La falta de límites está detrás de muchos de los problemas de conducta que padecen los jóvenes. Así de claro lo tienen profesionales como Dolores María Moreno Pardillo, presidenta de la Asociación Española de Psiquiatría infantil y del Adolescente, para quien «los límites que se les ponen a los niños han cambiado hasta el infinito, ahora son los reyes de la casa y los padres casi viven atemorizados». Una tendencia que está desembocando «en un aumento de los problemas de conducta, que en muchos casos pueden tener detrás una base de Trastorno por Déficit de Atención, pero que en otros muchos es debido a una falta clara de límites». Moreno, quien además es psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón, participó ayer en una jornada conmemorativa del Día Internacional de la Infancia organizada por el Síndic de Greuges en el ADDA y a la que asistieron cerca de 200 especialistas.
Para esta especialista buena parte de los problemas que se achacan hoy en día a los jóvenes tienen mucho que ver con el modelo de sociedad en el que se crían. «El modelo familiar ha cambiado. Antes la madre estaba en casa y ahora los dos trabajan hasta tarde y cuando llegan a casa están cansados sin ganas de marcar límites y muchas veces se pasa la responsabilidad de la crianza a los abuelos, cuando no les corresponde». La respuesta, a juicio de Moreno, está en la justicia social. «Debe haber un modelo social en el que se cuide del futuro, algo que no debe recaer sólo en las mujeres». Una tarea «muy difícil en estos tiempos de crisis en los que las empresas obligan a trabajar más por menos dinero».
La experta reivindica además que por el hecho de ser mujer «no se debe tener un menor acceso a determinadas cosas o pensar que te tienes que dedicar al cuidado de los hijos. Debe ser algo equitativo. Si la mujer puede y se quiere quedar al cuidado de los hijos, que lo haga, en la misma medida que lo puede hacer el hombre».
Moreno también afirma que la crisis ha pasado una importante factura en la salud mental de niños y jóvenes. «Personalmente me ha conmocionado ver cómo en los últimos años ha quebrado el sistema y eso ha tenido su reflejo en la salud mental de los niños y de sus familias». Y es que en el Hospital Gregorio Marañón «antes de la crisis había unos 300 ingresos al año en el área de salud mental infantil y ahora estamos en cerca de 400».
