicente del Raspeig también hay mucha demanda por la cercanía del campus universitario. Los alquileres medios cuestan 688 euros. En Alcoy empieza a haber problemas de oferta. Y en localidades costeras otro tanto por los alojamientos turísticos, aparte de que muchos propietarios se abstienen de alquilar durante todo el año por el rendimiento económico que les da arrendar sólo en verano.

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