La agricultura alicantina debe hacer un análisis serio sobre sus perspectivas y posibilidades de futuro en un territorio con un clima menos lluvioso y más extremo. Esto va a obligar, como ya se está haciendo en otros países y en algunas regiones españolas, a empezar a tener en cuenta el cambio climático en los procesos productivos. El viñedo y su adaptación al cambio climático puede ser un buen ejemplo. Hay estudios serios que indican sobre los cambios en variedades y procesos de cultivo que deberán llevarse a cabo para adaptar las producciones a un clima más cálido y con lluvias menos cuantiosas y más irregulares.

La reflexión de Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, deja claro que el sector agrícola no puede seguir, como subraya Francisco Rodríguez Mulero, secretario autonómico de Desarrollo Rural, en su quinto año consecutivo de sequía con la visión economicista y tiene que mirar cada vez más hacia el ambiental, clave para su futura supervivencia. En España «sobran» al año unos 10.000 hectómetros cúbicos de agua pero la falta de voluntad política en Madrid para solucionar el asunto (interconexión de cuencas) obliga a estrujarse las meninges. La necesidad obliga porque están en juego 200.000 hectáreas, cien mil empleos y más de mil millones de euros de facturación al año, el 25% de las exportaciones de la provincia.

La apuesta por la agricultura de vanguardia, que gestiona al milímetro los abonos y el agua es irrenunciable, pero hay también otros cultivos sobre los que hay que hacer una reflexión seria, porque igual el agua que necesitan no se corresponde con su rentabilidad y su posibilidades comerciales en el mundo globalizado.

La ministra de Agricultura ha certificado esta semana en el Congreso que la falta de agua comienza ser, cuando España soporta el quinto año consecutivo de sequía, un mal estructural para un país en el que el déficit hídrico obliga a un replanteamiento. Y no sólo por la escasez de caudales, sino porque el cambio climático afecta, tanto a los recursos, como a las temperaturas, estacionalidad y los tipos de suelo. La Generalitat lleva ya diez años trabajando en la búsqueda de soluciones a un tema complicado. Hasta ahora la meta de la actividad agrícola se centraba en el rendimiento económico, pero ahora cobra especial trascendencia el elemento ambiental, según apunta Francisco Rodríguez Mulero, secretario autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural. Afrontar una nueva revolución industrial para la agricultura similar a la que supuso, por ejemplo, la incorporación del riego por goteo en los años 80. En juego, además, el futuro de cien mil empleos y cerca de mil millones de euros en exportaciones la cuarta parte del total de las ventas al exterior de la provincia de Alicante.

La Consellería de Agricultura trabaja a través del Instituto Valenciano de Investigación Agraria en varios proyectos ambientales para garantizar una agricultura sostenible en el tiempo. En materia vegetal se ha logrado producir ya mandarinas y nectarinas precoces más adaptadas a las nuevas condiciones climáticas (sequía), tomate y caqui. Variedades de cerezos que necesitan menos horas de frío, aguacates, mangos? o el exótico Jatropha, un árbol de América Central, ideal para la fabricación de biodiésel protagonizan la investigación para obtener variedades más resistentes a la sequía, como recuerda Ricardo Abadía, director de la Escuela Politécnica de Orihuela.

Sin olvidar, por supuesto, que para aprovechar las horas de sol y luz que sólo existen en el Mediterráneo sea obligado contar con el agua de las desaladoras, los pozos, el caudal residual bien depurado (solo dos de las 180 plantas de la provincia tienen los sistemas para depurar el agua del mar) y, por supuesto, los trasvases, palabra «tabú» ahora mismo en el Ministerio de Agricultura.

En sanidad vegetal, la Generalitat participa en varios proyectos europeos para combatir las plagas y en el IVIA dos laboratorios se han especializado en este material. Además, según subraya Francisco Rodríguez Mulero, secretario autonómico de Desarrollo Rural, se trabaja en lograr una reducción de costes y en lograr, por ejemplo, cultivos que necesiten menos agua o fitosanitarios más acordes con las exigencias de lo consumidores y los mercados que pagan porque la materia prima tenga un bajo nivel o la ausencia total de residuos, y prácticas no contaminantes con el medio y salud de los consumidores. Otro de los objetivos es reducir los costes de producción con una mayor eficiencia energética y un mayor control de los consumos de agua, así como lograr materia orgánica de mayor calidad y bajo coste a partir del agrocompostaje.

El IVIA ha conseguido, en colaboración con el Imida de Murcia, nuevas variedades de melocotón y nectarina adaptadas al cambio climático. Son precoces y necesitan menos horas de frío y tienen una gran calidad nutricional.

Dos últimas grandes innovaciones que han llegado al campo están directamente relacionadas con dos cultivos capitales en el sector agrícola, como son los cítricos y las hortalizas. La primera se presenta con una evolución del que en su tiempo fue la gran innovación en el ahorro de agua. La instalación en el terreno de las denominadas sondas capacitivas que controlan en todo momento la necesidad de agua de los árboles en función de un sistema que permite conocer en tiempo real el grado de humedad del suelo.

Los investigadores han demostrado, y ya se aplica directamente en los campos de naranjas, que el sistema permite reducir a la mitad el consumo de agua. De los siete y ocho mil metros cúbicos por hectárea se ha pasado a cuatro mil. Por otro lado, está creciendo sobre manera la producción de lechugas sin necesidad de utilizar tierra (cultivos hidropónicos). Es decir, en zonas con pulpa de coco, humus? donde los resultados son espectaculares, según explica Andrés Martínez, ingeniero agrícola.

El déficit hídrico que padece gran parte del territorio y la competencia creciente en los usos del agua, obligan a la racionalización del empleo del agua para el riego, modernizando las estructuras e incorporando sistemas de riego más eficientes.

En la Comunidad Valenciana se está llevando a cabo, en este sentido, una experiencia piloto de tele-monitorización de la humedad del suelo. En la subcomarca de El Marquesat, en Valencia, se ha puesto en marcha un proyecto común para la mejora de la gestión de una superficie de aproximadamente 2.000 hectáreas con un preexistente riego localizado. Mediante un convenio entre doce (comunidades relacionadas con el riego y a través de la instalación de una red de 26 sondas multisensor de tipo capacitivo se pretende llevar a cabo el seguimiento y corrección del estatus hídrico del suelo, resultante de la lluvia y de los riegos y, en consecuencia, ajustar la aplicación del agua a la demanda real de los cultivos. Los resultados de las tres primeras campañas de riego muestran una importante disminución del consumo de agua en las comunidades gestionadas en función de los datos de las sondas capacitivas, sin que, al parecer, se produzcan disminuciones ni en la producción, ni en la calidad de las cosechas. Estos ahorros, redundan en un menor consumo energético, con lo cual se consiguen menores emisiones de CO2 (una tonelada de CO2 por 3.000 Kw/h ahorrados).

La agricultura hidropónica es un método utilizado para cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola. Las raíces reciben una solución nutritiva y equilibrada disuelta en agua con todos los elementos químicos esenciales el desarrollo de las plantas, que pueden crecer en una solución mineral únicamente, o bien en un medio inerte, como arena lavada, grava o perlita, entre muchas otras. Esta técnica de cultivo sin suelo evita los impedimentos o limitaciones que representa el suelo en la agricultura convencional mediante el uso de sustratos, todo material sólido distinto a la tierra que se usa para la siembra en hidroponía como soporte para la planta y no para su alimentación.

Con más de mil millones de euros facturados por sus exportaciones, y un crecimiento de las ventas al exterior del 15% en 2015, el sector primario de la economía provincial se ha convertido, junto al turismo, en una de las actividades que mejor aguanta las crisis generando, además, empleo. Según el ránking del Instituto de Comercio Exterior, la agricultura es el segundo sector exportador de la provincia tras el calzado con un crecimiento sostenido desde 2009, justo cuando la provincia comenzó a sentir con mayor crueldad el derrumbe de la construcción.